El pasado día 22 de junio se celebró en Moratinos esta fiesta en la que a pesar de los pocos que nos reunimos, no faltaron los elementos que la distinguen, como el altar bellamente adornado con tapices que realzaban la imagen expuesta con alfombras y pétalos de rosas, que con la conjunción de colgajes en las ventanas altas daban a la cara este de la plaza de Moratinos, donde está situada la casa y fachada de la familia Villarroel un empaque especial de gran fiesta.
A pesar de asistir a más pueblos D. Gaspar procuró sacar tiempo para hacer esta celebración en muchos de ellos.
Se acentuaba con ello su carácter de cura heroico, que no duda de echarse al cinto cuantas misas sean necesarias para que los domingos no falte la misa en ningún pueblo y se siga manteniendo el último vestigio que nos queda de nuestra idiosincrasia religiosa.
Con la noticia que nos dio de D. Santiago que le tenían que operar de nuevo nos entristeció a todos y deseamos que logre con esta operación la mejor calidad de vida, para que disfrute de su jubilación bien merecida.
Recordemos con cuanta ilusión renovó aquí la costumbre de las procesiones hasta el punto de llevado por su entusiasmo llegó a compararlas con las de Toledo. Su carácter dinámico le imprimía una decisión tan vital, que todo le parecía poco para elevar la celebración de cualquier actividad religiosa.
Sepa D. Santiago lo muy agradecidos que estamos todos y le deseamos su pronta recuperación, para que ya restablecido pueda hacernos una visita que nos encantaría sobre manera.
En toda esta zona era muy señalada la fiesta del Corpus, pues en mi pueblo la noche anterior la mocedad se reunía para hacer enramadas, arcos y altares por las calles engalanadas con flores silvestres.
También cuento en mi blog en fecha de Enero de 2010, las fatigas que pasamos los mozos por querer implantar en San Nicolas la costumbre de pinar el mayo.
Vencida ya la noche al final de estas faenas íbamos a la cantina para comentar todo lo hecho y bebiendo todo lo que se usaba entonces para echar la “parva” que consistía en beber unos orujo seco y otros el “maladaine” que era orujo arreglado con café y azúcar, y acompañado de un buen surtido de pastas y galletas.
Después de este tradicional refrigerio volvíamos a casa al amanecer.
Por cierto, revisando la palabra parva,me he encontrado con un artículo del Diario Palentino de hace unos años que nos explica un poco la historia de la palabra.
Por qué lo de tomar la parva
· Es lógico que entre la
gente labradora se hayan preguntado muchas veces que qué tendrá que ver lo de
tomar la parva con las parvas de las eras, que eran las parvas que ellos
conocían y que, claro, no se podían tomar.
Para quien desconozca
el tema, recordamos que por aquí tomar la parva se decía a la costumbre de
tomar los hombres una copita de aguardiente, con una galleta o un trozo de pan,
rompiendo así el ayuno y antes del desayuno propiamente dicho. Como antes se
madrugaba bastante, pues, mientras las mujeres hacían el desayuno, los hombres
acudían a la taberna o al mismo alambique a tomarse su copichuela de orujo,
para entonar el estómago y echar unas parladas distendidas, sobre todo en época
de fríos, cuando no solía salirse al campo.
Ya digo que lo
sorprendente, a primera consideración, es por qué se llamaría a tal costumbre
tomar la parva. Pero, claro está, hay una explicación, que al fin resulta
sencilla.
Desde la época romana
y después en terminología de la
Iglesia , se llamó en latín refectio parva (comida pequeña) a
un desayuno ligero o a una pequeña porción de alimento que se tomaba por las
mañanas en días de ayuno. La expresión refectio parva se simplificó en el habla
popular y para aludir a ese minidesayuno se terminó diciendo simplemente la
parva, que al pie de la letra significa la pequeña, sobreentendiéndose lo de
comida.
La palabra parva, con
este significado o parecido, está muy extendido en toda la Península , con
referencia a las costumbres propias de una comarca o región. Para unos, siempre
con el sentido de pequeña colación o comida, la parva era el tentempié que los
aldeanos tomaban a media mañana o media tarde para reponer fuerzas. Para otros,
la parva era un simple bocado con vino o aguardiente, para calentar el cuerpo
muy de mañana, antes de desayunar fuerte.
Y eso sí, la parva,
sin salirse de la parva, que a ver luego quién se ponía a trabajar.
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