A las siete de la mañana salimos de Palencia trece excursionistas del Club de los 60 con dirección a Ávila donde completamos el autobús. Disfrutamos del amanecer en estas planicies castellanas, que con el rocío de la mañana, cambia el color ocre de los rastrojos en un manto blanco con vivos reflejos de la escarcha.
Navegando hacia Ávila pronto se empezaron a divisar a lo lejos las verdes copas de centenarias encinas, que con su distribución muy irregular y espaciada simulan ser los guardianes de estos grandes espacios. Nos acercamos a Ávila, que vista de largo en estas primeras horas de la mañana, medio iluminada en su cara Oeste parece un gran joyero bordeado de sus estupendas y bien conservadas murallas en cuyo interior brillan como alhajas un buen número de veletas y torres repletas de campanas.
Oí comentar a algún originario que las murallas son objeto de restauración permanente, que se hace poco visible al estar hechas con piedra de las canteras locales, del mismo color de las que se usaron en su construcción primitiva. De esta buena piedra esta hecha la plaza y muchos edificios principales. En las calles la mayoría de los rótulos comerciales terminan con el nombre de Santa Teresa, gran mística y andariega de estas tierras castellanas, que quiso ser enterrada aquí, donde se la procesa una devoción especial.
Sorteamos varias localidades satélites de Madrid y en el campo de Móstoles se apreciaba que los maizales acusaban en sus hojas bajas bastante sequía, que acaso se debiera a la falta de agua para regar. Esta escasez de líquido elemento, según nos dijo un aspirante a comprar las célebres casas del Pocero, las había afectado mucho. Este conjunto de urbanizaciones situadas a la derecha de la autopista ha tenido la desgracia de estar construida en medio de los términos municipales de Madrid y Toledo. Al no ponerse de acuerdo para dotarlas de agua suficiente la competencia de otros constructores no ha dejado de buscarle problemas para que no acabe de vender las viviendas hechasy las vendidas con escasos servicios. Esta presión ha contribuido para que este Sr abandone España y esté ejerciendo su depurada técnica constructiva en Arabia Saudita.
En las numerosas viñas del campo de Toledo se apreciaba la escasez de la mano de obra, pues sólo vi dos cuadrillas, una de doce componentes y otra de seis, las demás bajaban de este número. Se veían muchos vehículos como tractores, furgonetas y coches pero cuadrillas muy pequeñas de vendimiadores, que tendrán que invertir muchos días en estas extensas zonas de viñedo. Al estar plantado en cepa baja las máquinas de vendimiar actuales no pueden trabajar. Pasamos por las grandes bodegas del Señorío y Valdepeñas, donde,con los métodos más sofisticados, se vinifica la gran cantidad de uva.
En la técnica de aprovechar el viento se ven, junto a modernos generadores, molinos de viento tan tradicionales en esta zona de Tomelloso.
Aprovechando el tirón de la inmortal obra de Cervantes, han salpicado la llamada ruta del Quijote con estatuas del sin par Caballero y del no menos famoso escudero Sancho.
Ya en tierras de Jaén el número de viñas disminuye y el de olivares aumenta.
Al puerto de Despeñaperros le llaman la puerta de Andalucía, pues pasado este el panorama cambia totalmente. El cultivo del olivo invade tanto los valles como los altos riscos en una sucesión interminable, pues pasamos casi cuatro horas en el autocar sin que se viera el fin.
Muy austera es esta planta del olivo pues se aclimata a una tierra que, a veces ,no es más que la piedra caliza desmoronada por la climatología. Aguanta la sequía valiéndose de sus hojas porosas que retienen la humedad escasa que proporcionan el aire húmedo de las nieblas y escarchas. Por nuestra zona de Castilla, como adorno, también se ha plantado algún olivo, que rara vez llega a dar aceitunas, a pesar de estar plantados en una tierra más fértil. Esto demuestra lo sabia y equilibrada que es la naturaleza. A nosotros nos ha dado buen “suelo pero mal cielo”y en otras regiones se invierten los términos, compensando con el "buen cielo el mal suelo.”
A la izquierda de nuestra marcha desde el coche, divisamos a Jaén como un conjunto tan numeroso de casas como los muchos olivares que le circundan.
Después de más de doce horas de autobús, con dos paradas reglamentarias y otra para comer, llegamos al hotel Puente Real situado junto al mar, dos kilómetros antes deTorremolinos. Este gran hotel cuenta con capacidad para unas mil quinientas personas, con buen servicio de habitaciones y un bufet muy variado y abundante. Al estar tan alejado del pueblo tiene poco ambiente para la diversión y para usar internet muchas pegas
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