domingo, 14 de agosto de 2011

PEREGRINOS CON AGUANTE










Desde el día de San Lorenzo hemos tenido unos días de fuerte calor,que a los peregrinos les ha supuesto un punto más de sacrificio en el recorrido de este Camino, que de por sí requiere ya mucha entrega.

De los muchos catalanes que pasan algunos firman dedicatorias muy buenas como esta:

“Gran Camino este. Te hace soñar con lo imposible y lo consigues. Cada día es una experiencia con la cual aprendes algo nuevo. Con sus gentes, lugares y paisajes. Ánimo a todo peregrino y gentes del Camino” Un abrazo de Miguel (Badalona).

Pasó acompañado de un perrito muy fiel, con el que dijo tenía problemas para alojarse en algún albergue.
















Luego pasaron dos ciclistas catalanes . Uno se llamaba Ignacio y se dedicaba al comercio. Contaba que en esta profesión no se coge gente nueva y la que subsiste no sabía lo que pudiera durar, pues la gente compra menos debido a la crisis.

El otro se llamaba Enrique, frigorista de diecinueve años. También se lamentaba de que la vida de los electrodomésticos se alargaba más de lo normal. No le importaría establecerse en un pueblo como este y atender a su clientela en los pueblos importantes de esta zona.

Ambos comentaban lo crudo que la juventud lo tiene, tanto en las capitales como en los pueblos.

















Estando en esto se nos añadió un ciclista ya mayor que nos preguntó cómo iba la Bolsa. Se ve que cuando hacen el Camino se abstraen de todo y cuando tienen ocasión les gusta enterarse. Opinaba que con esta brusca caída podríamos entrar en una nueva depresión. Los serios disturbios de Londres no podían traer nada bueno, pues se ha extendido por muchas partes del mundo un descontento muy difícil de aplacar.

Decía también que tratar de ayudar a una nación endeudándola más era pan para hoy y hambre para mañana. No encontraba otra solución que tratar de ahorrar eliminando muchos puestos burocráticos inútiles y rebajar los grandes sueldos que disfrutan.

Se debía acomodar todo el mundo a la nueva era de austeridad que se avecina, olvidando la época de vacas gordas que hemos disfrutado.

Los tres se lamentaban del gran mercantilismo que se ha montado por todo el Camino, con la red de albergues y demás organismos hospitaleros.

















Por la tarde pasó una familia ciclista checa con dos hijos muy pequeños, que agradecieron el fresco de nuestra iglesia para mitigar el gran calor que traían.

Estos dos casi niños, recorriendo estos resecos campos en bici, demuestra la buena intención de sus padres, que quieren inculcar en sus hijos el espíritu de sacrificio. Como no conozco su idioma observé una escena muy edificante.

Sus padres, para que bebieran algo, les dieron tan sólo un envase de refresco. Con un juego de manos muy rápido y bonito, estos buenos hermanos echaron a suertes para ver quién bebía primero y alternándose con orden acabaron el envase.

El más pequeño, con gran agilidad, le dio a este una patada contra el suelo para que menguara de tamaño y se fue a echarlo al contenedor de la basura, con el beneplácito de sus padres.

















Saqué luego una foto a una chica joven por lo original de su vestimenta. Portaba en sus manos los útiles bastones del peregrino y demás correajes. Tocaba su cabeza con un turbante parecido al que usan los Saharauis, cuyo remate caía con elegancia sobre su hombro izquierdo, contrastando su color rojo con el blanco de su vestido.

Como buena peregrina invitó a otra joven a que compartiera la foto.

Al caer la tarde esto se inundó con un grupo de veinte ciclistas checos. Por sus modernas y bien dotadas bicis, parece que en esa nación está bien montada esa industria.

También dieron muestras de su acendrada fe católica rezando en la iglesia todos en alto un buen rato.

Como la afluencia de peregrinos parece que va en aumento, en este cuarto día de mi turno dejaron su firma en el libro casi sesenta peregrinos.

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