Debo empezar reconociendo que el idioma inglés es el que más se usa en todo el mundo y que por tanto es imprescindible su empleo en cualquier carrera u oficio, en especial los que tengan un alcance internacional.
Estimo de gran mérito el que domina varios idiomas, siempre que les use con gran mesura, no mezclando palabras de un idioma en otro, que lo único que hacen es empobrecer el vocabulario de cada cual, romper la cadencia o melodía de cada uno, y confundiendo al que, por desgracia, no sabemos más que el idioma materno, que en mi caso es el castellano.
Por unas clases de inglés que nos ha dado nuestra vecina Rebeca hemos podido apreciar lo difícil de su aprendizaje. Como su raíz es sajona el sonido de las letras es diferente al de nuestro origen latino. La sintaxis varía con la nuestra, pues el sustantivo va detrás del adjetivo, y otras muchas dificultades muy difíciles de asimilar.
Cuando estas dos pasadas temporadas veraniegas hemos abierto la iglesia a los peregrinos, apreciamos la gran falta que tenemos al no dominar algún idioma, pues se siente una gran decepción cuando se dirigen a ti y no encuentras la manera de que te entiendan.
Esta poca actitud para los idiomas debe ser general en toda España, pues no ocupamos buen puesto en esta faceta.
Acaso pudo ser la causa que cuando, allá por los años cincuenta, cuando alguien sabía algo de inglés procuraba señalarlo, cayendo a veces en cursilerías lamentables.
De aquella época debe ser lo que sucedió a un buen conferenciante que trataba la vida de un gran dramaturgo.
Ateniéndose a lo que marca la real academia sobre la pronunciación que debe darse a toda palabra extranjera, este buen señor decía en castellano Chaquespeare, refiriéndose al dramaturgo.
La segunda vez que lo pronunció notó un cuchicheo reprobatorio por parte de un auditorio, un tanto paleto, que sólo sabía de inglés el nombre de Shakespeare.
Estimo de gran mérito el que domina varios idiomas, siempre que les use con gran mesura, no mezclando palabras de un idioma en otro, que lo único que hacen es empobrecer el vocabulario de cada cual, romper la cadencia o melodía de cada uno, y confundiendo al que, por desgracia, no sabemos más que el idioma materno, que en mi caso es el castellano.
Por unas clases de inglés que nos ha dado nuestra vecina Rebeca hemos podido apreciar lo difícil de su aprendizaje. Como su raíz es sajona el sonido de las letras es diferente al de nuestro origen latino. La sintaxis varía con la nuestra, pues el sustantivo va detrás del adjetivo, y otras muchas dificultades muy difíciles de asimilar.
Cuando estas dos pasadas temporadas veraniegas hemos abierto la iglesia a los peregrinos, apreciamos la gran falta que tenemos al no dominar algún idioma, pues se siente una gran decepción cuando se dirigen a ti y no encuentras la manera de que te entiendan.
Esta poca actitud para los idiomas debe ser general en toda España, pues no ocupamos buen puesto en esta faceta.
Acaso pudo ser la causa que cuando, allá por los años cincuenta, cuando alguien sabía algo de inglés procuraba señalarlo, cayendo a veces en cursilerías lamentables.
De aquella época debe ser lo que sucedió a un buen conferenciante que trataba la vida de un gran dramaturgo.
Ateniéndose a lo que marca la real academia sobre la pronunciación que debe darse a toda palabra extranjera, este buen señor decía en castellano Chaquespeare, refiriéndose al dramaturgo.
La segunda vez que lo pronunció notó un cuchicheo reprobatorio por parte de un auditorio, un tanto paleto, que sólo sabía de inglés el nombre de Shakespeare.
Como réplica a este mal comportamiento siguió la conferencia en inglés, que entonces muy pocos dominaban, saliendo sin enterarse de nada los que antes le criticaban.
De aquellos años para acá el inglés se ha ido imponiendo ayudado por nuestra manía de apreciar lo de otro más que lo nuestro.
De aquellos años para acá el inglés se ha ido imponiendo ayudado por nuestra manía de apreciar lo de otro más que lo nuestro.
En los medios de comunicación se mezclan sin miramiento palabras inglesas y sus discos inundan las emisoras y salas de fiestas.
No digamos nada de los comentaristas de música y discos que se pasan mucho tiempo comentando en inglés su vida y milagros. Que si este fue grabado por tal y arreglado por cual, si esta orquesta o la otra fue la que lo parió.
No digamos nada de los comentaristas de música y discos que se pasan mucho tiempo comentando en inglés su vida y milagros. Que si este fue grabado por tal y arreglado por cual, si esta orquesta o la otra fue la que lo parió.
El caso es que no se les entiende nada, no siendo los fervientes adjetivos de estupendo, buenísimo, extraordinario, excepcional y otros muchos por lo que solo deducimos que están hablando en una emisora de lengua castellana.
Puede ser conocida por muchos una emisora que se ha hecho popular por el buen hacer de su locutor y las buenas tertulias que promueve. En una de estas de carácter económico antes la remataba con una adivinanza que le proponía un economista.
Puede ser conocida por muchos una emisora que se ha hecho popular por el buen hacer de su locutor y las buenas tertulias que promueve. En una de estas de carácter económico antes la remataba con una adivinanza que le proponía un economista.
De un tiempo a esta parte la mayoría de los días la rematan cantando a dúo una canción inglesa. Y yo me pregunto: ¿qué pretenden con esta cantinela? ¿Que sepamos todos que dominan el inglés?, enhorabuena. ¿Que también saben mucho de discos?, albricias.
Pero a mi parecer quedaba mejor con la adivinanza que con este intempestivo canturreo.
Como estos dos casos podría contar muchos más, que por puro papanatismo estamos padeciendo.
Cuando empezó este movimiento coincidí con un conocido de mi edad en un concierto donde le vi aplaudir como un espectador más. Picado por la curiosidad le pregunté: ¿pero entiendes algo de lo que dice este disco inglés? No me respondió pero dijo que tenía un ritmo trepidante.
Siempre creí que para disfrutar de un disco es fundamental primero entenderlo y luego contagiarte con su música.
Los discos de nuestro buen cantante Julio Iglesias carecen de ese ritmo tan fuerte que está de moda, y en cambio con su suave estilo melódico puede presumir de que es el que más discos ha vendido en todo el mundo.
Pero a mi parecer quedaba mejor con la adivinanza que con este intempestivo canturreo.
Como estos dos casos podría contar muchos más, que por puro papanatismo estamos padeciendo.
Cuando empezó este movimiento coincidí con un conocido de mi edad en un concierto donde le vi aplaudir como un espectador más. Picado por la curiosidad le pregunté: ¿pero entiendes algo de lo que dice este disco inglés? No me respondió pero dijo que tenía un ritmo trepidante.
Siempre creí que para disfrutar de un disco es fundamental primero entenderlo y luego contagiarte con su música.
Los discos de nuestro buen cantante Julio Iglesias carecen de ese ritmo tan fuerte que está de moda, y en cambio con su suave estilo melódico puede presumir de que es el que más discos ha vendido en todo el mundo.
En el mundo actual es tan feroz la competencia en todos los órdenes, que si no dejamos nuestro vicio quijotesco y defendemos con uñas y dientes los buenos cantantes en nuestra lengua se verán injustamente relegados al último puesto en el orden mundial.
Como dice un compañero que también escribe en un blog, los blogueros no pretendemos cambiar el mundo sino solamente expresar nuestra opinión, que, junto a las de otros, pueden ser útiles para conformar un futuro mejor.
Como dice un compañero que también escribe en un blog, los blogueros no pretendemos cambiar el mundo sino solamente expresar nuestra opinión, que, junto a las de otros, pueden ser útiles para conformar un futuro mejor.
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