Ese mismo día llegó otro
peregrino llamado Carlos Bernardo, de Vitoria-Gazteiz que nos dejó este mensaje
“Caminando caminando llegué a esta bonita iglesia de Moratinos. Si pasáis por
allí no dudéis hacerle una visita, merece la pena. Soy un chico que voy
haciendo el Camino todos los años un tramo, ya llevo tres años y espero
terminarlo en dos años más.¡Buen Camino peregrinos!
Este buen señor es modelista, el
que hace los modelos en madera que sirven para fundir. Le parecía que ser
modelista no tenía importancia pues la tiene y mucha por ser la primera y
principal faena del arte de la fundición de toda clase de metales.
Verdaderas obras de arte se ven
en rejas de catedrales y barandillas de paseos en los que estos modelistas en
ejercicio desarrollan su talento artístico. Las demás tareas del fundido son
meramente mecánicas.
Esto lo pude comprobar visitando
una antigua fundición que había en Villada dedicada mayormente a la fundición
de rejas y puntas para los arados de mulas, con lo que se labraba la tierra en
aquellos años.
Su taller principal consistía en
un local, cercano al horno de fundido que contenía un metro o más de arena
humedecida con algún pegamento. En ella se pone el modelo de madera y se le
recubre con arena compactada y queda marcado un molde, que se llena con el
metal liquido fundido. Al enfriarse se retira la arena y se esmerila alguna
rebaba, y ya tenemos la pieza del fundido igual a la que el arte del modelista haya ideado según su arte e imaginación.
Con esto se demuestra la gran
cantidad de oficios y profesiones que profesan los peregrinos del Camino de
Santiago.
Peregrinos con ascendencia en
Moratinos
El día 21- 8- 14 fue también muy
movido en especial porque al abrir a las nueve ya estaba mi vecino Eduardo
esperando a dos peregrinos parientes suyos, y de los que me dieron noticias
unos peregrinos madrugadores que habían dormido en el mismo albergue. También
comentaron la mucha ilusión que le hacía al joven hijo encontrarse con un
familiar que tenía tractor, remolque y demás aperos de labranza.
Según el aviso llegaron de
peregrinos Leonardo Merino, padre del niño Ticiano Merino.
Después de enseñar su compostela fueron acompañados por Eduardo al restaurante y demás sitios del
pueblo Visitaron detenidamente la iglesia que con las explicaciones de su
pariente les pareció muy bonita.
Pasaron luego a la casa que está frente a la iglesia y pude apreciar la alegría que sintió el pequeño al entrar
en el garaje y enterarse de toda la maquinaria agrícola.
Departieron toda la mañana
conociendo a toda la familia en especial a la casi centenaria Laurentina, madre
de Eduardo, que a pesar de tener 98 años y usar silla de ruedas,
conserva una memoria prodigiosa con una facilidad de palabra que para mi
quisiera si llegara a superar los 11 años que nos separan.
Gran impresión me causó la viveza
de este chico que informó a muchos peregrinos y les puso la fecha en su compostela.
De recuerdo nos dejaron su
fotografía y esta sentida dedicatoria “Hoy ha sido un día muy especial para mi
hijo Ticiano y yo, Leo. Somos hijos de Moratinos por parte de mis abuelos
Idelfonso Merino y Roberto, emigrantes a la Argentina y nacido el primero
en Moratinos. Gracias a él y su gente por todo el cariño recibido en especial a
Eduardo Cuesta Merino. Leo Merino”
Debido a la gran emigración que hubo a la
Argentina en esta región, se dan muchos casos como este que personalmente he
vivido por tener primos carnales allí. Cuando los visitamos pude probar el
misterio que tiene encontrarte con los parientes que además del apellido
comparten los mismos genes.
De la gran nación argentina
escribí varias crónicas que podéis ver en el índice del blog de fecha 13 de
Diciembre del 2009.
1 comentario:
Muy emocionante el relato,y más cuando viene de aquellas tierras en donde algún día los abuelos emprendieron un viaje sin retorno en busca de nuevas oportunidades,pero siempre presentes en sus narraciones.La vida pasa,pero los afectos persisten en la nuevas generaciones.Un afectuoso saludo a todos sus habitantes el cual aprendimos a querer sin conocerlos,nada más pensando en nuestros abuelos.
Alejandro Merino
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