Uno de los pájaros más
representativos de esta zona era la urraca, que aquí se la llamaba “pega”. Convivió siempre con sus hermanos córvidos las grajillas y los grajos, que aunque en menor cantidad, todavía
se les ve por estos pagos.
Las pegas, demostrando sus
mayores reflejos y pudiéramos llamar inteligencia, han desaparecido de los
plantíos y matorrales donde se guarecían y hacían sus nidos buscando zonas
menos contaminadas.
El campo puede decirse que ha
quedado sin la presencia de este guardián infatigable que ejercía esta labor de
una manera permanente.
Si se rompía un saco de simiente,
allí estaban ellas para alimentarse del grano. Si comías tu merienda en el
campo allí se presentaban solícitas y tan pronto te levantabas hacían una
limpieza general de todos los desperdicios.
Maravillaba ver la facilidad que
tenían para indagar lo que sucedía en cualquier lugar del ancho campo.
Esta faceta las hacía peligrosas
pues atacaban a cualquier animal herido o débil que quedara abandonado. Bien
sabían esto los pastores veteranos, pues cuando se les quedaba una oveja
enzarzada salían de inmediato a buscarla, pues si no la encontraban pronto la
presencia de las pegas era rápida y devoraban sus ojos, como la parte más
blanda que encontraban, teniendo que sacrificarla de inmediato pues una oveja
ciega no tiene posibilidad de sobrevivir.
Estos astutos pájaros hacían sus
nidos en lo más alto de los árboles, donde la fragilidad de sus ramas no
aguantara el peso de un hombre.
También los sabían colocar en el
centro de la mayor y más tupida zarza que encontraban en todo el contorno, lo
que te impedía acercarte a él.
Era tal el blindaje superior de
sus nidos que no dejaban más que un pequeño agujero de entrada, rodeado de los
palos de zarza más resistentes y con mejores pinchos.
Esta sólida construcción era
aprovechada alguna vez por los cernícalos, que aquí se llamaban gaviluchos,
mucho menos mañosos, estableciéndose verdaderas batallas por su posesión.
Estos dos pájaros se
alimentan mayormente de la gran cantidad de ratones autóctonos, que al arar,
sus madrigueras quedaban al descubierto.
La lucha entre ambos te servía de
distracción en las largas horas sobre el tractor.
A pesar de que las pegas no
tienen las garras y el pico curvo de los aguiluchos, estas lo suplían con más
fuerza y maña para llevarse el ratón disputado, especialmente si la pega
encontraba un árbol cerca donde se hacia inexpugnable.
No fui partidario de tener aves
en cautividad, pero un amigo me contó que había tenido una cría de pega en
casa. A los pocos días de darla buen trato no intentó huir y se aclimató a la
casa totalmente.
Para desarrollar su instinto buscador recorría la casa
constantemente guardando en los sitios más inverosímiles todo objeto que
pudiera transportar.
Con el trato de este singular pájaro
parece que en mis largos años de labrador le había cogido cierto aquel.
Si alguna vez vamos a Valladolid
me gusta dar una vuelta por el Campo Grande. Fue una agradable sorpresa oír el
inconfundible graznido de las pegas saltando entre los árboles centenarios de
este hermoso parque, que cobija multitud de aves exóticas que son cuidadas con
esmero, logrando ser uno de los mejores parques de esta zona de campos.
¿ Qué ha sucedido para que un ave
tan avispada como esta busque refugio en estos lugares?
A mi entender la causa no ha sido
otra que la gran contaminación acumulada en el campo con tanto producto químico
que ha acabado empobreciendo todos los seres vivos que componen la natural
cadena trófica. Esta falta de seres aparentemente inferiores ha cortado la alimentación
de los que podíamos llamar superiores mermando su expansión y haciendoles que se
retiren a lugares más limpios de contaminación.
Parece que esta ha aumentado cuando
se ha generalizado el uso de productos derivados del mercurio, pues en mis
tiempos de labrador se usaba el sulfato de cobre, al parecer mucho menos dañino
que el mercurio.
Recuerdo que el sulfato de cobre se usaba para múltiples usos,
como el tratamiento de las viñas, la desinfección de las simientes e incluso
como remedio curativo de las gallinas disuelto en el agua de beber.
Debía también servir para limpiar
la boca de las mulas pues mi querido padre las daba un bocado de simiente con
la sembradera, cuando iniciaba la faena de sembrar a boleo.
El mercurio es un metal en estado
líquido muy pesado que se extrae de las minas. Se ha generalizado tanto su uso
que se hace imprescindible para la fabricación de las lámparas de bajo consumo,
tubos fluorescentes y toda clase de mini pilas con las que funcionan pequeños
aparatos como los audífonos.
Si no se hubieran hecho pruebas
nos parecería imposible que una pequeña pila que apenas la encuentras entre los
dedos, sea capaz de contaminar una gran cantidad de agua. De hay la necesidad
de entregarlas para su destrucción controlada.
El ahorro de energía eléctrica
con estas lámparas ha hecho renovar todo el alumbrado publico, iluminar muchos kilómetros
de playas, además del uso general en bancos, centros comerciales y en el uso
doméstico.
La contaminación ha aumentado en
paralelo a sus aplicaciones siendo motivo de alarma, hasta el extremo que un
renombrado científico no ha tenido empacho en afirmar que si no se hubiera
descubierto el mercurio el mundo habría avanzado menos, pero estaría mucho
menos contaminado.
La casi nula contaminación de
antes favorecía el desarrollo de una cantidad numerosa de seres vivos que servían
de alimento a otros, como los zapateros, las chicharras y los grillos, que en
las noches planas de verano alegraban el ambiente con su monótono grillar.
En mi niñez estaba de moda tener una caja de grillos a los que alimentábamos con hierba. Para recogerlos en los agujeros que hacían picábamos con una paja y si no salían teníamos un método infalible. Poníamos rodilla en tierra y les echábamos una meadita forzándoles a salir si no querían morir ahogados.
Esta misma causa nos ha privado de oír el croar de las ranas que había en toda charca que tuviera agua todo el año. Otro batracio menos vistoso como el sapo ha desaparecido también, privando a las huertas de un predador natural de las babosas y caracoles con los que se alimenta.
Procuremos usar lo menos posible
productos contaminantes, para que su regeneración sea la más rápida posible.
3 comentarios:
Hola X. Bonitas crónicas. Yo también soy amante del campo, pero sin tanta sapiencia...
He buscado el libro que nombras como tuyo en la introducción del blog y no lo encuentro.
A ver si te miras mi blog http://aramass.blogspot.com.es/ aunque me conecto poco a la red; me acabo de jubilar, retirándome del urbanal ruido y pretendo desengancharme de algunas cosas...
Un abrazo y que sigas disfrutando de la maravillosa naturaleza.
Franca
Ah, que no sé cómo hacerme seguidora de tu blog. Y que me digas cómo conseguir tu libro de Tierra de Campos (la última vez que estuve fue cuando hice un tramo del Camino, el año pasado).
Saludos y salud a esa noble tierra y a sus habitantes desde le no menos preciada Sierra de Huelva, bien distinta. Vivan las diferencias!
La observación de los hechos cotidianos es el punto de comienzo para llegar al conocimiento. La curiosidad conduce a la información y ésta a la cultura popular. Delibes,como hace mi padre,amaba el entorno que le rodeaba, sentía curiosidad y transmitía esa pasión en sus libros a los demás. Mi padre mantiene esa misma sintonía con la naturaleza que le convierte en el sabio respetado por todos. Un beso. CARLOS CELADA
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