sábado, 19 de septiembre de 2009

CANARIAS 4



La excursión que hicimos por la parte norte de la isla nos gustó mucho. El clima y vegetación es completamente diferente a la del sur, a pesar de los pocos kilómetros que separan a ambas.
Esto es debido a los vientos alisios que se forman en el centro del Atlántico sobre las Azores, tienen un movimiento
circular, que era muy bien aprovechado para la navegación a vela.
Al estar tanto tiempo sobre la superficie del mar, la humedad que captan les hace circular a poca altura con lo que al llegar a las altas montañas de las islas, dejan en sus laderas la gran cantidad de humedad que llevan.
Con este aporte, la vegetación se beneficia tomando un verdor intenso, en contraste con el reseco y oscuro del sur. Con esta húmeda aportación y la temperatura constante, que nunca baja de catorce grados, toda clase de arbustos y hortalizas se desarrollan a la perfección.
El cultivo de la patata, que aquí llaman papas, es muy tradicional, y para asegurar el abastecimiento, lo escalonan para que todo el año haya producción. De esta manera pudimos ver en bancales y trozos pequeños, primorosamente labrados, algunos que estaban sacando, otros en floración y otros naciendo. La lechuga y las habas también se cultivan en pequeñas cantidades.
El cultivo del tomate fue hace años el principal aporte económico de la isla. Todavía se ven trozos de laderas que con las piedras que tenían que quitar marcaban las lindes. Por el centro de estas parcelas se ven unos canalillos hechos de piedra natural que servían para regar los tomates.
Nos parece imposible que en estas laderas tan pronunciadas pudiera obtenerse las cosechas tan abundantes, que dicen lograban, y el intenso color que ofrecían todas estas laderas hizo que la llamaran la isla verde.
Actualmente, las tomateras las tienen en terrenos más llanos, bajo plástico y regadas por goteo.
Visitamos una explotación importante de plátanos de cuyo cultivo y particularidades el guía nos dio una detallada explicación.
La platanera tiene un tallo no leñoso de crecimiento rápido, y muy débil a la corriente de los vientos fuertes que aquí se dan. Para que no se rompa su tierno tallo, todas las plataneras las rodean de un muro de bloques con intervalos regulares, para que pase solo el viento necesario.
Actualmente, para estimular el desarrollo y maduración, casi todas las plataneras las cubren con plásticos laterales y el techo con malla fina para que traspire y no aumente en exceso la temperatura.







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