Todos los días que me toca abrir
la iglesia he podido observar que los peregrinos que pasan a primera hora hacen
la visita a la iglesia y ponen el sello en la Compostela en el menor tiempo
posible y reanudan la marcha para aprovechar el fresco de la mañana y librarse
del calor del mediodía.
En cambio los que llegan de las
doce en adelante buscan descansar un rato en el fresco de la iglesia y
tranquilos, con la cámara en ristre, les gusta apropiarse como esponjas de toda
la información que puedan adquirir, preguntando por mil y un detalles que les
parezca interesante.
Aprovechando el no pasar ningún peregrino, me puse a sacar unas fotos de los centros de flores y el conjunto del jardín de la plaza, que están en plena floración.
También me pareció interesante sacar una foto de la máquina gavilladora que la junta vecinal con buen criterio ha instalado también en la plaza.
Cuando no había aun dejado la cámara llegaron unos peregrinos de San Sebastián, que picados por la curiosidad, quisieron ver las fotos que había sacado con el fin de sacarlas ellos también.
Cuando vieron la foto de la gavilladora tuve que explicarles que con máquinas como esta en los años del cuarenta al setenta se segaban las muchas hectáreas de cereal que se sembraban en la extensa zona de tierra de campos y en todas sus zonas limítrofes.
Como buenos observadores habían
notado que en todos los pueblos que pasaban tenían tocando un prado que aquí
llamamos eras y sirven para las faenas de trilla y bielda de los cereales.
Como parecía no tener prisa hablamos
de todo y uno de ellos me retó a que no sabía los tres caminos que existían. Le
dije que el de Santiago, el de Roma y el de Jerusalén.
En plan jocoso me dijo que
olvidaba el del camino verde que va a la ermita.
Siguiendo la broma les dije que
era una de las canciones preferidas de mi juventud y sin más preámbulos nos
pusimos a cantar con ganas esta sentimental canción.
por aquel camino verde
que por el valle se pierde
con mi triste soledad
Hoy he vuelto a rezar
a las puertas de la ernita
le pedi a su virgencita
que yo te vuelva a encontrar
Por el camino verde
camino verde que va a la ernita
desde que tu te fuiste lloran de pena las margaritas
la fuente se ha secado, las azucenas están marchitas
Por el camino verde,
camino verde que va a la ernita
Hoy he vuelto grabar
nuestros nombres en la encina
he subido la colina
y ahi me he puesto a llorar
Por el camino verde
camino verde que va a la ernita
desde que tu te fuiste lloran de pena las margaritas
la fuente se ha secado las azucenas están marchitas
Por el camino verde
camino verde que va a la ernita
Camino
camino verde
Ante la extrañeza de los
peregrinos que pasaban y de los paisanos, quisieron dejar constancia en el
libro de firmas con su dedicatoria y foto de este animoso grupo de guipuzcoanos
que hablan muy bien el castellano sin ningún acento vasco.
He aquí la dedicatoria: "Para Modesto Celada Vaquero, que
con su buen humor sale el sol hasta en enero. Camino de Santiago hermanado con
el Camino verde que va a la ermita.¡Fraternal abrazo del grupo de San Sebastián!"
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