Por estos días muchos niños
acuden al colegio, unos por vez primera, otros ya saben que es una rutina de un
curso que si lo saben aprovechar será un fruto que cosechan para si mismos y
que nunca les pesará.
Las madrugadas, la insistencia del profesor para estar
atentos a sus explicaciones, que a veces caen en saco roto.
Cuando sales del colegio te das
cuenta de todo el esfuerzo que el profesor
ponía para que lo aprovecharas y hoy fueras una persona con unos valores
humanos.
Porque el primero es la familia y luego sigue la escuela donde nos
formamos para la vida que nos toque o que hayamos elegido.
Volviendo la vista atrás y viendo
los pocos medios que hace sesenta años teníamos, decimos: "qué pena que los de ahora
no lo sepan aprovechar."
Tienen un profesor por cada
asignatura, con todo el material de libros que lo explican con perfección y
todos los medios a su alcance, ya sea por vía oral o por demostración de esa
materia.
Con nostalgia ahora se acuerda uno de nuestra
niñez hace medio siglo más o menos.
Entonces en una clase éramos
treinta y tantos desde cinco años a catorce, todos para un maestro, porque
antes la palabra profesor era menos corriente.
Los pequeños con la cartilla tenían que distinguir las vocales y los mayores con la enciclopedia Alvarez donde venían todas las asignaturas.
Cada día de la semana tocaba una. Recuerdo la de urbanidad, que hoy se ha perdido. Te enseñaba los modales en la
calle, en tu casa, esa educación que son unos valores que los mayores echamos
de menos de esta juventud.
Volvamos a ser niños, es la etapa más bonita de nuestra vida, todo nos lo regalan, no corremos con ninguna cuenta. Nuestros padres, que linda la palabra padre y madre, que sepamos respetarla y conservarla como en nuestros años de niño
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