Su puerto natural, el segundo más grande de Europa, tiene gran capacidad de atraque y calado por lo que pueden amarrar barcos de gran tonelaje, tanto de mercancías como de cruceros con turistas, que es el último grito del turismo internacional.
Esta oportunidad de puerto y su estratégica posición ya fue descubierta por los cartagineses, fenicios y griegos.
Los romanos lo ocuparon por muchos años seguidos de los árabes, formando parte del califato de Córdoba.
En el año 1287 Alfonso III la conquista para la corona de Aragón.
Durante los reinados de Carlos I y Felipe II atravesó una de las épocas más oscuras, debido al constante asedio a la que fue sometida por las flotas turca y berberisca.
También en tres ocasiones perteneció a la corona británica y en mandatos cortos a los franceses. Por el tratado de Amiens firmado en 1802 por Gran Bretaña y España pasó definitivamente al dominio español.
Esta sucesión de invasiones, todas con el objeto de dominar el Mediterráneo, ha dejado una rica herencia en toda la isla que se puede comprobar hoy día.
Esta misma circunstancia hizo que durante la dictadura se pusiera freno al turismo aumentando el componente militar con fines defensivos.
En cuanto a monumentos destacan la plaza con la estatua de Alfonso III, la iglesia del Carmen y un artístico órgano que adorna otra iglesia.
Los edificios que albergan al gobierno son de estructura moderna. Es de destacar también que sólo han autorizado la instalación de cuatro aéreogeneradores en toda la isla por no estropear el ambiente que está declarado reserva de la biosfera.
La industria del queso la fomentaron los ingleses, trayendo una clase de vacas que da la leche apropiada para ello.
Actualmente sólo se ven tres clases de vacas: las autóctonas de color pardo intenso y otras blancas junto con la pinta holandesa.
El ganado lanar se ve menos y es de raza merina.
En la isla del Aire se cría una clase de lagartija negra, que ha pasado a ser el emblema de todas las manufacturas menorquinas.
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