Para que el mundo progrese es necesario que la manera de enfocar los problemas se vaya adaptando al discurrir diario que la vida nos va imponiendo.
Desde la perspectiva que dan los años, y en especial en los últimos diez, nos parece imposible el vuelco que se ha producido en todos los órdenes, tanto en lo económico y de comunicaciones como en la manera de afrontar los problemas que en todo tiempo aguantó el hombre en su afán innato de sobrevivir.
En aquella lejana época que podemos acotar desde los años treinta a los cincuenta, el Estado se inhibía de los problemas que pudieran afectar a los ciudadanos teniendo este que buscar el apoyo en comunidades como las cofradías, hermandades y demás agrupaciones que fomentaran el bien común.
En mi pueblo San Nicolás recuerdo que existía la cofradía de la Virgen del Rosario, donde ingresaban la mayoría de los matrimonios desde el día que se casaban. El objeto principal era el asistencial, como establecer turnos para velar al cofrade difunto y acompañarle en el entierro.
Gran raigambre debió tener esta cofradía pues era la propietaria de una finca de casi tres hectáreas, que en aquellos tiempos podía ser una de las de demás extensión, y que siempre se llamó la tierra de la virgen.
Con la renta que pagaba el que la labraba se compraban los velones de cera con que los cofrades alumbraban a la Virgen en la procesión que reglamentariamente se organizaba todos los meses.
Como entonces había muchos que sobrevivían pidiendo limosna de un pueblo a otro, cuando llegaba la noche se establecía un turno entre los vecinos para ayudar a estos mendigos que, sin este apoyo, se veían obligados a buscar los sitios más inhóspitos para librarse del clima tan frío que padecemos.
A los jóvenes de hoy esto puede parecerles cosas de aventuras pero que sucedía en aquellos no muy lejanos años.
¡Que contraste tan penoso se puede establecer en la manera de encontrar elementos que evitaran la muerte y el de ahora que por puro esnobismo se la busca, como recientemente sucedió a siete montañeros que por practicar un deporte arriesgado murieron despeñados entre la nieve!
Uno de los adelantos más notables que hemos disfrutado fue la llegada de la luz eléctrica que primeramente nos alumbró en las largas noches invernales y también alimenta a un sin fin de aparatos domésticos que nos hacen la vida más cómoda, proporcionándonos también la gran información que disponemos.
Mas como el hombre desde los primeros tiempos ha sabido adaptarse a lo que disponía, el aceite fue uno de los primeros combustibles que utilizó para alumbrarse.
El primitivo candil no era más que un depósito que contenía aceite de donde salía la mecha de algodón que se prendía al final su canal.
Para el trajín exterior, donde el candil era poco práctico por el viento, se inventó el farol que dentro de un espacio acristalado y un escape exterior de los humos llevaba una vasija con la correspondiente mecha encendida que le hacía indispensable para recorrer las dependencias exteriores de la casa sin peligro de quedarte a oscuras.
Como un complemento decorativo había velones de varios brazos y en las iglesias artísticas arañas abastecidas con este combustible.
Luego vino el uso del petróleo como combustible del modesto quinqué, que ya tenía un mecanismo más complicado.
La mecha de un tejido de algodón tomaba ya casi forma esférica, accionada por una llave que regulaba la llama. Con el hueco que dejaba la mecha redonda entraba el aire y hacia que la llama fuera más blanca y se acentuaba la combustión con la colocación de un tuvo de vidrio que al retener la corriente de aire aumentaba la potencia luminosa.
Para las dependencias nobles y salones el humilde quinqué era sustituido por ornamentales lámparas con muchos colgantes y una campana translucida que esparcía su luz matizada por toda la habitación.
Luego vino el candil de carburo que consistía en dos depósitos independientes.
En el inferior se ponían trozos de carburo y en el superior se llenaba de agua con una llave reguladora para hacer caer el agua según la luminosidad deseada. Al caer esta sobre el carburo producía el gas acetileno que salía al exterior por un conducto rematado por una boquilla que tenía un filtro que evitaba el humo, logrando una luz muy potente que se utilizaba en muchas aplicaciones.
El fluido eléctrico acabó con todos estos sistemas pues la lámpara incandescente que inventó Edison se hizo con la mayoría del mercado.
Pero buscando lámparas más modernas y económicas se ha impuesto el tuvo fluorescente que valiéndose de unas reactancias en los extremos inflama el gas fluorescente que da una luz más matizada y económica.
La era de la electricidad ha proporcionado miles de aplicaciones como el bisturí del láser de gran utilidad en las operaciones y otras muchas aplicaciones por la enorme cualidad de cortar los tejidos y al mismo tiempo coagula las venas evitando la lenta y costosa operación de ir tapando de una en una.
Desde el año 1954 que me casé y vine a vivir a Moratinos las costumbres más o menos cambiaron como en mi pueblo, como formamos el mismo municipio los trámites oficiales son los mismos.
Recuerdo como un hito especial en los dos pueblos la llegada de la luz eléctrica y la implantación de la radio y televisión nos igualó con el resto del mundo.
Debido a este acontecimiento sufrimos la invasión de vendedores de radios principalmente, que nos inundaron la casa con aparatos a prueba. Un poco más tarde fue la llegada de la televisión, que especialmente a los mayores les parecía demasiado avance.
¡Qué tiempos aquellos en los que en la escuela de Moratinos había cuarenta niños, la mayoría de matrimonios jóvenes con un promedio de cuatro hijos.
Todos estos adelantos en general han traído consigo que la gente se sienta más independiente y cada vez cuesta más pedir un favor al vecino con la naturalidad que se hacía antes. También se echa de menos la buena costumbre de jugar a las cartas cada noche de invierno en cada casa.
Actualmente en Moratinos se han instalado un hostal, un restaurante y un albergue que están luchando por atraer a los peregrinos del Camino Santiago y demás clientes. Creemos que lo lograrán a pesar de la gran competencia que se ha instalado en todo el Camino.
En contraste con esto, antes no existía más que una pequeña cantina en cada pueblo donde nos reuníamos. Las calles a oscuras y llenas de barro pero la vitalidad de la juventud lo suplía todo.
Ahora en cambio con la despoblación los pueblos se mueren a pesar de que disponen de muchas comodidades modernas, y si el Estado o a quien corresponda no toma cartas en el asunto en pocos años, dada la casi nula natalidad, estos pequeños pueblos desaparecerán.
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