martes, 24 de febrero de 2009

VACACIONES TEMPORALES


Los comentarios mediáticos que se han hecho estos días, sobre el debatido problema del calentamiento global del planeta, entran en contradicción con el frío, nieve y tiempo desapacible que hemos sufrido en este invierno de 2008-9.
Esto me ha echo recordar lo vivido en los años 40-50 en San Nicolás. Las fuertes heladas que sucedían día tras día, con tal intensidad, que la capa laborable del campo se endurecía totalmente. Se decía entonces que “el campo estaba cerrado”para hacer en el cualquier labor.
Estas vacaciones temporales que imponía el invierno eran, aprovechadas para la reunión de casi todos los vecinos en lo que tradicionalmente, en esta zona de Campos, se llamaba “la solana.” En ningún pueblo faltaba una pared o rincón de refractario adobe, orientado al mediodía y resguardado de los vientos del Norte, donde la acción solar lograba una temperatura bastante agradable.
Los mayores, sentados sobre un simple madero, comentaban la vida local y demás temas generales. Los más jóvenes, más inquietos, recurrían a los muchos juegos y distracciones, en los que cada uno participaba según su gusto y actitudes físicas.














El juego de las tabas se hacía con un pequeño hueso que tienen las ovejas en sus patas delanteras. Se jugaba tirando a lo alto estos tres pequeños huesos hasta que uno quedara de canto. Se sorteaba quien debía empezar a jugar, lanzando una sola taba y pidiendo una de las dos posiciones más normales, llamadas “penca y suiz”
El que acertaba tiraba las tabas y “casaba” una cantidad de dinero a todos los asistentes al corro; y, si lograba que alguna de las tres tabas quedara pinada de canto en una cara que se llamaba “carne” cobraba a todos lo que había apostado. Pero si sacaba “culo”, la cara opuesta a la carne, perdía lo que apostaba y pasaba a tirar las tabas otro del corro.
Al que se agachaba a recoger las tabas del suelo y entregarlas al que las tiraba, se le llamaba “garite”y recibía una propina del ganador. Era como el maestro de ceremonias del juego, contribuyendo con sus ocurrencias a la alegría del corro. Al recoger las tabas, las besaba y soplaba en las manos antes de entregarlas, y cantaba cuando estaban en el aire: “hala, pindeja, carne de oveja”o también “carne en viéndola”y otras frases graciosas que se le ocurrieran.
Este juego tenía momentos de emoción, si el que tiraba las tabas quería. Si cuando sacaba la primera carne decía: “o todo o nada, juego los tres golpes” ,se entendía que no recogías las ganancias hasta lograr tres carnes seguidas.
Si se jugaba una peseta por cada jugador del corro, este tenía que jugar dos pesetas a la primera carne, cuatro a la segunda y ocho a la tercera. A veces lo conseguía, pero la mayoría fallaba por salir culo, y ganaban los que no tiraban las tabas. Si alguno no quería exponerse, seguía jugando normalmente y ganaba o perdía según el juego ordinario.
La cuantía que se jugaba generalmente no pasaba de la peseta por postor y hasta real llegaba a veces. Recuerdo de mozuelo jugar con cartones que eran las tapas de las cajas de cerillas.

En un pueblo próximo a San Nicolás que se llama Escobar, era tradición jugar a las tabas el día de la fiesta, San Clemente, 23 de Noviembre, con más cuantía, y hasta las familias más pudientes se sentían obligados a jugar, aunque no fuera más que un par de tabadas.
Como la imaginación es esencial para divertirse, en un arroyo que circunda el pueblo, sobre sus aguas heladas se formaba una improvisada pista de patinaje. Recuerdo que los que mejor lo hacían eran los pastores, pues la madera de sus chócolos se deslizaba mejor sobre el hielo que la goma comúnmente usada por los demás patinadores.
Si coincidía que algún día se posaran en la era una bandada de aves frías, que aquí se las llama guitas, el espectáculo lo daban dos cazadores que intentaban aproximarse, gateando por los dos arroyos que circundan la era.
Como esta ave tiene el oído muy fino, la mayoría de las veces, levantaban el vuelo a destiempo. Para paliar la frustración estos cazadores organizaban un concurso de “tiro a la gorra” Esta se tiraba a una distancia convenida a lo alto para que sirviera de diana movible. Muchas veces recibían una perdigonada, o perforación de tiro próximo que las dejaba inservibles.
Estas y otras muchas ocurrencias servían para pasar un buen rato a todos.
Con la llegada de Febrero el campo se iba abriendo reanudándose las faenas diarias, ya fuera en el arreglo de las viñas o la limpieza y abertura de regueras.
En aquel tiempo, que se hacía todo a mano, se trabajaba en el campo todos los días del año, exceptuando los Domingos y días de fiesta, por lo que estas vacaciones temporales nos venían muy bien a todos.

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