Como creo que por mis años estoy recorriendo la última, me parece oportuno que con carácter general haga un breve resumen de todas ellas, con las variantes que el paso del tiempo ha impuesto irremediablemente.
1ª LA NIÑEZ. Es sin duda la etapa
más feliz pues nos convertimos en el centro de atención, en primer lugar, de
nuestros padres, a la que acompañan la de los abuelos, tíos y demás miembros de
la familia.
Todos rivalizan en atendernos
como compensación de la que ellos también recibieron, y que quieren aumentar en
nuestro caso como orgullo personal.
En los últimos años se ha
impuesto la costumbre de tener pocos hijos pero bien criados, equilibrando de
alguna manera la natural inclinación de perpetuar la especie.
Si en mi época ya disfrutamos de
muchas atenciones, en la actual acaso se peque de exceso, pues se convierte al
niño en el centro idolatrado de toda la familia, consintiendo todos sus
caprichos, que no contribuyen en nada a formar los principios del carácter que
debía tener a lo largo de su vida.
Tampoco contribuyen a su
formación, pues el niño recibe imágenes gratuitas en la televisión sin poner
ningún esfuerzo. Esta comodidad influye más tarde para no coger afición a la
lectura, pues esta requiere más concentración y esfuerzo personal.
2ª LA ADOLESCENCIA
Este primer paso ya nos va imponiendo alguna obligación como asistir a
la escuela con regularidad, cumplir las obligaciones que nos mandan los
maestros haciendo los deberes tanto en la escuela como en casa.
Nuestra inclinación natural a
seguir jugando despreocupados de todo, hace sentirnos incómodos y nos fastidia
tener que acomodarnos a un horario y condiciones de vida diferentes
precisamente por vencer estas carencias logramos formar nuestro carácter y
convierte esta etapa en la más fundamental de nuestra vida, pues de ella
depende nuestra formación, para que en el futuro sepamos afrontar con éxito las
dificultades que la vida impone.
3ª LA MOCEDAD
Aunque esta palabra ha caído en desuso, en mis tiempos era lo que actualmente se llama juventud. Importante esta etapa donde casi
todos los jóvenes quieren estudiar, y se afanan por sacar alguna carrera,
aunque sea a costa de grandes sacrificios de los padres y su renuncia a estar
con la familia no siendo en vacaciones.
En mi época esta tendencia era
escasa pues la situación económica de nuestros padres no daba para tanto y
empezábamos nuestra vida laboral siguiendo los consejos de nuestros padres,
siempre en consonancia con la tradición y las reglas inmutables de la
naturaleza.
En los años cincuenta y sesenta
con motivo de la industrialización de las grandes urbes, una buena parte de la
mocedad emigró, quedando a los pueblos en precario y privados del empuje que
la juventud lleva consigo.
Esta época era también la de “pretender” como antes se decía, que no era otra cosa que alternar con las chicas buscando una compañera con quien casarse.
En la época actual es quizá donde
haya habido los cambios más radicales. Con la marcha, especialmente de la
juventud femenina, se ha sentido un bajón en los matrimonios de los pueblos
contribuyendo a su galopante despoblación, pues los jóvenes encuentran muchas
dificultades para casarse.
En mis tiempos, al estar toda la
juventud aquí, era más fácil encontrar novia aunque la pequeñez de los pueblos
y las relaciones familiares, en alguna ocasión, no era la mejor para tener
relación con una chica.
Para subsanar esta deficiencia, y
como los pueblos no están muy distantes, se buscaba relación con las mozas de
ellos, que siempre resultaban más distendidas y libres, lográndose concertar en
este ambiente bastantes matrimonios.
Desde tiempo inmemorial este
intercambio de matrimonios en pueblos próximos ha sido muy enriquecedor pues el
cambio de costumbres, aunque sea pequeño, siempre es bueno para evitar la
monotonía de la pareja que siempre debemos evitar si está a nuestro alcance.
4ª LA VIDA DE CASADOS Esta es sin duda la más trascendental e
importante de nuestra vida. Esta, con la llegada pronta de los hijos, que
entonces era lo más normal, imponía a la pareja una dedicación especial. A ella
el cuidado y crianza de los hijos y a él lograr los bienes con los que se podía
sustentar económicamente a la familia.
Estas dos obligaciones, antes nítidamente separadas, en la actualidad se han ido difuminando dado que la mujer trabaja y no puede llevar la casa sin la ayuda del esposo, que por muy buena voluntad que ponga nunca podrá sustituir a la esposa en las labores domésticas.
Este cambio de roles, tan
debatido actualmente creo que va en contra de las cualidades intrínsecas de
cada sexo. La mujer, que llamamos sexo débil, nos gana largamente en intuición,
paciencia, sufrimiento y otros muchos matices que resaltan a la vista, y que
han demostrado muchas viudas sacando la familia adelante mejor que los viudos.
Aunque la fuerza física de los
hombres ha sido mermada por la actual era de la robótica y mecanización, no
podemos confundir la diferencia que la naturaleza ha dotado a cada sexo, y sería
temerario que fuésemos iguales para todo.
De la unión de estas dos
cualidades es donde radica la fuerza del matrimonio, y se acrecienta con los
hijos que estimulan el esfuerzo común para su crianza y educación.
Todos los padres queremos
siempre lo mejor para nuestros hijos, y muchas veces empeñados en esto no nos damos
cuenta que crecen, y cuando se casan o se independizan sentimos como haber
perdido algo nuestro.
Esto debe suceder a nivel general pues acabo de leer un libro que se titula Escribir es Vivir, del gran escritor y economista José Luis Sampedro donde cuenta una anécdota que viene muy bien al caso. Dice que cuando se casó y tuvo una hija la enseñó a hacer pis en un orinalito que él la ponía, se sintió desplazado cuando su hija ya no le necesitaba para hacerlo. Estableció un paralelismo con el día que su hija se casó y le dio un nieto y ganó un hijo, pero se pierde un poco a los hijos cuando forman su propio hogar.
Muy difícil la tarea de ser
padres: el amor de padres a veces nos ciega y no entendemos que nuestros hijos
crecen y deben independizarse.
Esta necesidad tardamos varios años en
asimilarla y cuando los hijos tardan más de lo normal en casarse no paramos de
incordiarles para que lo hagan, pues la vida nos ha enseñado que cuando
faltemos nuestros hijos tengan una pareja donde apoyarse.
Atendiendo los quehaceres de la
agricultura y ganadería que no eran pocos, los años fueron pasando y sin darnos
cuenta llegó la edad de jubilación, en la que dejamos la explotación en manos
de nuestra hija pequeña casada con un labrador.
5ª JUBILACIÓN. Es la etapa de la
vida en la que más se disfruta, pues a los sesenta y cinco años sin tener
ningún impedimento físico y libres de los cuidados de la hacienda, procuramos
pasarlo lo mejor posible, aprovechando las facilidades que nos da el INSERSO y
CASTILLA Y LEON Con el CLUB de los 60.
En varias excursiones hemos
visitado muchas zonas de España, todas ellas de mucho interés por la variedad
de su ambiente y el trato con los diferentes habitantes de cada región.
También hicimos un crucero por el Mediterráneo llegando hasta Estambul. Esta gran metrópoli tiene once millones de habitantes, situada estratégicamente en el estrecho de los Dardanelos entre Europa y Asia.
El deseo de visitar a unos primos
que tenemos en Argentina nos llevó hasta allí en un viaje en avión de doce
horas seguidas. Grande y rica nación Argentina que tiene enormes extensiones de
tierra virgen, donde el arado no ha penetrado nunca y la fertilidad de la
tierra produce abundante y buena hierba de la que se alimentan multitud de
animales, en especial el vacuno.
Da pena ver a una nación tan rica
en medios sufriendo una gran depresión económica por culpa de sus gobernantes,
que no sé si por corrupción o falta de iniciativa llevaron a la moneda nacional,
el peso, a la depreciación más feroz en el célebre corralito.
Frecuentando estas excursiones
hemos pasado los mejores veinte años de nuestras vidas, y como los años no
pasan en balde hay que amoldarse a las circunstancias de ver mermadas las
facultades físicas, por lo que no podemos disfrutar de las muchas excursiones
que se programan en estos viajes, y que son la salsa y su atractivo principal.
6ª LA VEJEZ
Es la última etapa de nuestra vida que llega sin enterarnos, pues los
achaques cada vez son más graves y el deterioro físico se va adueñando de
nuestro ser.
Sería una temeridad no adaptarnos
a la nueva situación y pasar los años que nos quedan de vida lo mejor posible,
asumiendo esta situación que es tan natural como el nacer y que afecta a todo
ser viviente.
Si el matrimonio en todo tiempo
es parte fundamental para llevar entre dos los problemas, estos últimos años se
hace imprescindible, pues aunque uno del matrimonio tenga graves complicaciones, siempre cuenta
con la ayuda inestimable de su pareja, que se hace cargo de la situación, a
veces con una entrega total.
Los problemas mayores empiezan cuando falta uno y el otro no puede valerse por si solo y tiene que buscar el apoyo en la familia o de las instituciones benéficas.
Está claro que el mayor deseo de
un jubilado es no salir de su casa y por esta zona se dan muchos casos,
especialmente de viudas, que viven solas, rechazando de plano ir a ninguna
residencia.
Con
cierta frecuencia me gusta visitar amigos y familiares que están en
residencias porque sé que lo necesitan y lo agradecen mucho. Aunque vayas a
visitar a uno en concreto cuando te ven entrar en el salón, con alguna
disculpa, se acercan todos los de la zona que te conocen, y les encanta que les
digas algo de sus pueblos respectivos.
No sabes cuando dejarlos y te
acompañan hasta la puerta. En cierta manera te reprochas no estar más tiempo
con ellos.
Lo que más pena me da es ver a
hombres hechos y derechos curtidos por la vida disimular como pueden las furtivas lágrimas
que salen de sus ojos al verme recordar los episodios vividos en común, y lo
solos que se sienten, pues hay familiares que no se ocupan mucho de ellos.
Parece que el Estado, acuciado
por la falta de residencias, quiere aumentar la ayuda a las familias que cuiden
de sus mayores, pues saben que como en la casa propia no se está en ningún
sitio.
Ya lo dice el viejo y sabio refrán "Al buey viejo no le cambies el
pesebre."
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