domingo, 19 de diciembre de 2010

SEMBLANZAS DE D.MIGUEL DELIBES



















Aunque ya son muchos los trabajos y estudios que se han hecho y seguirán haciéndose sobre la obra de este gran escritor, quiero recopilar en estas líneas mi modesto parecer de los recuerdos que tengo, después de haber leído y releído su extensa obra.
En ella ha logrado reflejar como nadie el alma, vida y costumbres de esta zona de Castilla, con epicentro en Valladolid donde pasó su vida. Aunque tuvo buenas oportunidades, nunca quiso salir de su Valladolid natal y Castilla sería el escenario donde desarrolló su extensa obra literaria. Nació en Valladolid siendo el tercero de ocho hermanos el día 7 de Octubre de 1920 y murió en el mismo después de haber cumplido los 89 años el día 12 de Marzo de 2010.
Sería ocioso decir que para mí Delibes ha sido el escritor moderno que mejor ha sabido expresarse en el rico idioma castellano, empleando con suma maestría los modos y giros que el pueblo llano usa, y que son la expresión del buen hablar de nuestros antepasados.
Aunque oficialmente no dejó escrita ninguna memoria, sin perjuicio que puedan aparecer ya, nos las dejó indirectamente expresadas, pues en cada una de sus novelas nos desvela aspectos íntimos de su personalidad que denotan a un hombre muy cabal.
Cuatro cosas son las que coincidieron para que Delibes fuera el gran escritor que llegó a ser:
1ª) La carrera de derecho mercantil que hizo, por seguir la tradición familiar, enamorándose de la manera de escribir que tenía su profesor Garrigues.
2ª) El haber entrado en el periódico el Norte de Castilla, primero de caricaturista y después de la guerra haciendo críticas de libros, cine etc.
3ª) El premio Nadal, que consiguió con su primera novela “La sombra del ciprés es alargada.”
Y 4ª) y principal la ayuda de su novia primero y esposa después Ángeles Castro, que le impulsó a la afición a la lectura haciendo también de mentora y consejera del novicio escritor.




















Según propia confesión tres fechas fueron decisivas en su vida: en 1947 en que ganó el premio Nadal, el año 1974 en que murió su esposa Ángeles y en 1990 en que cumple 70 años en los que había fijado la meta de sus actividades, tanto deportivas como literarias.La influencia de su padre Adolfo Delibes fue decisiva para la formación de su carácter como lo cuenta en su estupenda novela “Mi vida al aire libre”, en la que preferentemente recuerda sus enseñanzas. A su madre Maria Setién la recuerda siempre al cuidado de la casa. Aunque siempre tuvo varias criadas, la compra y la reparación de la ropa siempre fue cosa suya. Era una consumada cazadora de los chinches que abundaban en las camas, relata Delibes con una sinceridad que le honra, y con no menos ternura confesaba que su madre hacía de dos cuatro y que las sabanas tenían más puntadas que la fábrica de Sabadell donde las hicieron.















Le gustaba jugar al fútbol y montar en bicicleta y como el sueldo de su padre no daba para comprar libros nuevos tenía que contentarse con los libros usados de sus hermanos.
Donde su padre no era tan tacaño era en los gastos de compra y arreglos de bicicletas con las que inculcó a sus hijos la afición al aire libre y a los deportes.
Es célebre la anécdota que cuenta Delibes, de cómo su padre cuando cumplían sus hermanos seis años les amarraba una soga a la cintura y les lanzaba al agua sosteniéndoles un rato, hasta que al cabo de una semana se soltaban a nadar solos.
Del tiragomas pasó a la carabina de aire comprimido, que su padre le regaló por los Reyes cuando tenía once años.
En la novela “ Madera de héroe” relata el principio del alzamiento de la guerra civil del treinta y seis. Aunque Valladolid siempre estuvo en la zona nacional, recuerda que su madre nunca fue muy amiga de los falangistas y en su casa nunca hubo una camisa azul. Como expresión de su religiosidad, su madre les puso a todos los hermanos una pequeña cruz en la solapa, que fue motivo de más de un enfrentamiento con los chicos republicanos.
Al cumplir los 18 años se alista voluntario en la marina, siendo designado al crucero Canarias. Al acabar la guerra se licenció al cumplir los 19 años.









Cuenta en la novela “Un año de mi vida” que el único placer que tenían dentro del crucero era lanzarse al mar desde la cubierta y disfrutar nadando teniendo de profundidad muchos metros de agua, por lo que muchos compañeros no se atrevían a hacerlo. La guerra la compara como el drama de Caín y Abel, pues en los dos bandos hubo mucho ensañamiento. Los malos para la derecha eran los de la izquierda y para los de izquierda los de la derecha.
En "Las guerras de nuestros antepasados” Delibes usa la guerra como telón de fondo no comprometiéndose con ningún bando por miedo a la censura, que existía cuando escribía estos libros.
Al terminar la guerra se encuentra en Valladolid con un padre de cerca de 70 años, ocho hermanos por colocar, el bachillerato terminado y tres años de peritaje mercantil. Exigencias económicas le llevaron a estudiar derecho y comercio, con el apremio de gastar poco y estudiar rápido, presentándose a varias oposiciones bastante difíciles.
Acuciado por la necesidad escribió con precisión y sencillez los títulos “Aún es de día” y “Camino”, que denotaron ya las buenas maneras del inminente autor.
Con el seudónimo de “MAX” ( M de Miguel, A de Ángela y X de incógnita) por cien pesetas mensuales se dedica a hacer caricaturas de todo bicho viviente en el Norte de Castilla y aprovechando la limpieza política que hubo después de la guerra entra de simple colaborador. Después de hacer un cursillo de tres meses en la escuela de periodismo de Madrid ya fue de plantilla.
“En mi vida al aire libre” Delibes nos cuenta con todo lujo de detalles sus estrecheces económicas y las palizas que tenía que darse en bicicleta si quería ver a su novia Ángeles. También confiesa que ella fue la que le encauzó a su afición a la lectura y le animó a escribir.
¡Con qué detalle y sinceridad nos cuenta sus apuros en su boda! El dice que no estrenó ni una camisa y ella tuvo que conformarse con traje negro, a pesar de ser, ya entonces, un sacrilegio no ir de blanco.
Este detalle del traje lo recuerda con mucho cariño justo el 25 aniversario de su boda. También comenta los regalos que se hicieron en la petición de mano. Él la regala una bicicleta y ella una máquina de escribir como algo premoritorio de lo que ella creía que iba a ser.



















A los nueve meses y medio tuvieron su primer hijo y con gran ilusión de ambos se puso a escribir “La sombra del ciprés es alargada” que le valió el Nadal y fue el arranque creativo de su vida de escritor. El premio Nadal lo dedica a su mujer e hijo y a sus padres. Las quince mil pesetas que le dieron por el premio era entonces bastante dinero y para Delibes mucho más pues sólo ganaba 1000 pesetas como profesor en la escuela de comercio y 500 pesetas en el periódico el Norte. Con este dinero puede atender a los gastos de su segunda hija Ángeles y el resto, como buen castellano, lo administró como mejor pudo hasta que llegó una enfermedad que él tuvo, y se llevó el resto.
Desde entonces el nacimiento de sus hijos y la edición de sus nuevas novelas van saliendo casi a la par. Pues el nacimiento de los siete hijos que tuvieron lo consideraban como lo más natural del mundo.
En la novela “Aún es de día” explica con todo detalle los sentimientos de un niño al verse solo y desamparado. La censura le quitó los devaneos eróticos de un pobre contrahecho, pero no puso ningún reparo en admitir los trapicheos del estraperlo, muy en boga en aquellos años.















En "El camino” Delibes recibe la primer sorpresa, pues a pesar de haberla escrito a capítulo por día, tuvo una buena aceptación de todos los críticos. Con esto se dio cuenta que lo mejor era escribir como hablaba, con poco adorno y desde esta novela se dejó llevar por su instinto natural que tan buenos resultados le había proporcionado.
El argumento de esta novela no puede ser más sencillo. Cuenta los avatares de un pequeño pueblo a través de los ojos de un niño Daniel, apodado el Mochuelo y de sus dos inseparables amigos, el Moñigo y el Tiñoso. Con sus peripecias, sabiamente manejadas, conforma el perfil del pueblo donde el autor había pasado muchos veranos de su infancia.
Como cuenta en “Mi vida al aire libre”, de la bicicleta pasó a la moto Montesa, que a pesar de su pequeña cilindrada le parecía una locomotora. ¡Con qué orgullo y satisfacción cuenta lo que fardó con la moto junto a su mujer!
En una ocasión se atrevieron a ir en moto a Santander, pero al subir los puertos Ángeles tenía que saltar de la moto en marcha para que él pudiera coronar el puerto, pues con los dos no podía.














En “Mi adolatrado hijo Sisí” critica un tema de rabiosa actualidad, como es el tener el hijo único. El protagonista procura siempre gozar de los placeres de la vida. Cuando su mujer le anuncia que van a tener un hijo decide que este no necesita educación, cosa que dice es de pobres, y le da cuantos caprichos le pide su hijo, iniciándole en el sexo desenfrenado como reflejo de la conducta paterna. Estalla la guerra civil y su padre le proporciona un destino poco peligroso. Pero Sisí muere y el protagonista incapaz de soportar su ausencia, se quita la vida.















En “Diario de un cazador” Delibes ensaya otro método nuevo de hacer una novela. El sistema de hacer escribir un diario al protagonista le sirve para que el lenguaje vulgar que usa tome visos de naturalidad, expresado en la jerga del cazador, casi siempre exagerada y parlanchina. También incluye un relato explícito de como se debe cazar, en especial la perdiz roja. Esta fue su caza preferida en la versión más pura practicada los domingos, que con el perro y la escopeta al hombro salían al campo a buscar noblemente la pieza, con buenas piernas y mejor vista.















“La muerte de un cazador” está dedica a la muerte de su padre Adolfo Delibes a los 81 años, tan enamorado del campo como de joven. Siguió ejerciendo la caza hasta que le fallaron las facultades físicas y para no estar en casa se pasó a la pesca que practicó hasta sus últimos días.
En “Diario de un emigrante” recoge las andanzas de su viaje a Chile, Brasil y Argentina, que le dieron material para escribir varios libros de viajes, muy bien documentados.
“La señora de rojo sobre el fondo gris”es un cariñoso homenaje literario a su esposa, a la que llama Ana en la novela, que fue protagonista absoluta en la vida del autor. Ella le hizo feliz durante 48 años y a su muerte exclamo: "!Ha muerto la mejor mitad de mi mismo!"
No me resisto a dejar de contaros un pasaje que cuenta en esta novela que demuestra la mutua comprensión y amor que siempre se dieron en esta pareja. Ángeles, además de ayudar a Delibes como una consumada secretaria, creyó conveniente prepararle un despacho apartado e insonorizado para que escribiera más tranquilo. Por deferencia hacia ella se recluyé en él unos días, pero tuvo que desistir, pues en aquel silencio no lograba escribir nada, teniendo que volver a su antiguo escritorio desde donde apreciaba el bullicio que producían sus siete hijos jugando por toda la casa.
En “La hoja roja”, título alusivo a la hoja de ese color que aparecía en los libritos de papel de fumar avisando que ya quedaban pocas. Con esta imagen nos hace meditar sobre lo fugaz que pasa esta vida.















“Las ratas” es una denuncia de la postración del medio rural castellano. El protagonista cazaba ratas, que aquí llamamos aguaderas, con la ayuda de un punzón y un perrito. Para sobrevivir le encargaba venderlas a Niní, niño prodigio que sabe más que nadie, con una ciencia infusa que traspasa e ilumina la brutalidad y suciedad que domina todo el ambiente sin que él se manche en absoluto. Este ambiente tan pobre y miserable fue comprendido por otro castellano, Antonio Jiménez-Rico que filmó esta novela 35 años después, rodando muchos planos en el próximo pueblo de Población deArroyo.
En “Viejas historias de Castilla la Vieja” cuenta la vida de un joven campesino en un pueblecito castellano, duro de mollera y parco en afanar en el campo. Emigra a América Lorenzo, que así se llama el protagonista. Cuando vuelve, después de muchos años, se encuentra conque nada había cambiado en su pueblo, excepto las personas, que ya eran todos para él hijo de fulano y mengano. Todas las demás cosas permanecían inalterables.
“Cinco horas con Mario” es el monólogo de una joven viuda ante el cadáver de su esposo Mario. En principio fue recitado con desparpajo por la vallisoletana Conchita Velasco que entonces era conocida con este diminutivo. Sutilmente en el monólogo va introduciendo el autor todas las carencias que sufre esta tierra, como malas carreteras, escasez de cosechas, calles enlodadas en invierno y polvorientas en verano. Ante este crudo panorama que trata de endulzar lo más posible para despistar a la censura, Delibes hace una pregunta, que cobra actualidad ahora mismo ¿A quien puede extrañar que los jóvenes se escapen? Desde que se hizo esta pregunta han pasado 44 años y el problema no se ha resuelto ni se ha buscado una respuesta fundamental.
















En “Vivir al día” cuenta el autor lo difícil que era entonces vivir de la pluma y más en su caso con la familia super numerosa que tenía. En su manutención y enseñanza gastaba todo lo que ganaba como director del Norte de Castilla y colaboraba en varios más, y la paga de profesor de la Escuela Mercantil.
Los derechos de autor por las novelas publicadas tuvo que negociarlos al alza de quince a veinticincomil pesetas mensuales. Es en esta novela donde más detalla su situación económica no muy desahogada.
Por la “Parábola del naúfrago” sabemos que Delibes, a raíz deun viaje a Praga, sintió miedo tanto de la dictadura de izquierdas de Checoslovaquia, como por la de derechas de España. También narra las primeras revueltas estudiantiles en la universidad de Madrid y el primer atentado mortal de un guardia civil perpetrado por ETA.
En “El príncipe destronado” relata la historia de un niño de tres años que con mimos de sus padres y de cinco hermanos más se siente muy feliz las doce horas que está despierto. Mas todo esto se va al traste cuando llega una hermanita de un año. Aquí se demuestra la gran veteranía del autor para hacer protagonista, muy bien definido, a un niño de tres años.















La novela de “El disputado voto del Sr Cayo”es una de las que yo he leído varias veces, encantado de lo bien reflejado que está en ella el ambiente y personajes que hoy día todavía perviven en estos pequeños pueblos en los que nos ha tocado vivir.
Para mi es un misterio no fácil de explicar, por qué un hombre de ciudad como el autor haya sido capaz de penetrar en el acervo cultural tan cerrado que ha existido en estas comunidades minúsculas del campo castellano. Solo con la fina perspectiva de Delibes visitando muchos pueblos semidespoblados es posible llegar a la redacción de esta novela, tan bien fijada en la cruda realidad.
Su argumento es una fina ironía sobre las campañas electorales, que unos candidatos que tratan de lograr el voto del Sr Cayo. A este Sr le describe como arquetipo del campesino castellano,hombre íntegro, sobrio y sacrificado con una buena retranca, que trae de cabeza a los candidatos, que daban por sentado, al principio, lo fácil que sería lograr su voto. Delibes contrapone en la novela dos modos de vida y también de lenguajes: El urbano y el rural. Cada palabra del Sr Cayo encierra una sentencia, en cambio el candidato Rafa es un chiquilicuatro con mucha palabrería y poca enjundia. En este pueblo de la novela solo quedaban dos viejos que no se hablaban, como desgraciado ejemplo del egoísmo y envidias tan perniciosas como inútiles.
"Los santos inocentes” es la novela donde los personajes están retratados con una maestría inigualable. El inocente Azarías, el señorito Iván, la Régula y su marido Paco el Bajo, sus hijos la Charito y la invalida niña chica y otros que componen lo más representativo de esta singular novela. A esta disposición de los personajes añadió otra no menos rara pues en ella no hay puntos más que al final de cada capítulo, empleando solo la coma y en muy contadas ocasiones el punto y coma. El episodio de la alfabetización de los señoritos que vinieron de la ciudad, es una crítica al barullo que se forma con los diferentes sonidos que emiten ciertas consonantes según la vocal que se acompañe. La novela se lee con fluidez y le basta al autor con prescindir de los convencionales signos para obtener un inusitado y brillante efecto.















Dada la popularidad que alcanzó esta novela el director de cine Mario Camus la llevó a la pantalla con un reparto de lujo. Entre ellos destaca el de Paco Rabal interpretando al inocente Azarias. Para interpretarlo con la perfección que lo hizo tuvo que entrenarse a conciencia y el traje de pana agrandado y los pantalones remendados a cuadros que usa en la película, dicen que tuvo que recorrer muchos pueblos hasta encontrar este que juzgó el más adecuado. También Alfredo Landa destacó en su personaje de Paco el Corto y en su papel de secretario de caza del señorito Iban, interpretado por Juan Diego. Paco Rabal y Alfredo Landa fueron premiados por su interpretación y tienen dos secuencias para mi, antológicas. El primero por el ahorcamiento del señorito y el segundo por lo bien que supo imitar el rastreo de un perro de caza.
La publicación de esta novela, un tanto anómala, por ser una crítica a las directrices muy rígidas de los academicistas, suscitó entre estos no sé si prevención o envidia por el gran éxito logrado.Esto dio pie a una disimulada campaña de desprestigio del autor, diciendo que no sabía escribir más que de campo y perdices.
Para demostrarles que sabía escribir también como el mejor Delibes empezó la recopilación de datos y construcción de la trama de su mejor novela.













“El Hereje , novela que tardó en escribir cuatro años. Con ella consiguió una obra diferente, con pasión pausada y con inteligencia alerta logrando uno de los mejores compendios de la literatura. Aunque no quería hacer una novela histórica, al fin le salió una de su estilo, aunque ambientada en el siglo XVI. Cipriano Salcedo de la secta luterana de Valladolid es el protagonista que sufre las persecuciones de la iglesia católica por medio de la Inquisición, que entonces regía todo.
"El Hereje" es la obra más densa y completa que he escrito, aseguró Delibes y se extrañaba que también la alabasen la jerarquía católica, religión que decía profesar él, aunque con dudas que le atormentaban mucho.
Lo curioso del caso es que también los protestantes en el 2007 otorgan a Delibes el premio Unamuno por el comportamiento ejemplar que tuvo Cipriano antes de morir en la hoguera.
“La Tierra herida” escrita a la limón por Delibes padre y Delibes hijo en 2005. En ella el acervo científico del hijo se contradice un poco con la naturalidad del padre, por lo que esa mezcla resta el interés que las demás novelas nos han proporcionado a sus incondicionales lectores.


Debo poner fin a estas semblanzas, pues cuando las empecé no creí que saldrían tan extensas, pero la sola enumeración de los 22 títulos que abarco llevan su tiempo, a pesar de no poner en cada una más que lo mínimo que recuerdo, quedando algún detalle en el tintero.
Su distribución por títulos puede facilitar su lectura, escogiendo a gusto de cada uno.

Doy las gracias al bibliobús provincial que al cabo de estos años me proporcionó estos ejemplares.


Me doy por satisfecho si con estas semblanzas lograra aportar algo a la biografía de Miguel Delibes, el gran clásico popular de nuestras letras

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