lunes, 14 de julio de 2014

NUEVA TEMPORADA 2014



El pasado 1 de Julio empezamos a abrir la iglesia para que puedan visitarla los peregrinos del Camino de Santiago. Grandes son los sacrificios que estos intrépidos peregrinos tienen que soportar, pero cada vez me convenzo más de que este Camino tiene algo de mágico, vista la ilusión y el bienestar interior que demuestran los que lo practican.


Esto lo confirmaron una pareja de novios madrileños que se llaman Eva Fernández y Antonio Almodóvar. Después de contemplar un buen rato nuestra iglesia dijeron que les encantaría casarse en ella pues consideraban que con cuatro aditamentos quedaría espléndida.
Además estimaban que su capacidad se ajustaba a la cantidad de familiares y amigos que pensaban invitar. Les comenté que nosotros habíamos celebrado nuestras bodas de oro aquí, y salieron bastante bien.
También hablamos de que como aquí escasean las bodas y abundan los funerales, el cura que nos atiende estaría encantado de casarlos, y a los pocos vecinos que somos nos alegraría mucho acompañarlos. 
También les dije que aquí disponían del restaurante El Castillo, que podía competir en precio y calidad con cualquiera de Madrid.
Pero como sucede las más de las veces estos buenos deseos siempre son vencidos por los imponderables que se cruzan en nuestras vidas. La primera ilusión de esta pareja la vi mermada al marchar, por el inconveniente de tener que hacer desplazar tan lejos a sus invitados.
Esto de abrir la iglesia y estar esperando que lleguen los peregrinos es un pequeño ensayo de lo que tiene que aguantar todas las profesiones que actúan cara al público. Lo mismo te pasas media mañana sin que entre alguno y luego que entren todos a la vez sin tener tiempo material para atenderles.

Esto me pasó esta mañana que, cuando había más gente, llegó un matrimonio con dos hijos pequeños equipados con dos burros bien aparejados, y no pude hacerles más que esta mala fotografía y sellarles las cuatro compostelas que traían, pues a pesar que los niños eran muy pequeños ya manipulaban sus respectivas compostelas.
El paso de los años va deteriorando mi pulso y muchas fotos me salen movidas.
Intento hacer varias y escojo la que me parece más aceptable, cosa que no pude hacer con las prisas en este último caso.    
En mi segundo turno del día 12 abundaron los extranjeros y uno de ellos muy intuitivo me preguntó, en casi un chapurreo, cuantos habitantes éramos en el pueblo. Al decirle que 27 se preguntó cuán a gusto viviríamos en estas casas por fuera de barro pero muy térmicas por dentro.
Se alegraba de que esta manera de concentrarse en las grandes ciudades está a punto de desaparecer, pues ha recogido esta sensación en varias naciones de Europa, donde la gente esta harta de vivir en barracones y dejar abandonadas sus confortables casas en los pueblos.
Ojalá acierte su pronóstico pero me parece muy difícil pues la gente busca el trabajo, que por desgracia no se encuentra en los pueblos, si no se toman medidas económicas muy radicales.
En este día vinieron a visitarnos nuestros amigos Lucio, Tina y Tomas que viven en Burgos y pasan el verano en Villalcón. Como novedad en el tiempo que pasaron aquí, les parecía bien enseñar la iglesia a los peregrinos de tan dispares procedencias.
Tomás, muy aficionado a la fotografía, sacó varias de los muchos adornos que tiene esta pequeña iglesia, y como recuerdo de su visita saqué esta que acompaño.

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