sábado, 16 de enero de 2016

RÍOS SIN CAUCE

                                
Si el año pasado las borrascas del Atlántico nos dieron en esta zona el agua casi a la medida para el logro de la cosecha, en éste el temporal ha sido muy abundante y la tierra empapada está soltando el agua sobrante a los arroyos y ríos que se han salido de madre.
Los que con los años recordamos lo normal que era en invierno y principios de primavera la abundancia de precipitaciones fueran acaso mayores que las de ahora, podemos entender las causas que han provocado las grandes crecidas producidas en casi toda España.

En primer lugar, el gran impulso de la construcción de años pasados trajo la carestía de los solares, e hizo que, principalmente los municipios, buscaran los amplios margenes de los ríos para construir los equipamientos modernos que demanda la nueva sociedad.
Esto ha hecho que en ocasiones como la presente, el río, embotellado entre las construcciones, reclame sus derechos y se lleve por delante todo lo que está impidiendo su normal deshague.

Otra de las causas no menor ha sido que los ecologistas, en su afán desmedido de preservar a la naturaleza, han prohibido hacer toda clase de limpieza en los cauces de ríos y arroyos. Estos  han sido cegados por el brote natural de toda clase de vegetación, que con la cercanía del agua tiene un desarrollo tan vigoroso que en poco tiempo obstruye el paso libre del agua.

En los años de mi juventud se pasaba casi todo el invierno abriendo a mano las múltiples regueras, que la ondulación de este terreno necesita para su saneamiento, conduciendo hacia los ríos el agua sobrante.
Estas obras según me han dicho, también están prohibidas por la administración que pone toda clase de inconvenientes para autorizarlas, aunque sean de suma necesidad.
Con este proceder se está fomentando un abandono forzado en el campo, y con la moderna mecanización se labran grandes fincas que al no tener drenaje se inundan, y son difíciles de sanear en el poco tiempo que tiene la planta para morir por falta de oxigeno.

Esperemos que las grandes pérdidas que ocasionan estas crecidas fomenten el estímulo de la administración para limpiar los cauces de los ríos, con lo que se logre minimizar en lo posible estos fenómenos naturales tan dañinos.    

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