viernes, 9 de mayo de 2014

LA EXPLOSIÓN DE LA PRIMAVERA

   
 Cuando fui labrador en activo apenas me daba cuenta de estos maravillosos cambios de las estaciones, pues a pesar de estar mucho tiempo en el campo, el ajetreo de las faenas absorbía la mente casi por completo.
La primavera es la estación más bonita del año pues se cubre todo de color verde que es el de la esperanza. Es cuando los árboles florecen y nos presentan sus frutos. Es maravilloso ver cuan pequeños son cuando empiezan y el proceso que siguen, pero como les atacan muchas enfermedades hay que estar atento con el sulfatador a la espalda.




Es gratificante verlas crecer y no te digo nada cuando están maduras.  Con qué satisfacción se come cualquier fruta que tu has cuidado. También llega el tiempo de plantar toda clase de verduras, pues en este clima nuestro si las plantas antes de Abril la helada puede dañarlas y tener que volver a replantarlas.


Ahora aquí en Castilla esta todo verde como pasa todo el año en Galicia. Los cereales están muy adelantados ya tienen espiga, pero a los labradores les toca también merodear por el campo tirando los herbicidas, pues cada año sales malas hierbas que se hacen resistentes a estos productos, y si no se tiran consumen al cereal perdiéndose un año de trabajo.
Este es un oficio muy duro pero cuando viene la recolección, si es buena, gratifica mucho ver compensado todo el trabajo que has empleado.
Si comparamos los años cuarenta y cincuenta en que fui labrador con los actuales que son mucho más descansados. Ahora todo lo hace la maquinaria, van en su cabina con aire acondicionado y cuando se bajan parece que han estado en una oficina. Pero como en el campo todo tiene su contra partida si tienen alguna avería no es muy agradable arreglarla sobre todo si son horas de calor.
Ahora en quince días se hacen las faenas de la recolección, en cambio antes nos duraban dos meses a base de agachar el riñón todo el día con la hoz, la guadaña o apañando detrás de la máquina gavilladora, trillando o beldando después en la era.
También a las mujeres las ha llegado el progreso pues antes además de salir al campo a trabajar tenían que hacer el pan, lavar y demás labores de la casa. Ahora tienen máquinas para todas estas labores quedándolas más tiempo para disfrutar de la familia y ponerse al tanto de todos los adelantos mediáticos que existen.
Disfrutando de la jubilación me sobra tiempo para todo y contemplar los maravillosos procesos que la naturaleza realiza automáticamente sin alterar el orden establecido desde hace muchos siglos.
Por tener una huerta con árboles frutales junto a mi casa, los contemplo casi a diario y aprecio cosas que apenas conocía, como la polinización de los nogales.
Esta planta originaria de Oriente pero que lleva siglos aclimatada aquí se poliniza de una manera muy particular. 


Antes de la salida de la hoja brotan como unos barrilitos alargados que producen el polen macho. Después de unos días en que el aire este cargado de polen, aparece el principio de la nuez, provisto de unos filamentos que recogen el polen suspendido en el aire.
El nogal ha tenido muchas aplicaciones, pues además de la producción de nueces su madera ha sido siempre muy apreciada para la construcción de muebles, y por carecer casi de vetas es la más usada para la talla de imágenes y la construcción de bellísimos coros que lucen en catedrales, cenobios o parlamentos.


Con la cantidad de estos monumentos esparcidos por todo el mundo el nogal tuvo que ser cultivado en grandes cantidades para abastecer la demanda que existió en aquellos tiempos.
Otra de las ventajas que tiene esta rica madera es que una vez tallada con un tratamiento especial y el paso del tiempo coge un color oscuro y brillante sin tener que usar barniz ni pintura alguna.

Agradecidos tenemos que ser con nuestra madre naturaleza que cada día nos revela muchos detalles cual a cual más hermoso.         

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