domingo, 30 de noviembre de 2014

RECORDANDO A MI FAMILIA


       
                                        

Días pasados, con motivo de la muerte de la duquesa de Alba, los medios de comunicación nos hartaron de repetir tanto su vida como la de su familia.
Esto me hizo recordar cierto parecido inverso entre su familia y la mía, pues en aquella son cinco hombres y una mujer y en la nuestra se cambian los términos: cinco mujeres y un hombre.

Cualquiera otra comparación sería odiosa, queriendo solo exponer que de los años 20 al 40 los matrimonios con seis hijos ocupaban la escala media de la natalidad, habiendo matrimonios que llegaban a diez y doce hijos y por debajo de los de seis alguno que solo tenía dos o tres.


Esta tasa de natalidad era muy semejante tanto en el ambiente rural como en la alta sociedad, que como los medios económicos no les faltaba lograban dar estudios superiores a toda la familia logrando que todos sus miembros fueran políticos, médicos, abogados, jueces, notarios, catedráticos y directores de muchas empresas con lo que copaban la mayoría de los puestos de relevancia que existían.
Con el paso de los años esta tendencia se fue aminorando entrando en este reparto también los hijos de la clase baja, que a fuerza de privaciones y esfuerzo lograban sacar una carrera y entrar también en la clase alta.
Estas familias medias de entonces tenían la ventaja que si el hermano mayor despuntaba en algo, los demás hermanos , estimulados por una sana emulación, seguían los pasos del primero.

Esta ventaja no la podían tener los hijos únicos que, en algunos casos, se aprovechaban  del cariño de sus padres  y se convertían en verdaderos tiranos y no se esforzaban como los de otras familias numerosas.
 Esto a los jóvenes de hoy les puede parecer exagerado, pero remontándose a los años citados podrán comprobar la veracidad de lo expuesto.
Como los padres, en todo tiempo, siempre han querido lo mejor para sus hijos, los nuestros no podía ser menos, y dentro de sus posibilidades procuraron educarnos lo mejor que pudieron.

Mi madre, que había tenido una hermana modista, estaba empecatada en que alguna de sus hijas lo fueran. Como primer paso, en vista de que en Moratinos había maestra, aquí mando a la hermana mayor para que aprendiera, además de la enseñanza primaria, a coser, bordar y demás labores femeninas que entonces enseñaban las maestras, no así el maestro que en San Nicolás había.


Como complemento de esto había en el pueblo próximo de Riosequillo una buena modista que se dedicaba a la enseñanza, y allá subían mis hermanas cargadas con sus mochilas todos los días.
En Sahagún completaban su formación y recuerdo que en casa había un arca lleno de modelos de toda clase de vestidos hechos con papel, con los que practicaban los patrones que venían en los figurines y demás revistas de la confección.


Como complemento y premio a su constancia mis padres las compraron una máquina de coser del modelo más moderno que había.
Para que aprendieran todas las obligaciones de la casa mi madre las imponía turnos para hacer las diferentes comidas, que ellas se repartían según preferencias y gustos de cada una, logrando que todo funcionara como verdaderas amas de casa.
Excuso deciros que mi padre y yo estábamos ajenos a todo esto, pues como norma general de aquel tiempo, los hombres no aprendimos, por desgracia, ni a freír un huevo.
Si las mujeres aprovechaban el tiempo de invierno para aprender cosas, no digamos nada de los hombres, siempre metidos en las múltiples faenas que el campo reclama.
Si como único varón no tenía con quien compartir las obligaciones, no me puedo quejar pues que para mi también eran las atenciones de todos, satisfaciendo mis deseos.
A este respecto diré que entonces tener una bicicleta no estaba al alcance de todos y en la guerra civil fueron objeto de requisa por el Estado. Se las comparaba casi con los pocos y viejos coches que tenían las familias pudientes, que sufrieron una requisa general los que estaban en buen funcionamiento.

Las bicis las querían para formar el fugaz ejército que llamaban pomposamente El Batallón ciclista, que fracasó estrepitosamente. La guardia civil también hizo sus pinitos en bicicleta, hasta que se demostró que no había cosa más vulnerable que un hombre haciendo equilibrios sobre dos ruedas. 

En la vida práctica de los pueblos se fue imponiendo la bici que era más rápida que cualquier animal de monta y más fácil de mantener.
Como había que asistir a muchas ferias también disfruté de una buena silla de montar sobre una yegua en la que llevaba todo lo necesario para pasar a veces tres días fuera de casa.
Mis padres también quisieron que disfrutara de una beca que daban al que hiciera estudios en el seminario, donde estuve dos cursos, que aunque el latín empleaba la mayoría del tiempo por lo menos “aprendí a aprender” que junto con mi afición a la lectura me ha sido muy útil en la vida.
Podría relataros muchas más ventajas que tenían estas familias numerosas que fueron el sustento y el progreso de los difíciles años de la posguerra.


Más de estos temas en el índice del 5 de Febrero del 2009 titulado Antonio.      

viernes, 21 de noviembre de 2014

OTOÑO DE 2014


                                                        

Este año se ha presentado más lluvioso de lo que acostumbra en esta comarca, que aunque ha dificultado el remate de la sementera, lo que se sembró por seco está naciendo con mucha fuerza pues acompañó unos días de calor.


En los años 40 y 50 cuando empecé a sembrar, era costumbre y muy arraigada empezar la sementera a primeros de Octubre con la tierra bien preparada por las labores de barbecho, la labranza de las mulas se esforzaba menos y se avanzaba la sementera, que entonces duraba por lo menos dos meses.



Un sabio refrán aconsejaba diciendo “Preparad las sopas que el caldo ya vendrá” como se ha cumplido este año donde sembrada la tierra llegó luego el agua benéfica, esperemos que con buen resultado, pues ahora con la mecanización dura menos la sementera y casi siempre se cumple el refrán que decía: “Por San Clemente (23 de Noviembre) alza la mano a tu simiente”


En mis paseos matinales es un placer ver la fuerza de la naturaleza que hace nacer a toda clase de semillas, según su ciclo y cantidad de harina que contiene cada grano para hacer crecer pronto a su germen.
Esto se aprecia muy bien en la cebada que tiene un grano más compacto que la avena, por lo que en las mismas condiciones de suelo y siembra, nace de tres a cuatro días más tarde.


El natural nacimiento de las plantas lo quieren alterar las multinacionales productoras de transgénicos, que no dudan en tildar en los medios de “dañina” a la simiente natural producida en el mismo año en la propia explotación.
Acaso las productoras de estas semillas, basadas en los buenos resultados que dicen lograr, lleguen a alcanzar el dominio en el mercado de semillas, con lo que controlarán a su antojo el mundo del campo, imponiendo las semillas que más favorezcan a las multinacionales dueñas del mercado, quedando la libre decisión del labrador muy mermada.


Ya no se puede uno escandalizar por nada, pues a pesar de la oposición de Europa, esta moda se va extendiendo de América a todo el mundo.        

 Más de estos temas en el índice con fecha 3 de Diciembre de 2011

 En “el mundo de las semillas” y en “ observaciones campestres”