El día 9 de Diciembre de 2012 su
hija Elena nos comunicó la triste noticia de su muerte. Con mucha preocupación
hemos seguido el desarrollo de su enfermedad que ha tenido este fatal
desenlace.
Dada la popularidad que tenía en
todos los medios de comunicación, especialmente con su aportación quincenal en
el periódico Carrión, que era muy leído por gran número de lectores de este
medio gratuito, su muerte ha causado un gran impacto por ser un hombre muy
comunicativo y cercano, siempre dado a defender las tradiciones y modos de vida
de estos pueblos.
En este empeño generoso se gastó
muchos años de su vida defendiendo los derechos de los habitantes de esta zona
frente a las pretensiones, a veces injustas, de los estamentos oficiales, a los
que siempre importunó con sus reclamaciones.
Fruto de esta constancia fue la gran labor de reconstrucción que llevó a cabo en la abadía de Arenillas de San Pelayo tutelando la iglesia y la magnífica sala capitular. En la parte derruída del monasterio, en varios años, logró construir unas instalaciones modernas, donde las Escuelas Campesinas hacen toda clase de reuniones. También funciona un comedor que asiste a los mayores necesitados de este y otros pueblos cercanos.
La última imagen que tenemos de él es con ocasión de un encuentro: le vimos marchar encima de la bicicleta con aire juvenil, una mano en el manillar y en la otra llevando una pancarta de regular tamaño, que pondría en Buenavista de Valdavia cuando se celebró la reunión reivindicativa para que no quitaran las juntas vecinales de ningún pueblo por pequeño que fuera.
Con todos los problemas que
surgieran en la zona se sentía comprometido, convirtiéndose en el alma mater
voluntario de todos, empleando sus muchas influencias para lograr lo que
tenazmente se proponía.
Pero donde más se notó su gran
temple y alturas de miras es el no hacer caso a las críticas y envidias que
forman parte consustancial y nociva de la vida en los pueblos pequeños. A veces
se daba la paradoja que era criticado por los mismos a los que trataba de
ayudar.
En los cursillos de la
universidad de verano, donde asistí varias veces, es donde desplegaba sus
grandes dotes de organizador, resolviendo con eficacia cualquier problema que
se presentara. Su prodigiosa cabeza acumulaba todo el complicado funcionamiento
de las variadas ponencias que se desarrollaban al mismo tiempo.
Para demostraros el control que
llevaba de todo os diré que en las últimas sesiones de la tarde procuraba
acortarlas un poco, para que a causa de mis muchos años pudiera llegar a
Moratinos antes de que anocheciera.
De su valía como escritor lo
podíamos apreciar con su colaboración en el Carrión, siempre tocando problemas
complicados de los que siempre salía airoso contentando a las dos partes,
empleando su extraordinario don de gentes.
Esta faceta de escritor lleva aparejada la de lector acérrimo, que sabía esprimir como un limón el contenido de cualquier libro.
Para ello, según me contó, tenía que completar
la lectura con notas marginales, subrayados y llamadas, para que cuando
volviera a leerlo pudiera asimilar mejor su contenido.
Cuando, después de muchas
peripecias conseguí ver editado mi libro, regalé un ejemplar a nuestro cura D.
Santiago. No sé por qué conducto se enteró de ello D. Esteban y quiso que se lo
dejara para leerlo. Pero en vista de que tenía que llenarlo de notas, tuve que
regalarle otro a él, a pesar de disponer de pocos ejemplares por la cicatería
del editor.
El normal contenido del libro
creo que haya ganado mucho con la aportación de sus sabias notas.
¡¡Cuánta falta se ha de notar de
hombres líderes como el fallecido que sepan conducir las necesidades
apremiantes de estos pueblos, que sin tener quien las aglutine serán manejados
a su antojo por los gobernantes!!
A los dos días del fallecimiento
se celebró en la iglesia de Arenillas un solemne funeral por su descanso. Acudieron gente de los muchos pueblos que abarca su obra llenando la
espaciosa iglesia.
Fue concelebrado por cinco
sacerdotes amigos del finado con la solemnidad que requería el acto. El
celebrante principal predicó una buena plática como recuerdo y consuelo a los
familiares.
Varios asistentes expresaron su
pesar recordando las grandes cualidades de este hombre. Un nieto embargado por la emoción no pudo leer
lo preparado, teniendo que hacerlo su madre. Esta demostración de dolor nos
conmovió a todos.
En el patio se procedió a la
plantación de un árbol como homenaje al gran amor por la naturaleza que
presidió toda su vida.
Descanse en paz este hombre de
bien, que me regaló su amistad.
Reciban todos sus familiares y allegados nuestro más sentido pésame, deseando que Dios premie a este hombre por todas sus buenas obras.
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