sábado, 25 de octubre de 2008

NO VALORAMOS LO QUE TENEMOS

Influidos por los medios de comunicación, nos sentimos en inferioridad de condiciones comparándonos con el oropel superficial de la vida moderna, que parece sacia todas las necesidades que el ser humano necesita para ser feliz.
Mas si nos fijamos, un poco, en el comportamiento gregario que rige la vida en las grandes ciudades podemos preguntarnos ¿Qué buscan en las salidas masivas de los fines de semana? Por las prisas y el nerviosismo en la manera de conducir, parece como si se tratara de una estampida temeraria, en la que cada cual tiene más prisa por alcanzar, en la mayoría de los casos, un rincón tranquilo donde calmar sus nervios desechos por el ajetreo inhumano de la vida moderna.
Esta tranquilidad temporal que ellos buscan, con tanto ahínco, la tenemos sin medida los que habitamos en pueblos pequeños y no sabemos apreciarla en su justo valor, pues la costumbre de tenerla todos los días nos parece lo más natural del mundo.
Si en el comportamiento comercial moderno se estima que de todas las cosas hay que sacar una rentabilidad ¿por qué nosotros no sabemos sacar partido de lo que para otros tiene tanto valor? Sin buscar sólo el interés económico, debemos contribuir facilitando solares o casas, que aquí nos sobran, para que puedan convivir en nuestros pueblos. Deseando que tuvieran más arraigo, no sería malo, que fueran familias completas para que sus hijos cortaran la segura despoblación de estos pueblos.
Siguiendo esta corriente, hace varios años vendí a un francés y luego a una pareja de ingleses, solares que intentan acondicionar para vivienda aunque parece que no tienen mucha prisa por hacerlo.
Caso a parte merece citar una pareja de americanos que, comprando una casa ya amueblada, empezaron de inmediato a vivir en nuestro pueblo.
Recordando una buena costumbre de su país, quisieron bendecir su casa. Reunido todo el pueblo junto a nuestro cura D. Santiago se llevó a efecto, en una ceremonia que por su sencillez resultó emotiva.
Durante el refresco que nuestros nuevos vecinos Rebeca y Patricio nos ofrecieron, pusieron de manifiesto su interés en adaptarse lo antes posible a las costumbres del pueblo.
¡Con que hambre de disfrutar la naturaleza les vemos pasear a diario por nuestros campos, aunque las condiciones atmosféricas les sean adversas!
Les deseamos sigan muchos años con esta ilusión entre nosotros y que la fusión de las dos culturas sea beneficiosa para nuestra convivencia.

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