lunes, 7 de marzo de 2011

LAS BICICLETAS ERAN PARA EL VERANO... Y PARA ALGO MÁS















Escudriñando fotos del baúl de los recuerdos he encontrado ésta. El título del artículo viene a cuento de una obra de teatro que tuvo mucho éxito hace años y que reflejaba la vida de una familia en los años de la guerra civil española.
Esta foto, que me ha servido de inspiración, se hizo unos cuantos años después y refleja la poca labor comercial que de nuestros productos se hacía.
Ante ustedes tienen a mi mujer Raquel en sus momentos mozos, armada con su bicicleta y su precioso tesoro de unos pocos quesos y dispuesta a sacar unas pesetillas con la venta de ellos.
Imagino muy dura aquella tarea. No sólo porque las comunicaciones eran difíciles, y para ello me remito al artículo de mi libro en el que narro mis propias peripecias a bordo de ese transporte, sino que vender cualquier producto que se trajese también era algo complicado.
Debemos recordar el mínimo espíritu comercial del agricultor, al menos en aquella época, en la que sólo le interesaba que sus productos saliesen adelante, ya en la agricultura o en la ganadería.
Recordemos el poco valor que tenían los productos originales y... ¡¡¡ Vaya que eran originales aquellos quesos o aquellos huevos, o aquellos pollos o aquellos conejos...!!!
Así que puedo imaginar fácilmente a mi mujer ofreciendo humildemente aquellos quesos de oveja, tan difíciles de encontrar hoy como a un político honrado.
También puedo imaginar como aquellos comerciantes herederos de los de la antigua abadía, pondrían cara de circunstancias para dar unas monedillas por aquellos productos que excedían el consumo de nuestros pueblos y que servían para sustentar las economías de nuestras familias o para algún capricho.
Creo que también puedo imaginar a mi mujer, después del amargo trago de la venta, y liberada ya de su pesado fardo, pasando delante de una de las tiendas con bonitos trajes o zapatos y haciendo cábalas sobre su próxima adquisición.
Hubiese sido bonito haber visto su cara pero... casi prefiero que me lo cuente ella al calor de la gloria.
Es un recuerdo y un homenaje a las personas que van a los mercados y siguen yendo para vender sus productos con las manos encallecidas porque los han cultivado o criado ellos.

3 comentarios:

José Luna Borge dijo...

¿Qué fotografía tan evocadora? Con una Raquel tan joven y hermosa ¿Hasta dónde llegaba vendiendo sus quesos? ¿Fue alguna vez a Sahagún? Tuvo que ser una experiencia inolvidable

Besos


José Luna Borge

José Luna Borge dijo...

¿Qué fotografía tan evocadora? Con una Raquel tan joven y hermosa ¿Hasta dónde llegaba vendiendo sus quesos? ¿Fue alguna vez a Sahagún? Tuvo que ser una experiencia inolvidable

Besos


José Luna Borge

Vivencias de ayer dijo...

Estimado pariente: me alegra que te haya gustado mi blog y te animo a que veas entradas antiguas porque encontrarás la contestación a algunas de tus preguntas.
Sahagún siempre fue para nosotros el centro comercial y económico más frecuentado.La compra de todo tipo de material y el arreglo de la maquinaria hacían imprescindible el tener que ir con mucha frecuencia.
Hoy día recuerdo con nostalgia los buenos guisos de tu abuela Eusebia y el trato amable de nuestro tío Francisco. Con los demás vecinos de la calle de la Estación tuvimos un buen trato. Un saludo desde Moratinos