Hará unos siete años que una pareja formada por Rebeca, de nacionalidad norteamericana y Patricio, inglés, vinieron a vivir a Moratinos.
Compraron una casa, que han ido arreglando con los años y se sienten como dos vecinos más del pueblo, procurando con entusiasmo adaptarse a nuestras costumbres, que en la mayoría de los casos, difieren mucho de las suyas.
Para los que hemos salido poco del pueblo este comportamiento tan ejemplar no deja de admirarnos y comprendemos el mérito que tiene aguantar de buen talante nuestro carácter un tanto brusco, muy propio de esta región castellana.
En su deseo de agradar y ser útil al pueblo, Rebeca intentó desinteresadamente darnos clases de inglés, que por ser su idioma materno domina a la perfección.
Derrochando mucha paciencia logró que aprendiéramos algunas palabras de inglés. Pero como la mayoría somos ya mayores, la diferente escritura y pronunciación de ese idioma se nos hacía muy difícil de entender y desistimos del intento, agradeciendo a Rebeca su buena intención.
El amor por los animales de esta pareja nos parece admirable si lo comparamos con el nuestro, pues siempre buscamos una utilidad material.
Quizá esto sea debido a que no hace muchos años se labraba la tierra con el gran esfuerzo de las mulas y los rebaños de ovejas se cuidaban con la ayuda muy costosa de los perros de carea.
Este aprovechamiento del trabajo de los animales constituía el principal ingreso para nuestra subsistencia.
Como buenos ingleses les gusta madrugar y salir al campo con una buena cuadrilla de perros que, por pura afición, cuidan y pasean diariamente aunque las condiciones del tiempo no sean propicias.
Muchas mañanas, cuando yo salgo a dar un paseo, ellos ya vienen de vuelta. Hacemos un pequeño aparte comentando las noticias más interesantes del día y también les gusta enterarse de la marcha y variedad de los cultivos.
Procuran participar en las tareas comunales del pueblo y asisten a cuantas reuniones festivas se celebren, como la reunión de la machorra, la chorizada del día de la fiesta y otras varias.
También en la iglesia no falta su presencia para aumentar el escaso número que nos reunimos en la misa de los domingos.
Su casa está siempre abierta a los peregrinos que lo deseen y, según propia confesión en el blog que llevan, con el pago voluntario que reciben por sus servicios de cena y cama, la tacañería de algunos se compensa con la esplendidez de otros.
Como recuerdo a un peregrino muy conocido de ellos, que tuvo la desgracia de morir cerca de Logroño, han plantado junto al Camino de Santiago un buen castaño y como ofrenda han clavado junto al árbol el cayado como signo del peregrino recordado.
Como buenos amantes de la naturaleza plantaron también varios árboles en su casa y en la plaza del pueblo.
Nadie piense que escribo esto por pura adulación, pues no va con mi carácter, sino como reflejo de una realidad fehaciente y fácil de comprobar, de la que todo el pueblo esta muy orgulloso de tener unos vecinos tan especiales.
2 comentarios:
Hola Modesto! soy tu prima Rufina que estoy leyendo tus apuntes y me gusta mucho lo que cuentas. A ver si me das clases de Informatica.
HOLA THIERRY Y RUFINA, ME GUSTARÍA SABER VUESTRO CORREO PARA ESTAR MÁS EN CONTACTO. ME ALEGRO MUCHO QUE OS GUSTE LO QUE ESCRIBO.
UN ABRAZO DE MODESTO Y RAQUEL
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