sábado, 22 de febrero de 2014

EN MEMORIA DE MI HERMANA SEVERINA

  


El pasado 18 de Febrero de 2014 nos dejó para siempre nuestra hermana mayor de los seis que conformábamos esta longeva familia. Podemos dar gracias a Dios por la salud que hasta ahora disfrutamos y por pura curiosidad me he puesto a sumar la cantidad total de años que sumamos los seis hermanos que llega a la no despreciable cifra de 497 años y cuyos nacimientos del primero al último no sobrepasan los 13 años.


Esta suerte de familia ha sido truncada por esta desgracia que nos parecía nunca llegaría, pero que de manera inexorable llega para todo ser viviente, al que tenemos que hacer frente con mucha resignación.
Muchos son los recuerdos que se agolpan en mi memoria, de los muchos años que disfrutamos junto a los demás hermanos, que recordaremos siempre como lo mejor de nuestras vidas.
Se da la circunstancia que por ser la mayor de los hermanos, a la temprana muerte de nuestra madre se tuvo que hacer cargo de las obligaciones femeninas que toda familia necesita.
Con un adelanto notorio supo desempeñar el papel de madre al que todos los hermanos contribuimos aceptando sus consejos como los mejores para el normal desarrollo de la vida familiar.
Durante la enfermedad de nuestra madre recuerdo que Severina después de pensarlo toda la noche y abrumada por su responsabilidad se acercaba de madrugada a mi cama como buscando apoyo para hacer las muchas consultas que hicimos con nuestra madre en diversos lugares, para ver si podíamos remediar el maldito cáncer que sin remedio nos la arrebató.
Ya he contado en mi libro y blog las muchas chiquilladas juveniles que hacíamos, en las que ella siempre era la promotora y principal actora, derrochando su inventiva personal para llevarlas a buen puerto, haciéndonos pasar buenos ratos, pues sin faltar a nadie la broma nunca trascendía del ámbito familiar.


No quisiera con lo expuesto dar la sensación de que prescindíamos de nuestro padre pues siempre fue el punto de apoyo de todos nosotros. A causa de sufrir una creciente sordera se veía incapacitado para hacer las gestiones pertinentes, en aquellos años en que los funcionarios se parapetaban detrás de las odiosas ventanillas.
Por esta causa tuve que aprender muy pronto el oficio de intérprete acompañándole en estos menesteres. Alguna vez que había que firmar por él anteponía el famoso P.O. y si no ponía su firma como mejor me las arreglaba. Cogi tal costumbre de firmar en su nombre, que cuando me casé al coger el bolígrafo tenía que recapacitar si mi firma empezaba por la T de Timoteo o la M de Modesto.



No puedo dejar de mencionar una iniciativa que de Severina  partió y todos apoyamos de mandar a estudiar a la benjamina de la familia Dionisia ya que nuestra situación económica entonces lo permitía. Los años de la posguerra que nos tocó vivir fueron muy duros, y a base de trabajos y privaciones el nivel de vida aumentó, pero para los hermanos mayores no llegó a tiempo y como compensación quisimos que la que estaba en tiempo de estudiar lo hiciera ya que nosotros no habíamos podido.
Dionisia, acaso guiada por cumplir nuestra decisión sacó su licenciatura con brillantez ejerciendo luego la carrera, disfrutando ahora de una bien ganada jubilación.
Muchos más detalles de su carácter podría mentar, pero alargaría demasiado esta necrológica. Que los aquí expuestos sirvan de recuerdo y modelo de los que realizó a lo largo de toda su vida.
Al comunicar la triste noticia a los familiares y amigos nos encontramos con que alguno no pudieron venir a acompañarnos debido a las deficiencias físicas que sufren de algún tiempo a esta parte. Esto nos hace meditar y dar gracias por disfrutar la gran suerte que algunos tenemos y ver pasar los años sin tener ninguna deficiencia física o mental.

Nos unimos al dolor del hijo de nuestra hermana, Gregorio, y de su mujer e hijos. Agradecemos con cariño la incomodidad del viaje a los que han venido de lejos para acompañarnos. Quedamos en deuda con los muchos vecinos de San Nicolás, Moratinos y de otros muchos sitos que tuvieron la deferencia de asistir al entierro y funeral, y finalmente a todos los que de cualquier manera nos expresaron su pesar, en nombre de esta familia, les doy las más sentidas gracias.