Cuando el sábado 2 de Noviembre,
celebración de los fieles difuntos, entramos en el restaurante El Castillo de
los hermanos Velasco, y vi la gran mesa
preparada para más de cincuenta comensales me vino a la memoria la gran
diferencia que existe entre esta celebración de la fiesta de la machorra y la
que yo viví hace unos setenta años.
Si nos remontamos a los orígenes
de esta fiesta, creo puede tener un sentido religioso, al fomentar entre los
pueblos la costumbre de tocar las campanas llamando a la oración en la noche de
difuntos.
Pero como la fragilidad humana
siempre busca aliviarse de lo que estima una obligación, con el paso de los años
esta fiesta religiosa se fue convirtiendo en profana y la acompañó en una cena,
al principio solo para la juventud que se encargaba de tocar las campanas, y
que actualmente se ha generalizado para todo aquel que quiera participar.
Esta costumbre se ha contagiado a
otros eventos de la vida en general, pues no hay fiesta, celebración,
efemérides, inauguración o cualquier recordatorio familiar que no incluya
alguna recepción gastronómica para celebrarlos.
Desde que se restableció esta
costumbre en Moratinos ha ido cambiando el lugar de celebración, pasando del
atrio de la iglesia a la plaza en año de buen tiempo, y para más comodidad, al
restaurante que tenemos en el pueblo.
¡Que diferencia abismal existe
entre este amplio comedor y el que tuvimos que habilitar en aquellos años!
Como no teníamos otro lugar adecentamos lo mejor posible la antigua
fragua comunal donde se aguzaban las rejas de los arados y otros aperos con los que se labraba la tierra y que también servía de reunión
nocturna.
También hay diferencia en la
carne consumida, pues antes la oveja tenía por lo menos dos años y ahora es de
cordero del año.
Con ella nos sirvieron un buen
guisado seguido de excelentes chuletillas de cordero a la plancha.
De postre
unos canutillos rellenos de crema pero muy modernizados por los aditamentos que
les acompañaban.
Y finalizamos con café y chupitos:
estos a cargo de Julio Cuesta e Hilario González vecinos que se jubilaron este
año.
Hace sesenta y cinco años la
natalidad en Moratinos era normal, prueba de ello es que se jubilan ahora una
media de cuatro quintos al año. Pero pasados 30 años, por culpa de la
emigración, la natalidad cayó a cero.
Entonces nos parecía que este
problema no tenía importancia, pero aquí la tenemos con toda su crudeza, pues
sin niños criados en el pueblo el relevo generacional es imposible.
Nos debemos alegrar porque casi
todos los vecinos e hijos del pueblo lleguen felizmente a la jubilación y
puedan disfrutarla muchos años como premio a la vida laboriosa que han llevado.
Pero este lado positivo puede ser
también motivo de preocupación si se piensa que no dentro de muchos años todos
los vecinos del pueblo estaremos jubilados y su futuro se presenta muy
incierto.
Las ayudas que hasta ahora da el
Estado para el relevo en el campo con jóvenes agricultores no ha tenido el
efecto deseado por carecer estos del necesario apego al terruño, tan necesario
en este oficio.
De todos modos debemos alegrarnos de que los cambios operados en estos
años hayan sido siempre para bien, y desear a las nuevas generaciones no les
falte el trabajo, que siempre fue el impulso del progreso y bienestar de la
humanidad
1 comentario:
Modesto, muchas gracias por tu visita a mi blog. Te tengo abandonado... Durante el verano apenas visito los blog de nadie. Prometo visitarte mas a menudo ahora que comienza el largo y duro invierno, y tengo mucho tiempo libre.
Es una pena que las zonas rurales se queden sin vida por falta de oportunidades. La vida en los pueblos es mucho mas rica en vivencias y afectos, la prisa no invade las calles como en las grandes ciudades.
Veo que habéis disfrutado mucho.
Os envío un fuerte abrazo a ti y a Raquel
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