martes, 5 de octubre de 2010

FIESTAS EN SAN NICOLÁS 2010

Desde mis tiempos de niñez y adolescencia la fiesta patronal de mi pueblo se sigue celebrando el tercer domingo de Septiembre.
Mucho han cambiado los tiempos desde entonces, en que apenas había emigración y la casi totalidad de sus habitantes eran fijos y los fines de semana no habían empezado a usarse en el calendario laboral.
Como ya relaté en mi libro, los tamboriteros eran el centro de atención, especialmente entre los pequeños. Alegraban las madrugadas con sus dianas, acompañaban a las autoridades a la misa mayor, tocaban el himno nacional en la consagración y alegraban al pueblo con alegres pasacalles.
Sobre las cuatro de la tarde se organizaba el baile en la era y nunca sobrepasaba su duración las doce de la noche.
El lunes, segundo día de fiesta, se celebraba con mucha asistencia una misa de difuntos, recordando con emoción a todos nuestros antepasados, que nos transmitieron el ser y el modo de vida actuales.
Por la tarde de este mismo día al final del baile se tocaban con mucho ritmo jotas tradicionales y para que aprendieran lo jóvenes lo bailaban los casados que conservaban el humor de jóvenes.
Pero como en esta vida todo cambia, actualmente con la costumbre de celebrar los fines de semana, los que están trabajando fuera el lunes tienen que incorporarse al trabajo. Por esto el ayuntamiento, con buen criterio, en la tarde del Sábado organiza la ya tradicional pancetada seguida este año de la actuación del grupo de baile Toscaza que alegra la noche.















Cuando nos acercábamos para asistir a la misa, encontramos a los tamboriteros que intentaban alegrar al pueblo dando una ronda. Que tristeza me invadió al verlos solos y que el sonido alegre de la dulzaina, bombo y tamboril se perdían entre las paredes de la calle solitaria. En mis tiempos los mozos acompañaban la ronda, apoyados por el calor y algarabía que producíamos la abundante chiquillería recorriendo las calles del pueblo.

















Este año la misa mayor fue amenizada por el grupo musical VIHUELA-FOLk de Saldaña.
Sus componentes Chary, Nacho, Juan y Oscar, manejando a la perfección instrumentos tan tradicionales como la dulzaina, tamboril, almirez, castañuelas etcétera cantaron con variedad de voces la moderna Misa Campesina, que resultó interesante, tanto por la novedad como por su buena ejecución.



Nuestro querido cura Don Santiago, que fue el valedor de este conjunto, nos obsequió con una homilía, basada en la vida de San Nicolás de Bari, tan bien documentada, que muchos de sus pasajes eran nuevos para mí.






















Cuando a mis años entró en esta iglesia un cúmulo de recuerdos inexorablemente se apoderan de mi mente.
Sacando una foto del altar de la Inmaculada, cómo no recordar los muchos rosarios que rezamos arrodillados sobre su dura tarima.
Para darnos ejemplo nuestro inolvidable cura Don Ángel también aguantaba arrodillado durante los dos primeros misterios. Al llegar el deseado tercer misterio nos sentábamos, acurrucados sobre la tarima y en el santo suelo si la capacidad de esta no daba para todos.
Que gran contraste con la educación actual si la comparamos con la espartana que tuvimos nosotros, pues la creían necesaria para educarnos y que nuestro ánimo no decayera ante las muchas dificultades que la vida siempre tuvo.



















Situado en el otro extremo del crucero está el retablo de la Virgen del Rosario. Don Ángel, con su enfermiza manía de prevenir los incendios, nos hacia estar de guardia por semanas un monaguillo. Debíamos permanecer atentos junto al retablo, al objeto de encender y apagar correctamente la única vela que se encendía durante el rosario.
Pero el paroxismo de su preocupación por los incendios llegaba el día de Jueves Santo que era costumbre de llevar una vela por vecino para lucir ante el Monumento.
Ante el aumento de riesgo reforzábamos la guardia con todos los monaguillos en ejercicio.
Cerca de este retablo está la imagen de San Antonio de Padua que fue regalo de unos parientes madrileños de Don Ángel. Para dar más realce a su bendición quisieron organizar una fiesta.
Como elemento primordial necesitábamos contratar a unos tamboriteros, que como fue una novedad no teníamos apalabrados.
La víspera de la fiesta para atender esta carencia los jóvenes nos desplegamos por una extensa zona, pasándolas canutas para encontrar alguien dispuesto a servirnos.
Sería interminable relatar los recuerdos que me facilita cada rincón de esta iglesia, en la que pasé de monaguillo los años de mi infancia.
Volviendo a la actualidad diré: Que después de la misa los tamboriteros nos alegraron el vermú con canciones tradicionales que tocan estos grupos hasta la hora de la comida.
Por la tarde, cerrando las fiestas, tuvo lugar en el patio del teleclub la actuación del grupo MUSICAMUS compuesto por una solista, un tocador de guitarra española y un buen animador, que dominaba el manejo, tanto del tradicional fídula como del antiguo Rabel.















Bajo el genérico título de canciones peregrinas nos deleitaron con las canciones que la trashumancia del ganado había hecho muy populares en toda España.
Para hacer más ameno el espectáculo, no podía faltar algún texto picante de doble sentido con lo que reímos un rato.

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