Al empezar a escribir estas líneas me asalta la idea de no saber explicar convenientemente, en qué consisten estas dos dolencias casi desconocidas en mis tiempos.
Así pues me limitaré a hacer unas reflexiones actuales, comparándolas con los años en que me tocó vivir.
La palabra depresión era casi desconocida y mucho menos aplicada como causa de baja, en cualquier actividad laboral.
Hablando castañalmente diré: que entonces podía haber hambre y muchas necesidades pero no oí hablar a nadie de depresión. Antes al contrario se procuraba buscarse la vida como mejor pudiera cada uno, para salir cuanto antes de las situaciones deficitarias que imperaban
en la mayoría de los casos.
No queriendo ser radical, me viene a la memoria la gran pamema que montaron los objetores de conciencia para librarse del Servicio Militar obligatorio, alegando ser incapaces de manejar las armas.
Así pues me limitaré a hacer unas reflexiones actuales, comparándolas con los años en que me tocó vivir.
La palabra depresión era casi desconocida y mucho menos aplicada como causa de baja, en cualquier actividad laboral.
Hablando castañalmente diré: que entonces podía haber hambre y muchas necesidades pero no oí hablar a nadie de depresión. Antes al contrario se procuraba buscarse la vida como mejor pudiera cada uno, para salir cuanto antes de las situaciones deficitarias que imperaban
en la mayoría de los casos.
No queriendo ser radical, me viene a la memoria la gran pamema que montaron los objetores de conciencia para librarse del Servicio Militar obligatorio, alegando ser incapaces de manejar las armas.
Con la complicidad del Estado esta treta sirvió a muchos avispados para librarse de la mili, considerando, casi como tontos, a los que honestamente cumplimos con nuestra obligación.
Esta ofensa comparativa se realizaba también en el caso de la depresión, pues la falta al trabajo por esta causa obligaba en muchas empresas a cubrir el puesto con el compañero que cumplía honradamente su obligación.
En cuanto a la alergia que tienen actualmente muchos jóvenes en especial, en mi modesta opinión me parece que las actuales comodidades de la vida moderna y el excesivo y acaso el abuso de muchas costumbres higiénicas, está debilitando progresivamente las defensas del organismo.
Hago esta reflexión comparando su mayor virulencia en la escala de años de cada persona.
En los que hemos pasado los sesenta se dan muy pocos casos, que se han aumentado según la edad va descendiendo.
Puede que esto se deba a que antes se hacía una vida más en contacto con la naturaleza. El polen de las plantas y los ácaros del polvo era el aire normal que entraba en nuestros pulmones teniendo que fortalecerse para convivir con ellos.
En las faenas agrícolas era quizá donde peor atmósfera se respiraba y de ello eran testigos las secreciones de nariz y garganta cuando se trabajaba con paja o en multitud de otras ocasiones.
Alguna ventaja tenemos que tener los que peinamos canas, pues esta última dolencia casi no nos afecta.
Puede que esto se deba a que antes se hacía una vida más en contacto con la naturaleza. El polen de las plantas y los ácaros del polvo era el aire normal que entraba en nuestros pulmones teniendo que fortalecerse para convivir con ellos.
En las faenas agrícolas era quizá donde peor atmósfera se respiraba y de ello eran testigos las secreciones de nariz y garganta cuando se trabajaba con paja o en multitud de otras ocasiones.
Alguna ventaja tenemos que tener los que peinamos canas, pues esta última dolencia casi no nos afecta.
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