El pasado 15 de Mayo se celebró en Moratinos la fiesta de San Isidro con las costumbres y celebraciones que por su continuación se van haciendo tradicionales.
La
víspera, como las grandes celebraciones, hubo cohetes para anunciar la fiesta. A
las 11, con un derroche de sacrificio, nuestro buen cura D. Santiago nos dijo
la misa y la bendición de campos, sacando en procesión a nuestro patrono, con acompañamiento del
pendón.
A continuación en el centro social del pueblo se celebró el preceptivo refresco, que otros años se hacía en la plaza, cuando el tiempo no amenazaba lluvia como ocurría en este. Con la colaboración de los tres establecimientos hoteleros que tenemos resultó muy abundante y variado, contribuyendo a pasar un buen rato de convivencia tan necesaria en estos pueblos.
El
continuo paso de peregrinos contribuye también a animar el acto. Este
año, guiados por el ambiente bullicioso del centro, acudieron a él participando
lo mismo que otros años en plena plaza.
La atracción principal en este caso fue una peregrina que llevaba su ajuar sobre un burro muy particular. Tenía el pelo a corros blancos y negros como las vacas holandesas, cosa que ninguno habíamos visto, convirtiéndose en una novedad y objetivo de muchas fotos.
El
aspecto del campo es prometedor, pues con las lluvias muy suaves que han caído
en estos 30 días los cereales están muy buenos, las cebadas ya están espigadas
con bastante adelanto, pues en los años corrientes había que buscar alguna mata
de cebada espigada para ponérsela al Santo.
La siembra de primavera, que ahora se reduce casi al girasol, está naciendo bien. Si en el verano lloviera un par de veces, cosa algo problemático en esta región, se puede lograr una buena cosecha de esta oleaginosa, que por tener múltiples aplicaciones, estos últimos años ha tenido bastante buena aceptación en el mercado.
Como
en el campo siempre sucede lo inesperado el día de San Marcos nos propinó una
helada nocturna, que se ha llevado por delante la cosecha de los nogales, las brevas
de las higueras y los ciruelos, que como estaban adelantados sufrieron más los
efectos de la helada.
Los manzanos, perales y las parras se han librado de esta por estar más atrasados, pero no están exentos de que una helada tardía les afecte.
En
cierta ocasión me comentaba un cultivador de frutales, que la naturaleza nos
había dado en esta región “un buen suelo” pero “un mal cielo” por lo que estos
cultivos han ido casi desapareciendo. Para librar a la fruta de estas
tradicionales heladas tardías tenían que gastar mucha preocupación y dinero en
proteger con fuertes humaredas la salida nefasta del sol naciente, aunque
muchas veces se hacían inútiles por la continuación de las heladas.
Un
año que tenía todos los árboles de la huerta en floración me tomé la molestia
de levantarme antes de la salida del sol, y termómetro en mano comprobé que la
temperatura descendía de cero grados.
Me
habían dicho que rociando con agua los frutales el hielo resultante les defendía
de la helada, cosa que pongo en duda pues yo no logré más que una soberana
mojadura al intentar regar con la manguera los altos frutales.
Otros
ponen colgando de las ramas vasijas llenas de agua y otros cantos rodados entre
los troncos, pero el resultado es más sicológico que real.
Debemos
conformarnos con aprovechar la fertilidad del buen terreno que tenemos para
cultivos más adaptados y seguros, y dejemos que otras regiones que tienen buen
clima lo aprovechen para los cultivos de fruta.
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