jueves, 28 de abril de 2011

¡¡¡ BENVENUTI !!!

Por problemas técnicos no he podido publicar antes la poesía de bienvenida que leí el día de la inauguración del hospital San Bruno. Aquí la tenéis.





















Hospital de peregrinos
y que San Bruno se llama
el pueblo de Moratinos
hoy alegre os acompaña.

Con mucha y buena ilusión
de Italia Bruno se vino
para hacer un hospital
que dé auxilio al peregrino.

El Camino de Santiago
que por aquí mismo pasa
es testigo del esfuerzo
que al peregrino acompaña.

Principalmente en la tarde
los peregrinos que pasan,
preguntan si ya se puede
descansar en esta casa.

El español e italiano
son dos lenguas muy afines,
pues proceden del latín
del que tienen sus raíces.

Este cruce de culturas
es cuestión de convivencia.
Yo aprendo tus costumbres,
tú te integras en las nuestras.

La diferencia de ideas
nunca debe ser la traba
de poner de nuestra parte
el interés de lograrlas.

Vuestra estancia en este pueblo
sea siempre placentera
y que entre todos logremos
hacerla muy duradera.

Todo el pueblo en este día
expresa su bienvenida
que tengáis muchos cl
ientes
y Dios os dé larga vida.








domingo, 24 de abril de 2011

¡¡¡POR FIN!!! INAUGURACIÓN DEL HOSPITAL SAN BRUNO






































Después de muchas vicisitudes y parones, el pasado 22 de Abril de 2011 se inauguró en Moratinos el albergue de peregrinos, con la presencia masiva de los vecinos del pueblo y sus familiares, que han acudido a pasar unos días de vacaciones en esta Semana Santa.
A pesar de que el tiempo no ha acompañado, el ambiente del pueblo se ha visto favorecido.
















Con el bullicio, en especial de la gente joven, se nota en el pueblo un ambiente dinámico que cambia, aunque sea por pocos días, la normal tranquilidad que tenemos en estos pueblos.
Si esto se ha notado a nivel del pueblo, cuanto mayor habrá sido en la casa de nuestro vecino Bruno, que ha pasado de tener que aguantar todos los problemas en solitario, a disfrutar de la compañía de toda su familia, que vinieron de Italia para la inauguración.

Ocioso sería alabar la simpatía y belleza de su mujer y de su hijo a los que ya conocíamos y que en esta ocasión ha sido completada por la gentil presencia de sus dos guapas hijas que completan una familia, que cualquier padre envidiaría y que Bruno puede sentirse satisfecho de haberlo logrado.
















Muchos son los contratiempos que Bruno ha tenido que aguantar en estos casi dos años. Destacaré la negativa de los primeros constructores a seguir la obra si no se aumentaba el precio estipulado en el primer contrato.
Se supo después que esta jugada poco formal la habían realizado también en varias obras de esta zona.
Ha contribuido a la tardanza de la obra el exceso de normas de las diversas instituciones burocráticas que muchas veces para satisfacer su competencia en asuntos muy similares, dictan normas que rayan en lo absurdo.
Sirva de ejemplo el cambio que tuvo que hacer nuestro paciente Bruno en la balaustrada de una terraza que tenía los estrechos flejes en posición horizontal.
Según estos expertos esto facilitaba el poder tirarse al vacío al que se le hubieran cruzado los cables, y poniéndolo en posición vertical se lo impedía.
Esta peregrina idea de un funcionario la acompañó con el cambio total de la estructura de una escalera porque sus peldaños tenían unos milímetros de menos.
A estos avispados funcionarios se les olvida el axioma fundamental de política o economía que dice: “No importa que el gato sea blanco o negro, lo práctico es que cace ratones”
La utopía de la ventanilla única para los trámites oficiales sólo ha servido como propaganda política, pues en los casos prácticos que conozco el que intenta poner un negocio tiene que sufrir el calvario de pasar por las diversas administraciones, que en lugar de ayudar ponen muchas pegas, con lo que los trámites se hacen interminables.
El tesón y paciencia de nuestro amigo Bruno pudo con todo y se pudo inaugurar su completo albergue que goza de un amplio y soleado patio, con todos los servicios exigidos como duchas, servicios y lavaderos de ropa con modernas literas donde el peregrino puede descansar y reponer fuerzas en el servicio restaurante de cocina italiana puestos a su disposición.
La concurrencia fue muy numerosa al acto de bendición oficiado por nuestro buen cura D. Santiago.
















No podía faltar tampoco el clásico corte de cinta que realizaron el anfitrión y nuestro alcalde D. Esteban Velasco.



















Este animado acto terminó con un masivo vermú en el que degustamos unas magníficas pizzas italianas.




















Deseamos que este moderno albergue tenga mucho éxito y para Bruno y toda su familia nuestra cordial enhorabuena.

RECUERDOS DE UN MONAGUILLO


































Hace ya setenta años
en San Nicolás, mi pueblo,
la Semana Santa era
como muy bien yo recuerdo.

Jueves Santo era el segundo
de los tres jueves brillantes
que con muchas ceremonias
lograba ser importante.

Para hacer el Monumento
frente al altar se clavaban
cuatro maderos con marcos,
que las mujeres forraban.

Con mantones de Manila
colchas, cortinas y estampas
que en ese día salían
del viejo arca guardadas.

Las velas de media libra
todo el mundo las llevaba
para lucir con esmero
en el Monumento y guardarlas.

Para mil cosas valían
por estar presentadas.
Conjuraban a las nubes
y muchos males quitaban.

Con tanta vela encendida
para prevenir incendios,
por turnos, los monaguillos
velábamos el Monumento.

Como pago a estos servicios
nuestro buen cura nos daba
unas pocas aceitunas
y un vaso de limonada.

El día de Viernes Santo
era de luto y carracas
por estar muerto el Señor
las campanas no sonaban.


El oficio de tinieblas
lo seguíamos cohibidos,
esperando que apagaran
la última vela encendida.

Con la señal empezaba,
en la iglesia oscurecida,
la tormenta de carracas
y matracas bien movidas.

Con el ánimo encogido
disfrutábamos lo nuestro
hasta que con dos palmadas
se daba fin al concierto.

Sábado por la mañana
la pila del baptisterio
la llenábamos de agua
con calderos desde el huerto.

En tal cantidad de agua
el Cirio se sumergía,
quedando así bautizado
y con ritos se encendía.

Con todo el agua sobrante
como estaba bendecida,
se llenaban muchas jarras
que llevaban las vecinas.

Con repique de campanas
El Señor resucitaba
quedando todo en orden
para celebrar la Pascua.

Domingo de Resurrección:
de alegría y gozo lleno,
la aleluya se cantaba
y todo el mundo contento.

A estas costumbres tan viejas
aportemos otras nuevas
y hagamos, con nuestro apoyo,
que estos ritos no se pierdan.






























































































sábado, 23 de abril de 2011

LA BIELDA













Era la ultima faena que se hacía en la era y consistía en separar la paja del grano que una vez bien limpio se traía a la panera como ansiada recompensa de todo un año plagado de expectantes anhelos y continuas zozobras.
Con esta tarea aumentaban las horas de descanso pues ya no había que “irlas a buscar” refiriéndose al acarreo de las morenas, entrando en una fase más sosegada centrada solamente en la era. Se dormía en esta para cuidar los “muelos” de grano, o más bien por la inercia de las costumbres antiguas. Para resguardarte del frío cierzo mañanero, tapado con una manta, te medio cubrías en la pajera de la beldadora o semitapado en un buen parvero de paja.


















Antes de amanecer, medio entumecido por el rocío, te agarrabas a la zanca o manilla de la máquina y enseguida entrabas en calor por el esfuerzo que, muchas beldadoras pesadas, tenías que hacer para darlas la marcha normal de despaje.














Cuando pasaba una media hora, que era el turno más corriente, tenías que pasar a relevar al que con un “gario” abastecía la máquina. Estos dos turnos eran los más pesados y continuos pues también había que quitar la paja y el grano y arrimar “parvazo “.


















Para facilitar esta última labor y que las parvas tuvieran la menor anchura posible, el día de Nuestra Señora por la mañana había la costumbre de repinarlas. Recuerdo la primera vez que se lo vi hacer a mi tío Pablo, que en esto también era un especialista. Con una horca y rastro en la mano, cogiendo impulso con una corta carrerilla, se subió a lo alto de una de ellas y comenzó a calcarla con los pies en toda su longitud haciéndola bajar de altura, cosa que me pareció contradictoria.
Pronto entendí esta operación que servía para tener mejor firme de paja calcada y sobre ella ir subiendo de forma recta y lo más alto posible el restante material de paja. Como adorno hacía unos pequeños promontorios en los extremos que daban un buen aspecto a la parva cuando esta quedaba perfectamente repinada.
El mecanismo de la beldadora consistía en un engrane cóncavo donde iba sujeta la manilla. Este hacía girar a un engrane pequeño que conectaba con el eje de las “mariposas”que eran una especie de paletas que al girar dentro de un “bombo”, espacio medio cerrado, producían una corriente de aire continua sobre las cribas. Estas tenían un movimiento de vaivén producido por una biela excéntrica conectada al eje de las mariposas. Al caer la paja de la tremoya a las cribas, la corriente de aire despedía a esta hacia adelante y el trigo, más pesado, pasaba por las cribas y caía al suelo por debajo del bombo. Por el “grancinero” salían los pajotes más pesados y se llamaba “infierno” a un depósito donde caía todo lo mermado, neguillas y toda semilla menor que el trigo.

Se llamaba “espajar”a la primer vuelta de beldadora que como indica su nombre, tenía por fin separar la paja aunque el grano quedara sucio. Para limpiarlo bien se lo daba una segunda vuelta con cribas más cerradas y lo iba amontonando en forma redonda. Como el trigo limpio tiene una carencia uniforme, no se le puede repinar más que lo que esta demanda, por lo que los muelos bien hechos tenían la forma de un cono regular.
Los mayores tenían un orgullo especial en hacerlos bien y los marcaban con la punta de la pala de madera trazando sobre la dorada superficie del trigo variedad de dibujos como festones, cinchos y espirales, convirtiendo los muelos en verdaderas obras de arte.











Otra de las ventajas que tenía hacerlos bien era su cubicación sabiendo, con poco error, las cargas de grano que había antes de medirlo. Para los muelos pequeños había una técnica llamada del “te veo y no te veo”que consistía en que un hombre de estatura medía acercándose al borde de puntillas llegara a ver el borde opuesto intermitentemente, con lo que se calculaba que tenía veinte cargas de grano variando esta medida en más o en menos según la altura del que lo hiciera.
Para los muelos grandes, que ningún hombre podía dominarles en altura, algún mayor vi medir a pies todo su contorno. Lamento no haber aprendido esta fórmula de cálculo, pero sospecho que sería muy parecida a la de cubicar un cono regular.
Con toda esta preparación se dejaba pasar unos días como en plan de exhibición, y su recogida a casa constituía entonces como una fiesta familiar. Se empezaba según mis padres contaban, poniendo al cuello de las mulas un collar de esquilas y cascabeles para dar ambiente de fiesta. Las familias se juntaban para hacer esta faena y recuerdo el gozo con que íbamos montados en el carro, que aquel día como gracia era consentido. Al final de cada viaje no faltaba el clásico trago de vino acompañado de algo sólido a lo que los peques nos apuntábamos, a veces con excesiva vehemencia.
Como abundaban las familias numerosas todos no cabíamos en el carro vacío y los mayores hacían el regreso andando. Entre todos, unos midiendo y otros cargando los sacos, se hacía la labor más rápida y llevadera tanto al cargar como al descargar, pues muchas paneras estaban en la planta alta, y subir las escaleras cargado con el saco era un esfuerzo adicional.
Recuerdo a un pastor que tuvimos con cuanta ilusión nos ayudaba a meter el grano, a pesar de no ser su obligación y lo pasaba bomba conduciendo las mulas a la carrera de vacío emulando al mejor conductor de formula uno.
En el mes de Septiembre fue siempre costumbre de pagar las rentas, avenencias y toda clase de pagos. Esto se hacían en especie por lo que se aprovechaba para hacerlo desde la era a padres, hermanos, tíos y otros arrendatarios ajenos a la familia.
Especialmente a estos últimos avisados se acercaban a pie de muelo para presenciar la medida y cuando se lo llevaba a todos a sus casas nunca faltaba una atención que contribuía a fomentar el trato humano para la buena convivencia.
Finalizado en un día o dos que duraba esta faena se volvía a la normalidad y la prohibición a los chiguitos de montar en el carro muchas veces, creo que por razones de seguridad.
La faena de recoger la paja era menos vistosa y sucia pero tan necesaria como la primera, pues llenar bien los pajares constituía tener garantizado el alimento del ganado y combustible barato para pasar los fríos inviernos de la meseta.
También la humilde paja constituía un elemento de seguridad, pues además de arrimar a los arrendatarios los carros estipulados en el contrato, se regalaban alguno al cura, maestro y personas necesitadas.
Era una norma no escrita, pero practicada especialmente en Moratinos, que la paja llevada por el viento desde la era a cualquier arroyo, depresión o camino fuera de quien la recogiera. Esta costumbre tenía su aplicación práctica a partir del día 28 de Agosto, fiesta de San Agustín, que solía ser muy airoso en consonancia con el dicho “San Agustín atropa paja para el rocín. No sé si San Agustín tendría rocín o no que comiera esta paja que recogida en el pajar calentaba muy bien los hogares.
Como la fiesta de San Nicolás se celebra el tercer domingo de Septiembre, en veranos tardíos, se andaba apretados para acabar la faena, y recuerdo pasarme noches enteras sacando paja de la era por el prurito de barrer la era antes de la fiesta.












Esta última labor se acompañaba también con la “de tapar bocarones y fuera motrilones” que en este dicho eran los contratados como veraneros. Con este acto se daban por concluidas las faenas de recolección, estos recibían sus soldadas y volvían orgullosos para sus casas.

martes, 19 de abril de 2011

EL "CASTILLO" DE MORATINOS



















De Moratinos al norte
se eleva bien su castillo
y remansado del viento
se levanta el caserío.

De castillo sólo el nombre
pues almena no hay ninguna;
quizá su nombre proceda
de su silueta de altura.

Desde ella se contemplan
la vista de varios pueblos
y cuando el día está claro
detalles de muchos de ellos.

Como el terreno es tan llano
subiéndose a su alto
se aprecian perfectamente
casi todos sus campos.

Con su saber los antiguos
aprovechando el desnivel
horadaron sus entrañas
como un queso de Gruyere.

Con veintiuna bodegas
en su derredor cavadas
conservaban bien el vino
que en esta zona se daba.

A su madera de roble
el moho pronto cubrió
y toda su buena obra
en el fuego terminó.

Las cubas y los bocoyes
con tristeza recordaban
el buen vino de aguja
que en sus tiempos albergaban.

Como radios de una rueda
todas en el centro están
separadas por tabiques
que fácil sería quitar.

Militares vinieron
para hacer un buen estudio
de este singular "castillo"
un magnifico refugio.

Es costumbre de esta zona
al visitante invitar
llevando buenas viandas
en la bodega merendar.

No más de ocho vecinos
vivimos actualmente;
cumplir sabemos con todos
y honramos al visitante.















El ministro Moratinos
antes que su cargo ostentara
quiso saber si algún pueblo
su mismo nombre llevaba.

Tras consultar muchas guías
e investigación muy larga
el pueblo de Moratinos
sólo su nombre llevaba.

Este ilustre personaje
en su agenda tiempo halló
a comprobar por si mismo
y a Moratinos llegó.

El alcalde muy cortés,
a su bodega invitó
y llevar un buen recuerdo
a queso vino y jamón.




















lunes, 18 de abril de 2011

FAMILIARES DE ZAMORA
















Hace unos años escribí un poema sobre la vida de mis tíos de Zamora. Ahora quiero contar el relato más extenso.

Allá por los años veinte del pasado siglo, informado por unas amistades de San Nicolás, vino un empresario zamorano llamado Florencio Rueda buscando un matrimonio joven que le sirviera como hombre de confianza de sus varias empresas.
Una hermana de mi padre de nombre Victorina se había casado no hacía mucho tiempo con un chico del pueblo llamado Pedro. Como quiera que esto era lo que venía buscando el empresario y esta joven pareja no tenía el futuro muy asegurado en el pueblo, decidieron probar fortuna en la capital.
Mi tío Pedro como buen castellano, tenía unos principios éticos muy profundos basados en la honradez austera de sus padres que le sirvió para hacerse merecedor de la absoluta confianza de su amo.
Mi tía Victorina con su don de gentes heredado de su madre y dotada de un trato amable, también logró granjearse la amistad de Doña Julia, madre de Florencio, que era el alma mater de todo aquel tinglado de empresas.
Tuvieron un solo hijo llamado Julián de unos años más que yo y los veranos que pasaban en el pueblo compartíamos siempre nuestros juegos y travesuras infantiles. ¡Qué buena sensación me produce recordar la sincera amistad y buen trato que siempre nos hemos dispensado!
Las cartas como único medio de comunicación de entonces, sirvieron durante muchos años de unión entre ambas familias y en mi niñez recuerdo que la llegada de las cartas de Zamora constituía un atractivo y mis padres con buen sentido práctico nos invitaban a leerlas.
Todavía recuerdo la excelente redacción y buena caligrafía que tenían y el cariñoso final de despedida: Un beso de Pedro y Victorina, a lo que recíprocamente mis padres contestaban: Un beso de Timoteo y Avelina.
Hermosa costumbre de relación epistolar que ellos siempre mantuvieron y que desgraciadamente no seguimos nosotros, por la comodidad moderna del teléfono.













Era tradición inexcusable en nuestra casa por Navidades, mandar a Zamora un par de pollos vivos, criados con esmero en el corral de casa y que alguna vez me tocó ir a facturar por la Renfe a Sahagún.
Indefectiblemente de Zamora llegaba también el estupendo pimentón de matanza y lo que más apreciaba nuestro paladar de niños era un gran bloque de turrón de Alicante, que dada su buena fabricación era tan duro que mi madre para partirlo tenía que golpear el cuchillo con una pesada plancha.
En el paso de mi memoria descansa el recuerdo agradable de los veranos que pasaban con nosotros.

















Qué contrastes tan hermosos nos ofrece a veces la vida! Mi tía Victorina que era una excelente cocinera y no carecía de nada en su casa, cuando al atardecer llegaban a casa, no tenía más ilusión que mi madre la hiciera una tortilla de patatas, pero hecha en sartén de patas y a la lumbre que da la paja al ser quemada por mano experta, debajo de ella.

También la gustaba mucho el estofado de carne de oveja, en el que mi madre era especialista. La carne de oveja troceada la ponía dentro de un puchero de barro con la panza quemada por el fuego.

















Para avivar el rescoldo de la paja, cada cierto tiempo, se “hacía un hoyo”y se daba unos impulsos al puchero de arriba abajo para que su contenido se estofara uniformemente y desprendía un olor tan exquisito que excitaba el apetito antes de comerlo.
Con Julián, el primo Ignacio y yo hacíamos nuestras correrías, siempre los tres juntos como los Mosqueteros. Algunas tardes íbamos a pescar cangrejos, que entonces eran muy abundantes y mientras pasaba el tiempo de mirar los reteles, para refrescarnos del calor nos bañábamos en algún “tojo”.

Otras veces nos poníamos a jugar a los pantanos en alguna corriente muy debilitada por el estiaje y a Julián le hacía mucha gracia que sólo con su mano podía parar la corriente del río y que a pesar de su pequeñez ya ostentaba desde aquí el nombre de Río Sequillo. En este aprendiz de río jugábamos despreocupados inundándonos de la paz del paisaje y nos refrescaba el murmullo de la brisa entre los chopos. Si después de pasar la tarde así, lográbamos pescar alguna docena de cangrejos, volvíamos al pueblo más contentos que unas pascuas.




















Cuando en pleno invierno se cerraban las labores del campo fui varias veces a pasar unos días a Zamora y como Julián trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión en jornada continua, por las tardes dábamos un repaso a todas las películas que estrenaban, que en realidad no eran muchas, para satisfacer nuestra común afición al cine.
Entre las películas que recuerdo está Los Crímenes del Museo de Cera que su estreno fue una novedad por su sonido envolvente y unas gafas que daban con las que se suponía se lograba la tercera dimensión.















Por las mañanas recorría los muchos lugares históricos que tiene Zamora, como las murallas con su célebre Portillo de la Traición por donde entró Bellido Dolfos después de matar a Sancho II. La catedral de estilo románico zamorano, en la que destaca su bello cimborio cubierto por escamas pétreas y en su interior el Cristo de las Injurias de Becerra, que preside la celebre procesión del Silencio. También la plaza de Viriato, valiente pastor lusitano, que llegó a ser el “Terror Romanorun” como reza en su estatua en la que también figura su celebre y práctico ariete.
Mi tía Victorina, como compensando no tener más que un hijo varón, tuvo con ella varios años a mi hermana Nati, supliendo esta carencia y tratándola como a una hija. La primera vez que estuve en Madrid fue en compañía de Julián con ocasión de hacer unos trámites y aprovechamos para visitar lo principal de él y tuve la ocasión de aprender un poco el manejo de viajar por el metro.
Cuando la salud de mis tíos empezó a flaquear, les visitábamos en compañía de nuestros hijos, a los que mostraba un gran cariño que se hacía recíproco, pues todavía hoy, con el paso de los años recuerdan todos el buen trato que recibieron.


















También comentamos la visita que hicimos a los saltos del Esla que bien explicado por Julián nos parecieron grandiosos con sus enormes compuertas rebosantes de la ingente cantidad de agua contenida en el pantano y que para nosotros, habituados al secano, constituía un grandioso espectáculo. Sobrecogidos quedamos al escuchar el sonido del agua retumbando en el hueco del túnel de desagüe, portentosa obra perforada en roca viva que estimamos acaso sea la más costosa y difícil de todo el pantano.

Cuando faltaron nuestros queridos tíos, no les faltó a sus hijos el apoyo y consuelo de toda la familia del pueblo que también reciben la suya en todos los entierros en los que nunca se echa de menos su presencia. Y como interesados en no perder la unión indispensable familiar, también acuden complacidos a las bodas, que por la dispersión de la familia, se celebran en diferentes lugares de España.

sábado, 2 de abril de 2011

LA PRIMAVERA HA VENIDO...

















Esta sentencia popular nos enseña que los ciclos de la naturaleza se han venido sucediendo desde hace muchos siglos, sin que el hombre haya tenido que intervenir para nada, a pesar de los avances tecnológicosque ha alcanzado.

Este año del 2011 la entrada de la primavera ha coincidido con un tiempo revuelto de lloviznas y pequeños chaparrones, alternando con días claros y bonancibles.

Parece que este tiempo de Marzo se ha adelantado al de Abril, el de las aguas mil, que ha contribuido al adelanto y buen desarrollo de los cereales que fueron sembrados en sazón y en su debido tiempo.

Presentan un buen aspecto con un verdor intenso y comenzando ya algunas cebadas a encañarse.















Mas como en este oficio de labrador nunca llueve a gusto de todos, estas lluvias intermitentes no dejan que la tierra pierda la humedad almacenada durante el invierno y se pueda empezar a sembrar los tardíos como la cebada y avena seruendas, leguminosas, girasoles y otros cultivos que el labrador moderno sabe sacar de su ciclo corto un especial rendimiento.

Con la moderna maquinaria que ahora se tiene, si no orea el suelo tampoco se puede repartir el nitrato para abonar el sembrado y tirar los herbicidas correspondientes con el fin de matar las malas hierbas.

Para la arboleda, viñas y frutales esta mejoría del tiempo, ha contribuido a que se haya adelantado su estado vegetativo, y los frutales, especialmente los perales, albaricoques y ciruelos están ya floreciendo, ofreciendo con sus flores un magnifico espectáculo.
















En parques y jardines se ha puesto de moda plantar un árbol decorativo llamado ciruelo japonés, que en estos días ha sentido como una explosión de flores moradas que contrastan con el verdor de otras plantas.















En esta región de la meseta que nos da un largo invierno, el resurgir primaveral de la naturaleza influye mucho en nuestro ánimo, considerando los muchos contratiempos que nos da la vida de una manera más optimista.




ENCUESTA- COLOQUIO EN ARENILLAS

















El último viernes del mes de Marzo, como tiene por costumbre celebrar Escuelas Campesinas, se celebró el encuentro mensual, que en esta ocasión tuvo un desarrollo especial.

A nuestra directora Tere la pareció conveniente que asistieran nuestros convecinos Patri y Rebeca, que viniendo de Inglaterra y Norteamérica respectivamente, fijaron su residencia en nuestro pequeño pueblo de Moratinos.

Este singular comportamiento ha despertado mucho interés y expectación en los pueblos de esta región, tanto por la novedad del hecho como por su estupenda adaptación a las costumbres del pueblo.















Acompañados por la profesora Maribel que pasó su vida docente en Barcelona y que también ha fijado la residencia en su pueblo natal de Calahorra, nos brindaron una jugosa charla sobre su vida actual, tan distinta de la que tuvieron ejerciendo sus profesiones.

Con ligeros matices, los tres coincidieron en señalar que su decisión personal de vivir en estos pueblos, se debe al ambiente de calma y bienestar que disfrutan en ellos, tan diferente del ambiente ajetreado de las grandes ciudades.

También alabaron que al ser tan pocos los vecinos es fácil conocer a todos y establecer con ellos una buena relación, cosa difícil de conseguir en núcleos más poblados.

El aprender y practicar las nuevas costumbres lo consideraron como enriquecimiento para ambas partes. Esto da a la vida un aliciente nuevo que ayuda a rejuvenecer las ilusiones, un tanto marchitas por el paso de los años.

Acaso los que hemos vivido siempre en estos pueblos no sepamos apreciar lo que para ellos es fundamental: conocer las necesidades y costumbres del vecino para poder con buena voluntad, contribuir a remediarlas.

Uno de los inconvenientes mayores que tiene vivir en estos pueblos tan pequeños, y que los nuevos vecinos se irán dando cuenta, es que al más leve conflicto, por pequeño que sea, se tarda mucho tiempo en subsanarlo, ya que la falta de locales comunes dificulta el trato personal con el que podía arreglarse en poco tiempo. En la mayoría de los casos nos encasquillamos en nuestras casas, con menoscabo de la convivencia.

Esperemos que este aire fresco que nos traen los nuevos vecinos nos sirva para, poco a poco, enmendar nuestras costumbres y que la mezcla de ellas sea favorable para todos.


Como Patri y Rebeca no habían visto la antigua abadía, hicimos una visita a la iglesia y sala capitular. La orden monacal de los Premostracenses fue la última que regentó este convento. Con la desamortización de Mendizábal tuvieron que abandonarlo. Pasó luego a ser un priorato y si no llegó a la ruina total fue debido a que fue la iglesia de la parroquia y los vecinos de Arenillas cuidaron de ella.

La iglesia es de estilo románico-mudéjar con mezcla de ladrillo y piedra. Las arquivoltas de su entrada, bien defendidas por una mampara de cristal, contienen bustos humanos muy artísticos y en buen estado de conservación.






















En su interior destaca un magnifico retablo presidido por la imagen de su patrono San Pelayo, flanqueado por dos buenas imágenes modernas de los corazones de Jesús y de María.
















La bóveda es de crucería y está adornada con dibujos de ramos de flores muy bellos.
















El púlpito está formado por paneles pintados con dibujos geométricos de vistosos colores.

Aneja a la iglesia pero en un nivel inferior, está la sala capitular. En los arcos de su bóveda de piedra caliza se aprecia algún pequeño deterioro según la dureza de la piedra y el tiempo en que se hizo el retoque.

Estas dos construcciones,al estar por debajo del nivel del suelo, mantienen una temperatura muy fresca, que contrarrestan con varias estufas para celebrar la misa dominical.