domingo, 21 de marzo de 2010

LA ABADÍA BENEDICTINA EN SAHAGÚN















Poco nuevo puedo añadir sobre este tema, que ha sido estudiado por muchos y competentes historiadores. Solamente citaré lo que más me ha llamado la atención en los diferentes textos que he leído y que guarda alguna relación con nuestro entorno.














Su fundación y máximo esplendor se debe al rey Alfonso VI que en el año 1085 obtuvo los primeros fueros para Sahagún. Durante su reinado llegaron los monjes cluniacenses que eran de Francia y querían iniciar la expansión internacional a través de la vía cultural más prestigiosa que era el Camino de Santiago.
Muy grande llegó a ser su dominio territorial en el norte de España, pues dicen que llegaba desde la zona santanderina de la Liébana hasta Toledo. En sus poderes administrativos tampoco andaban escasos, pues el mayor poder feudal que sufrió Castilla y León fue el de esta abadía que compartió en alguna zona su poderío con la orden del Cister, monjes también de procedencia francesa.
El Abad mitrado que presidía la institución, no obedecía a ningún obispo, dependiendo directamente del Papa. Podía acuñar moneda y no se podía moler trigo, ni hacer vino, que no podía tampoco vender hasta que el Abad diera su consentimiento, que siempre era después de que vendía el suyo y así evitar la competencia.










Según un cronista del Camino de Santiago, cerca de la actual torre del reloj, se construyó y usó la mayor cuba de madera de toda Europa que tenía 20.000 cántaros de capacidad o la friolera de 320.000 litros. ¡Cuántos trabajos sudores y “riñonadas” tendrían que sufrir los plebeyos cultivando las muchas viñas necesarias para llenar esta enorme cuba!
Como siempre los poderosos hacen caridad con el sudor ajeno, parte de este vino se daba a los peregrinos, después de que tomaban una sopa, que como era gratuita la llamaban la “sopa boba”.
Esto me recuerda la manía que tenía un viejo profesor de historia universal a los que ingresaban en el seminario procedentes de alguna orden religiosa. No he podido olvidar el tono zumbón y burlesco que usaba cuando les decía: “Entonces a usted le gustaba la sopa boba del convento”, y se solazaba con la vergüenza que pasaba el aludido.
No menos grande, larga y espaciosa era la panera que el convento tenía para recoger los cuantiosos diezmos y tributos que exigían a sus vasallos.
Esta panera comprada por la familia Corral cuando la desamortización, existe en la actualidad y sobre su tejado campea una cruz de hierro a modo de veleta.
En los primeros años del Servicio Nacional del trigo, la tenía arrendada por ser la mayor de Sahagún y como el trigo de San Nicolás era siempre el primero que entraba en las paneras me tocó muchos años recorrer los casi cien metros que tenía de larga con 85 kilos de trigo a la espalda.
Según un documento sobre los orígenes de San Nicolás, en el año 1192 Don Tello Pérez hace una donación al hospital de leprosos que había fundado la abadía cerca de Sahagún.
El texto histórico cita el hospital de San Nicolás, situado a 6 kilómetros de Sahagún. Tenía la misión de cuarentena, sirviendo de antesala preventiva para que los contagiados por la lepra y otras enfermedades, que entonces era incurables, no pasaran de aquí, quedando siempre a salvo la salud del gran potentado que era la abadía.
Esta servidumbre que tenían que aguantar los pueblos limítrofes se agudizó más si cabe en los pueblos que componían el Coto, que como su nombre indica estaba vedado a los pueblos. Tampoco podían beneficiarse de la madera de sus montes, pescar en sus ríos y lagunas, nombrar a sus alcaldes, ordenar las roturaciones y otros muchos privilegios que imponían como dueños de vidas y haciendas. Para más inri, cuando el abad visitaba los pueblos del coto tenían la obligación de prepararle una opípara comida.











El apelativo que lleva Calzada del Coto se debe a que era la capital administrativa de todo el coto que comprendía los pueblos de Grajal, San Pedro las Dueñas, Valdelaguna, Dehesa de Maúdes, Bercianos del Camino, parte de Calzadilla, Villamol, Codornillos, Peceñil, San Pedro de Valderaduey, Villambrán y Villalebrín.
Como veis por poco San Nicolás quedaba fuera de este círculo infernal de poder despótico, se conoce que con aguantar a su hospital ya tenía más que suficiente.
También como ya he dicho, el valle repoblado por Moratinos hasta Villelga perteneció a la abadía desde el año 995 por donación de los condes de Cea, pero no consta que perteneciera al Coto propiamente dicho.
Como dije al principio el principal impulsor de la Abadía de Sahagún fue Alfonso VI y en reconocimiento, cuando murió en la conquista de Toledo, se le trajo a enterrar junto a sus tres esposas y una querida mora, en la iglesia que actualmente regentan las Madres Benedictinas.















No debo omitir los grandes logros que esta abadía hizo a nivel cultural. Aquí se fundó la primera universidad con el estudio general de Teología y Cánones, saliendo de ella nombres ilustres como San Juan de Sahagún, el gran antropólogo Fray Bernardino de Sahagún, Pedro Ponce de León. También salieron de aquí insignes teólogos como Fray Luis de León.
Hubo un centro de Literatura y Bellas Artes y la única escuela en toda España de Juglares, tan populares en aquella época.
Este célebre monasterio de Sahagún tuvo extensas posesiones, muchas de ellas regaladas por quienes con esto lograban la salvación con los rezos de los monjes.
Como su prosperidad beneficiaba a la clase rica, esta los apreciaba, en cambio la gente sencilla del pueblo los odiaba intentando varias veces quemarlo.

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