sábado, 25 de octubre de 2008

RELATO DE UNA EXCURSIÓN: VILLADA

El pasado 11 de Abril programada por Escuelas Campesinas realizamos una excursión visitando Villada, San Nicolás y Moratinos. A pesar de estar el tiempo revuelto amaneció un día espléndido contribuyendo a que la excursión resultara lo mejor posible.
Muy gratos recuerdos personales me proporcionaron estas visitas pues en estos pueblos transcurrió la mayoría de mis largos años de vida.
En Villada, como núcleo principal y más cercano de la provincia de Palencia, se hacían las entregas de los cereales al Servicio Nacional del Trigo. En aquellos años de escasez también se hacía el canje oficial del trigo para la manutención de la familia disfrutando de la buena harina blanca de trigo que día y noche las dos fábricas de los hermanos Izurquiza que junto al almacén de coloniales dieron mucha vida a Villada.
También Villada fue el centro de comercio y contratación en los primeros años del siglo XX, de los segadores que desde Galicia y el páramo leonés venían a trabajar a esta extensa zona cerealista.
Este antiguo mercado fue evolucionando con la llegada de las máquinas segadoras y siguió siendo el centro de contratación de los llamados “agosteros”que durante dos meses ayudaban en las faenas de recolección.
El trámite era sencillo. Puestas las partes de acuerdo, un simple apretón de manos bastaba para formalizar el convenio, seguido de la correspondiente “robla” que se tomaba casi siempre en la cantina de la esquina que así se llamaba por su situación en la plaza.
Todos los miércoles del año se celebraban animados mercados y en la mitad de la Cuaresma una feria de ganado mular llamada la “Vieja” por su gran antigüedad.



Al entrar en la plaza mayor recordé los buenos olores que desprendía el tostado diario de frutos secos que Facundo instaló cerca de la tienda de comestibles que siempre tuvo en los soportales de la plaza.
Este primitivo tostadero fue agrandándose paulatinamente hasta llegar a la gran factoría que visitamos, orgullo de Villada y toda la región.
Personalmente tuve ocasión de comprobar el gran espíritu emprendedor que este señor derrochaba y su gran don de gentes. Acaso estos dotes les tuviera heredado de sus antepasados que fueron los primeros en emplear las técnicas modernas de los bancos de alimentos, siempre basados en la honradez de los habitantes de esta región, a los que adelantaba toda clase de comestibles a la entrada de verano, cobrándolos, sin interés, en el mes de Septiembre.


En los años 40 y 50 las empresas de los hermanos Izurquiza mantuvieron el nivel de vida de Villada. Una de las novedades nunca vistas en esta región fue la construcción de una barriada de casas hecha para los obreros de esta empresa.
Cuando cerraron las fabricas de harinas tomó el relevo la empresa Facundo y su familia que actualmente sostienen el desarrollo relativo en una zona agrícola, muy despoblada y falta de perspectivas.

SAN NICOLAS DEL REAL CAMINO

Poco antes de la hora convenida en el restaurante Barrunta, llegamos a mi pueblo que también tiene un albergue de peregrinos, con cuya conjunción se respira un aire actual y moderno.
Como pregona su largo titulo, por el pasa el Real Camino Frances, itinerario principal de la ruta Jacobea.
Por haber nacido en el y pasado toda mi niñez y adolescencia, cuando lo visito, todas sus calles y rincones me recuerdan los juegos y travesuras de mi niñez y las inquietudes, trabajos y relaciones con toda mi familia y demás vecinos.
En rápido recorrido pasamos por la calle dedicada a D Marcelo Alcalde, ejemplar maestro que ejerció en esta escuela durante 43 años, por lo que recibió a su jubilación, un justo homenaje de sus muchos e importantes discípulos.
Con una nostálgica mirada a la amplia y llana era donde se realizaba las antiguas faenas de trilla y bielda, visitamos la casa de mi hija pequeña y a la vuelta presencie de lejos la casa donde nací, actualmente ocupada por mi hermana mayor.
Muy cerca de nuestra casa estuvo ubicado el antiguo hospital de peregrinos, del que solo se conserva un fuerte pilar de ladrillos y cal. Este se aprovecho como ángulo sostén de las paredes del actual cementerio donde reposan en paz nuestros antepasados.
La iglesia de bastante valor por sus bóvedas y retablos, ha sido restaurada últimamente poniéndola un piso de tarima y un pórtico lateral exterior.


MORATINOS

Después de reponer fuerzas en el restaurante algunos hicieron los dos kilómetros que separan a ambos pueblos, por la senda de los peregrinos.
Los aficionados al juego echaron su partida en el ayuntamiento y visitaron nuestra modesta iglesia. Dos particularidades la diferencia de otras iglesias una que hay muy pocas que su entrada se haga por debajo de la torre y otra, que tiene una esbelta pila bautismal bien conservada, con bonitos canalones labrados en piedra caliza.
Pero sin duda la atracción más lograda de Moratinos son sus bodegas. Ya pueden caer chuzos de punta que todo peregrino que pasa no deja de sacar sus fotos, que dada la diversidad de su origen, serán vistas en todo el mundo.
También les induce a confusión ver las chimeneas y antenas de televisión que dan al exterior, haciéndoles creer que vivimos en ellas. También preguntan por el uso de estas cuevas, aclarándoles que se dedican a la conservación del vino y en cuanto a la antena y chimeneas, que son para la diversión de unos chicos de Sahagún que compraron una de ellas con este fin.
Siempre fue tradición merendar en las bodegas, especialmente en tiempo caluroso que se ve atenuado por su aislamiento térmico que no supera nunca los doce grados.
En este ambiente se sirvió un refresco merienda a toda la excursión siendo una novedad para la mayoría de sus componentes.


NO VALORAMOS LO QUE TENEMOS

Influidos por los medios de comunicación, nos sentimos en inferioridad de condiciones comparándonos con el oropel superficial de la vida moderna, que parece sacia todas las necesidades que el ser humano necesita para ser feliz.
Mas si nos fijamos, un poco, en el comportamiento gregario que rige la vida en las grandes ciudades podemos preguntarnos ¿Qué buscan en las salidas masivas de los fines de semana? Por las prisas y el nerviosismo en la manera de conducir, parece como si se tratara de una estampida temeraria, en la que cada cual tiene más prisa por alcanzar, en la mayoría de los casos, un rincón tranquilo donde calmar sus nervios desechos por el ajetreo inhumano de la vida moderna.
Esta tranquilidad temporal que ellos buscan, con tanto ahínco, la tenemos sin medida los que habitamos en pueblos pequeños y no sabemos apreciarla en su justo valor, pues la costumbre de tenerla todos los días nos parece lo más natural del mundo.
Si en el comportamiento comercial moderno se estima que de todas las cosas hay que sacar una rentabilidad ¿por qué nosotros no sabemos sacar partido de lo que para otros tiene tanto valor? Sin buscar sólo el interés económico, debemos contribuir facilitando solares o casas, que aquí nos sobran, para que puedan convivir en nuestros pueblos. Deseando que tuvieran más arraigo, no sería malo, que fueran familias completas para que sus hijos cortaran la segura despoblación de estos pueblos.
Siguiendo esta corriente, hace varios años vendí a un francés y luego a una pareja de ingleses, solares que intentan acondicionar para vivienda aunque parece que no tienen mucha prisa por hacerlo.
Caso a parte merece citar una pareja de americanos que, comprando una casa ya amueblada, empezaron de inmediato a vivir en nuestro pueblo.
Recordando una buena costumbre de su país, quisieron bendecir su casa. Reunido todo el pueblo junto a nuestro cura D. Santiago se llevó a efecto, en una ceremonia que por su sencillez resultó emotiva.
Durante el refresco que nuestros nuevos vecinos Rebeca y Patricio nos ofrecieron, pusieron de manifiesto su interés en adaptarse lo antes posible a las costumbres del pueblo.
¡Con que hambre de disfrutar la naturaleza les vemos pasear a diario por nuestros campos, aunque las condiciones atmosféricas les sean adversas!
Les deseamos sigan muchos años con esta ilusión entre nosotros y que la fusión de las dos culturas sea beneficiosa para nuestra convivencia.

domingo, 19 de octubre de 2008

UN LEBANIEGO EN CASTILLA

Escuchando por la radio la clausura del Año Santo, me ha venido a la memoria la vida que pasó en mi pueblo un buen paisano de aquella región montañesa.
Con ocasión de que un cura de aquí estuvo ejerciendo su ministerio por aquellas tierras, una hermana de este se casó con un lebaniego y fijaron su residencia en San Nicolás del Real Camino.
A pesar de que cada comarca fija la impronta en sus habitantes, este matrimonio mantuvo cada uno sus peculiaridades y congeniaron muy bien.
Creo que la atracción mutua se basara en sus creencias cristiana, sólida personalidad y gran nobleza que los dos tenían, haciendo honor a las dos comarcas donde nacieron.
En una excursión que hicimos hace años, pude comparar la naturaleza exuberante que aquel clima favorece. Su intrincada cadena montañosa la hace poco accesible, aún en estos tiempos, en que los medios de transporte y carreteras han mejorado mucho.
No es nada extraño que Santo Toribio, acuciado por el avance de los árabes, considerara este lugar refugio seguro donde guardar el Lignum Crucis, que según la tradición, es el trozo mayor que se conserva de la cruz en toda la cristiandad.







Para su custodia y devoción fundó un hermoso monasterio, que pronto gozó de la licencia papal para instaurar el año santo, gracia singular que comparte con otros cinco lugares en todo el mundo.




Este tiene la particularidad que sólo se celebra cuando el día veintidós de Abril, fiesta de su patrono, cae en domingo. Circunstancia que no volverá a producirse hasta dentro de diez años.
Hasta entonces, la puerta del perdón no se abrirá, custodiada por los cinco padres franciscanos que actualmente conviven en el monasterio. Pero el auge que ha tomado el turismo de naturaleza no mermará la afluencia de peregrinos. Caso similar sucede en nuestro camino de Santiago en que el aumento de peregrinos es constante, y apenas se incrementa en los años santos.
Pero volviendo a nuestro matrimonio protagonista de este relato, diré que él, como buen montañés, dominaba a la perfección la técnica de serrar la madera. En compañía de dos chicos del pueblo, pasaba largas temporadas en los montes preparando traviesas para la Renfe.
Me gustaba verle con que perfección y cariño preparaba las sierras. Sentado en el suelo de cualquier campiña, sacaba de su maletín los limatones triangular y semiesférico con los que hacía el filo a todos los dientes de la sierra. Sacaba luego un terciador con el que, convenientemente regulado, inclinaba los dientes uno para cada lado y con un guiño de ojo, muy experimentado, enmendaba la más pequeña desviación.
Puesta después de esta operación a serrar en el caballete, el serrín que sacaba era muy medrado y su avance aumentaba, prueba de que el filo era perfecto.
Otra especialidad propia de su tierra natal, era su manejo de la guadaña. Acostumbrado a segar hierba muy espesa y acaso en terreno desigual, segar alfalfa y cebada seca era para él coser y cantar.
Por eso, cuando venía a la entrada de verano de las cortas, casi como distracción, le gustaba lucir su habilidad segando las alfalfas por encargo de alguno del pueblo. Pero donde más mostraba su pericia era levantando, a punta de guadaña, la cebada encamada, pues había años que no se podía segar a máquina.
Como buen segador, picaba y afilaba la guadaña con mucha maestría. Recuerdo un día, que pasando por donde estábamos segando, observó que la piedra con que afilábamos era muy buena.


Antes de que se familiarizara el uso de éstas, fabricadas con polvo de esmeril, se hacían de piedra natural, variando mucho su calidad según la finura de la veta.
Haciendo una prueba en su guadaña, comprobó la excelente calidad que tenía y dirigiéndose a mi padre le dijo: “Pídeme lo que quieras pero me gustaría usarla”. Mi padre, comprendiendo que él la sabría sacar mejor partido, se la regaló y la usó varios años muy satisfecho por su buen rendimiento.
Dado su carácter campechano, trato noble y buen corazón, estimó mucho este pequeño detalle, reforzando la amistad que siempre tuvo con mi padre, acaso por la similitud de sus caracteres.
Al no tener hijos, su esposa, para mitigar el impulso maternal, tuvo con ella a varios sobrinos, que cuando crecían un poco, la abandonaban.
Como las campañas de corta de su marido, a veces, se alargaban mucho, abrió una cantina como pasatiempo, con lo que logró que los jóvenes tuviéramos un lugar de reunión en todas las épocas del año.
Siempre demostró no tener ánimo de lucro en el negocio, pues su situación económica era desahogada, y en justa reciprocidad todos los clientes nos mostrábamos generosos para que el local siguiera adelante.
Como prueba de esto puedo contaros, que, cuando los mozos nos reuníamos para poner los ramos la víspera del Corpus u otras celebraciones nocturnas, nos dejaba sobre la mesa las botellas de coñac o anís y se retiraba a descansar.
Cuando veo en la televisión el ansia desmedida de beber por beber de que hace gala la juventud actual, recuerdo gratamente lo bien que lo pasábamos nosotros sin recurrir a excesos y cuando nos retirábamos a casa satisfechos, alguna vez, entonábamos una canción de ronda. Por supuesto nunca olvidábamos dejar sobre la mesa el importe total de las botellas aunque no se hubiesen consumido.
En este ambiente casi familiar recuerdo que los domingos nos preparaba un gran puchero de café cuyo excelente aroma y sabor superaba a los exprés de ahora.
Desinteresado era el comportamiento de su marido, que, cuando regresaba del trabajo, en vez de ayudarla en el negocio, pasaba a ser el primer espada cuando se proyectaba cualquier distracción. Tal era el comportamiento ejemplar de este matrimonio, que dejó huella en el pueblo y al que dedico este relato como pequeño recuerdo.

sábado, 18 de octubre de 2008

El tío Bautista

Bueno será recordar, en especial para los jóvenes, que este tratamiento de tío antepuesto al nombre, lejos de ser un descalificativo, constituía una señal de respeto y veteranía que siempre admiré y, en estos momentos, quiero expresarme con los mismos términos con los que yo los recuerdo.
En mis muchos años de monaguillo estuvo de sacristán el tío Bautista, hombre de múltiples facetas que por salirse algo de lo corriente, fue una verdadera institución en el pueblo.
Como veterano sacristán nos enseñaba a cantar en la iglesia y cuando el introito y demás textos resultaban demasiado largos y monótonos, le recuerdo perfectamente con un largo lapicero en la mano que le servía de batuta y puntero marcándonos el salto que teníamos que dar para acortar el cántico. Este detalle os puede dar una idea de lo práctico y resolutivo que era en todos los órdenes de la vida. Como buen castellano siempre iba directo al grano, sin ambages ni subterfugios, cuando estaba convencido de obrar con buena intención.
También era práctica y única la manera que tenía de quitarse el picor que ocasiona el polvo de la cebada. El día que terminaba de trillarla y el barrido del solar, al oscurecer, se le veía salir de su casa tapado con una amplia manta. Se encaminaba a un buen tojo en el río donde se bañaba a fondo y con su manta, volvía a casa donde previamente se había desnudado y luego se vestía con la máxima comodidad.
Demostrando su agudo ingenio, siempre tenía la frase justa en el momento adecuado, incluso mofándose de sí mismo. En una ocasión que regresaba del campo cargado con un buen espino, al pasar por la solana bastante concurrida, una viuda de su tiempo trató de ridiculizarle echándole en cara su afán desmedido de traer para casa todo cuanto encontraba. Él, rápido como una centella le contestó: “ Ya ves que suerte has tenido, pues pensaba regalártelo para que te rasques “la cuquiminea” la gracia que hizo a todos fue tan grande como la vergüenza de la aludida, que fue a por lana y salió trasquilada.
Fue siempre entusiasta de conservar las costumbres antiguas y le encantaba que los mozos cantáramos las rondas por las calles del pueblo. Recuerdo oírle decir muchas veces, que en las noches que oía cantar a los mozos, era cuando más a gusto dormía, pues en aquellos tiempos en que solía haber algún robo de mulas o ganado, sería más difícil realizarlo si había gente por las calles.
Durante muchos años fue alcalde pedáneo de San Nicolás, organizando las senaras con mucho tacto y sentido práctico, cosa nada fácil según pude comprobar yo mismo años más tarde, por el espíritu independiente y poco solidario que siempre hubo en estos pueblos.
El día uno de Marzo se hacía senara con plantación de chopos y por la tarde la Junta Vecinal organizaba una merienda festiva. Todavía le recuerdo muy solícito para que no faltara el típico escabeche, yendo y viniendo a su cercana bodega con una cuartilla de barro, para que el vino estuviera lo más fresco posible.
En aquellos años llegó al pueblo un asturiano con su familia que se llamaba Eugenio poniendo una pequeña cantina. Para ganarse malamente la vida se dedicaba a vender baratijas por los pueblos, que llevaba sobre un pequeño jumento al que escasamente podía mantener.







Aprovechando la buena hierba que la era tenía en los meses que estaba cota, este buen señor, no sé si por ignorancia o malicia, soltaba su burro para que matara el hambre en la jugosa hierba.
Ante las quejas de los vecinos a su alcalde, este le previno de palabra varias veces para que no lo hiciera, pero el burro fuera por el día o por la noche no salía de la era.
Dispuesto a terminar de una vez con este abuso, el tío Bautista le mandó por escrito esta diplomática y amenazadora esquela: “Amigo Eugenio; sacarás el burro de la era y si no, te buscaré el bulto por otro sitio”. Excuso deciros que esta misiva sí logró el efecto deseado.
Quiero reseñar una anécdota que mi madre nos contaba muchas veces, con respecto a este señor siendo joven y que ella llegó a conocer perfectamente.
Los mozos casaderos entonces tenían la costumbre de lo que se llamaba “pretender”. Esto no era ni más ni menos que declarar sus intenciones a una chica, digamos de una manera formal.
Con la manera tan expeditiva que habéis podido apreciar, no se le ocurrió mejor cosa que pretender, a la que luego fue su esposa, un domingo a la salida de misa, a la vista de todos los vecinos del pueblo.
Echándole valor a la cosa, invitó a su pretendida a mantener con él una conversación de más de una hora en el centro de la plaza, haciendo públicas sus intenciones. No le importó lo más mínimo los comentarios que hicieron sus vecinos ni el peligro que suponía el exponerse a recibir unas públicas calabazas.
No quisiera que formaráis con estos datos la opinión de que fue un hombre insolidario y apartado del trato con sus vecinos, con los que siempre tuvo relaciones normales y presto en hacer un favor a quien se lo pidiera.
Recuerdo lo mal que lo pasaron mis padres, con ocasión de ponerse borracho un mozuelo que tenían de criado. Como nunca habían visto de cerca un caso parecido ni en propios ni extraños, alarmados llamaron al tío Bautista para que les sacara de aquel apuro. Tan pronto le vio les tranquilizó diciéndoles: “esto es una soberana borrachera, taparle bien y mañana estará como nuevo”. El joven inexperto despertó antes de lo previsto y avergonzado se retiró a sus obligaciones.
Cuando en las madrugadas del crudo invierno se organizaba la salida de los carros para bajar con trigo a Villada, una rampa muy pindía que subía a la carretera entrañaba el riesgo para alguna pareja de mulas de no poder subir y tener que recular con el riesgo que suponía el ir a parar a la cuneta.
Todavía recuerdo como si le estuviera viendo, a la tenue luz de la madrugada, la figura enjuta del tío Bautista cargado con un grueso madero, siguiendo a todos los carros que subían. A más de uno salvó de caer interponiendo su madero detrás de las ruedas, impidiendo el seguro entornazo.
Con estas pinceladas espero que os hagáis una idea de la vida tan independiente, libre y solidaria que siempre llevó. Que nos sirva de ejemplo en estos tiempos tan marcados por los convencionalismos sociales que muy pocos nos atrevemos a desterrar.
De este señor conservo buenos recuerdos, pues supo llevar su vida como un hombre de bien.

Buscando una solución



Si te acercas a cualquier pueblo de Castilla en época de laboreo, durante los fines de semana se puede apreciar una actividad agrícola mayor que los restantes días.
De todos es sabido que muchos que dejaron el campo y marcharon a la ciudad aprovechan estos días para seguir labrando las tierras de sus padres ya jubilados.
Con lo que sacan de la cosecha y subvenciones logran un complemento estimable a sus ingresos.
Ante el grave problema de despoblación en estos pueblos yo me pregunto: ¿Si el coche facilita que los de la capital labren en los pueblos porqué viviendo en estos no se puede trabajar en la capital?.
Muchos matrimonios jóvenes que encuentran problemas de empleo y vivienda en la ciudad, creo que si se les diese un lote de tierras comunales, tan abundantes en muchos municipios, lograrían el mismo complemento de sueldo que buscan los citados en primer lugar.
La movilidad que proporciona el coche podría ser aprovechada en ambas direcciones, ya que con las nuevas vías de comunicación en tres cuartos de hora se puede estar en el puesto de trabajo a setenta o más kilómetros.
El problema acuciante de muchos matrimonios jóvenes para encontrar vivienda podría ser mitigado en parte viviendo en un pueblo. Por lo que vale un piso en la ciudad se puede comprar una casa de pueblo, arreglarla convenientemente con todas las comodidades modernas y tal vez todavía alcanzara algo para el principio de una pequeña labranza o huerta familiar.
Con la actual crisis económica, especialmente grave en la construcción, muchos albañiles, si realmente quieren trabajar, podrían vivir en estos pequeños pueblos donde no les faltaría trabajo, como ocurría antes en la mayoría de estos pueblos, en los que un albañil atendía las necesidades de los demás vecinos.
Para que el Estado no dejara perder las cuantiosas sumas que ha invertido para adecentamiento de los pueblos, debería ayudar a estos principiantes con créditos blandos y aconsejar a los municipios tengan la misma igualdad que los demás vecinos.
Ya se está dando algún caso de jóvenes que viven en los pueblos y no tienen ningún problema para trabajar y divertirse en la ciudad, comprando o arrendando casas que todavía están en buen estado de conservación.
Si nos esforzáramos un poco todos para su adaptación, podría ser la solución al despoblamiento rural, muy debatido políticamente por todos los partidos pero con pocas soluciones prácticas para su arreglo.
Abundando en lo que acabo de exponer ¿Por que en España tenemos que ser siempre diferentes? De todos es sabido que en casi toda Europa, principalmente en Francia y Alemania, como naciones más prósperas y representativas, el cultivo de su moderna agricultura se ejerce desde la misma finca donde viven sus propietarios.
Esto no es óbice para que tengan sus casas con todas las comodidades modernas y valiéndose del cómodo desplazamiento en coche, se divierten como el que más en las diferentes capitales o centros comarcales, donde confluyen todos los que viven cercanos en sus respectivas explotaciones.
Otro tanto puede decirse de la nación más rica de la tierra, Norteamérica. Desde su fundación estimaron que la manera más correcta de atender una finca agrícola es viviendo en ella, para estar al tanto de las muchas necesidades que surgen de un día para otro. Si rectificar es de sabios, no veo el menor inconveniente en imitarles y conseguir que la población agrícola este repartida por todo el amplio terreno productivo, contribuyendo con ello a la no despoblación de amplias zonas del territorio nacional.

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EL DRAMA DE LOS DIVORCIADOS


Ante el aumento de los crímenes pasionales, especialmente de esposas, novias o compañeras, la opinión generalizada es que el hombre peca de machismo y no aguanta la ruptura de la relación en común.
Poco a poco se van generalizando los debates en los que se intenta aclarar esta situación y estudiar en profundidad las verdaderas causas de este fracaso.
Se dice que la incorporación de la mujer al trabajo le ha dado la autonomía económica, que influye bastante en esta situación. Pero creo que cuando la pareja tiene problemas, estos se deben por igual a los dos cónyuges, pues según dice el refrán, “dos no riñen si uno no quiere.”
Aunque los jóvenes tengan otro punto de vista, la vida en pareja es un continuo intercambio de afectos mutuos, con los que se aguantan todas las pequeñas rencillas de la vida en común.
Como parece que la ley del péndulo nos encanta a todos, hemos pasado del machismo más cobarde al hembrismo más refinado. Esta nueva denominación parece que se está imponiendo, no sin causas que lo avalen. Tan hembrista es la mujer que por rencor denuncia de falsos malos tratos al marido, como este de machista si abusa de su fuerza física.
Debemos ser ecuánimes en buscar el punto medio en este pugilato y sobre todo, sopesar el gran perjuicio que se hace a los hijos, si los hubiere. A pesar de la mucha demagogia que existe, está demostrado que la colaboración de la pareja es insustituible para el buen desarrollo del niño.
Si tomamos los ejemplos, que la sabia naturaleza nos brinda, observamos que los animales, que llamamos irracionales, nos dan a los racionales, sopas con onda en este aspecto.
Habréis notado que cuando una pareja de cualquier animal se involucra para perpetuar su especie, no reparan en sacrificios, a veces heróicos, por sacar a sus hijos adelante.
Este comportamiento animal quizá nos parezca alejado del ánimo que muchos padres pueden sentir al verse separados de sus hijos, pues muchas reacciones nuestras, por mucho que las disfracemos con la educación, se acercan bastante a la de aquellos.
Para mitigar un tanto este comportamiento tienen que tener en cuenta, tanto legisladores, jueces y medios de comunicación, lo pernicioso que es dictar leyes que den la ventaja a una de las partes contendientes.
En el código civil actual existe una ley que en caso de igualdad de ambos, el juez castiga al hombre divorciado y si tiene la desgracia de que su pareja le acusa de malos tratos, aunque no estén suficientemente probados, pasa por la cárcel hasta que se incoa la causa. En tanto se resuelve esta, también se le priva de la custodia de sus hijos y se le conmina a no acercarse al domicilio conyugal, aunque este sea de bienes gananciales.
Corroborando lo expuesto, hace pocos días se dio un caso dramático. Un matrimonio corriente, como muchos de hoy día, trabajaron en común para tener su casa propia y criar dos hijos que eran su máxima aspiración.
Más hete aquí, como el diablo todo lo enreda, tuvieron sus pequeñas diferencias, como toda pareja que se precie y no supieron subsanarlas.
Se acogieron al dañino divorcio exprés, que parece estar de moda y en tres meses este hombre se vio privado de su familia y casa, con el agravante de que era autónomo y tenía su taller en el bajo de la casa, no pudiendo trabajar en él por una orden de alejamiento.
Por vivir en un pueblo relativamente pequeño, donde la presión es mayor, este hombre cogió una depresión tal, que le condujo al suicidio.
Estos casos son poco aireados por los medios de comunicación, a pesar de que según las estadísticas pasan de treinta los suicidios de este año.
Este comportamiento vengativo de las divorciadas contribuye a que los más excitables se les crucen los cables y no duden de hacer salvajadas inadmisibles, como contrapartida a las injusticias de las que se creen víctimas.
Si no se pone exquisito cuidado en aclarar, lo más posible, estas injustas denuncias, la violencia de género tendrá muy mal arreglo, pues las dos partes concernidas creen tener razón.
Recuerdo lo que me dijo hace años un chico que conocí desde sus tiempos de novios con la mujer que se casó y tuvo la desgracia de divorciarse: “El divorcio no es para pobres.” Efectivamente, él, que tenía un patrimonio mediano con el que podría vivir normalmente, tuvo que trabajar duro para poder sufragar la pensión asignada por el juez a sus hijos.
Aguantó unos años en este plan, pero al final tuvo que vender las tierras, que eran su único medio de subsistencia. Acomplejado y abatido dio con sus huesos en un centro de beneficencia.
De los casos de divorciados que conozco, ellas se apañan mejor que ellos, como lo demuestra la estadística reciente que han hecho en los comedores de beneficencia, donde el noventa por ciento de sus comensales son divorciados.
Me daría por satisfecho si con estas líneas aportara una pequeña idea para solucionar este enorme problema que esta desangrando al país. Por su gran repercusión social deberíamos volver a tratar el divorcio con más seriedad, dándole por lo menos seis meses de separación y reflexión.
Los que se casan con la intención de separarse a los tres meses, sería mejor que no lo hicieran, pues con las leyes actuales, los no casados tienen los mismos derechos económicos y se evitarían los muchos trastornos afectivos, que todo divorcio lleva consigo.

Bendito temor




Escuchando una mañana el programa Protagonistas, de Luis del Olmo, había diferentes opiniones de sus tertulianos, sobre la poca efectividad que había tenido el programa por puntos que implantó el gobierno hace pocos años.
Unos opinaban que había que endurecer las multas y otros que había que meter en la cárcel a los reincidentes en faltas graves, aunque hubiera que hacerlas nuevas.
Del Olmo finalizando esta tertulia les hizo esta pregunta ¿No creéis que con encarcelar a una docena de estos sería suficiente para que el temor producido remediara el problema?
Después de meditarlo bastante, creo que se podría contestar afirmativamente avalado por mi experiencia de conductor durante cincuenta años.
El primer año, que fue el más fructífero en reducir los accidentes, creo se debió al temor que todos cogimos en quedarnos sin carné según las normas estrictas que querían imponer.
En este caso se cumplió el refrán que dice: “La justicia de abril es muy rigurosa, mas llegando mayo ya es otra cosa.”A la vista de los pocos carnés retirados y casi ninguna sanción de cárcel, el temor ha disminuido y cada año que pasa se aumenta las muertes por accidente.
Bendito temor, como encabezo este relato, que ha servido, más de lo que parece, al progreso de nuestra civilización.
Según opinión de antropólogos muy competentes, el saludo actual de darse la mano viene de una reminiscencia antiquísima, de cuando el homo erectus empezó a usar las manos para muchas cosas, en especial para defenderse o atacar a sus congéneres.
Preso de temor cuando visitaba a sus colegas se sujetaban la mano, pero no como saludo, sino como prevención de cualquier ataque.
Los animales que estuvieron siempre aislados dentro de un continente, al no tener miedo a los nuevos pobladores y no saber defenderse, fueron exterminados y sustituidos por aquellos a los que el temor a todo lo extraño les concedió más capacidad para subsistir.
Otro hecho que ha llamado la atención sobre este caso, es lo ocurrido en un nuevo estado de África, donde el desmadre del trafico era tal que su presidente no veía la manera de atajarlo. Un buen día tuvo la idea de cobrar las multas en el mismo acto de la infracción, inmovilizando el vehículo hasta que la deuda no fuera pagada.
Con esta simple medida dicen se arregló el acuciante problema, que si se trasladara a nuestro entorno tal vez pudiera tener resultados.
Para ese catorce por ciento que conduce sin carné y los que tienen por norma no tener el seguro obligatorio de vehículos, el tener que pagar en el acto, al quedar inmovilizado su vehículo, podía tener efectos positivos.
Me podríais tachar de racista pues esta norma tendría poco efecto para los de clase media o alta. Para estos con un poco de imaginación, también habría manera de cortar sus desmanes.
De todos es conocido que cuando alguien, especialmente de la clase alta, se ve involucrado en algún accidente, los medios de comunicación, aunque esté fehacientemente probado, no publican sus nombres completos sino solamente las iniciales
Creo que la trasparencia informativa, de la que tanto alardean, obligaría a publicar sus nombres y apellidos completos, involucrando a sus padres que sólo por el bendito temor a la resonancia posterior, se encargarían de poner en regla a tantos “hijos de papá”que impunemente “gamberrean” por nuestras carreteras.
Los que han viajado por las carreteras francesas dicen que en muchos cambios de rasante ponen una silueta que simula a un agente de tráfico y sólo con el temor a no ser multados contribuye a que mermen los accidentes de tráfico.
Quiero también contaros tres casos que me han sucedido en mi larga experiencia al
volante.
Cuando se impuso la obligatoriedad de llevar el cinturón de seguridad tuvo también sus detractores, pues decían que se daban casos de vuelco con incendio inmediato que había costado la vida a los que no pudieron desabrocharlo a tiempo.
Aunque su uso ha demostrado que son más los beneficios que los inconvenientes, en este ambiente de indecisión tuve que hacer un viaje a Saldaña. A la entrada del puente romano los guardias me denunciaron por no llevar el cinturón.
No sé si me cogieron en un mal día, o por el sermón que me propinó uno de los guardias reprochándome que no fuera capaz de cuidar mi propia vida. Lo cierto es que entrando en discusión me puse nervioso y le dije: “¿También me pueden prohibir subirme al petril del puente y tirarme de cabeza al río?”
Ante mi salida estentórea, el guardia del sermón entrado en años, pero con una gran experiencia y respeto me dijo: Usted me firma la denuncia y luego haga lo que le plazca, que ya vendremos luego para sacar su cadáver.
Esta sabia sentencia me quedó bien grabada y procuro ponerme el cinturón. Cuantas veces paso de nuevo por este puente, las laterales piedras del petril me parece que lanzan una sonrisa burlona, recordándome la escena de la que fueron mudos testigos.
En otra ocasión, bajando a Palencia con cierta prisa, dejé aparcado el coche en una zona reservada a carga y descarga de mercancías. Tuve la mala suerte que frente a esta había una obra en construcción, que usaban esta zona como su aparcamiento indebido.
Sospecho que fueron ellos los que se chivaron para que me denunciaran y me llevaran el coche. Como era la primera vez que esto me ocurría intenté indagar su paradero y los de la obra que estaban en el ajo, empezaron a cachondearse, con lo que me dieron la pista que seguí al depósito de los coches retirados. Después de pagar la correspondiente denuncia y complicados trámites, me devolvieron el coche.
Os puedo asegurar que desde aquel día, aunque me cueste buscarlo, siempre dejo el coche en un aparcamiento autorizado.
En otra ocasión viniendo de Palencia, a la entrada de Becerril hay un límite de velocidad bastante difícil de hacer, pues está cuesta abajo y con la inercia que traes, si no pisas el freno incurres en falta. Fue tal la cantidad de conductores que ese día incurrimos en la misma falta que los de tráfico se extrañaban de los muchos que habían sido multados en el mismo sitio.
Muchos opinan que estas multas no sirven más que para recaudar fondos. No lo creo así, pues en mi caso las treinta mil pesetas, que es la mayor multa que he pagado, no se me olvidan y cuando paso por allí mi cerebro instintivamente levanta el pie del acelerador para fijarlo en el freno.
Si en los casos que os he expuesto el temor actuó de acicate, no creo que se deba a que yo sea un conductor especial sino más bien de los del montón, como la inmensa mayoría de conductores.
Aunque este mal visto reconocerlo, el bendito temor a casi todos nos sirve de freno para no incurrir en las muchas ocasiones de sanción, que la conducción moderna lleva consigo.