sábado, 19 de septiembre de 2009

CANARIAS 5
















Siguiendo nuestro recorrido por la isla visitamos un antiguo molino de agua de las mismas características de los que había por Castilla y que tristemente hemos dejado perder.
Con objeto de hacerle una atracción turística le han puesto un piso de cristal para que se vea que el agua comprimido en la canaleta aumenta su fuerza de caída, haciendo girar al rodezno, que por un eje vertical transmite el movimiento de giro a la piedra. Esta a su vez tiene una tapa transparente y desde una tramoya se ve caer los granos del maíz tostado en el centro de la piedra circular.
Esta harina perfumada que se obtiene lo llaman bocio, que según contaba la guía, había sido junto a las “papas arrugás” el principal alimento de sus abuelos. Cuando la sequía o falta de agua
para el riego fracasaban, las cosechas que querían sacar en las empinadas y pedregosas laderas, labradas con parejas de burros, estos dos alimentos citados se convertían en extrema subsistencia.
De esta agricultura primaria, que perduró durante siglos, se ha pasado al cultivo bajo plástico y el riego por goteo.
Como aquí, la falta del agua ha sido el principal problema y los pozos y galerías de donde antes se extraía se han salinizado debido a su intensa explotación, no han tenido otro recurso que acudir a la desalinización de agua del mar.
Junto a la autopista que va desde el aeropuerto a Maspalomas, en el mismo litoral, han montado un gran complejo industrial que se parece mucho a una refinería de petróleo. Destacan sus grandes chimeneas, únicas que he visto en la isla y un complicado laberinto de columnas de condensación, donde el agua, sometida durante veinte segundos a una temperatura de cien grados, suelta la sal que contiene.
Esta operación debe consumir enormes cantidades de energía eléctrica, pudiéndose apreciar que en este complejo confluyen cuatro de las mayores líneas de alta tensión que he visto en toda la isla.
El agua obtenida por este moderno procedimiento resulta casi potable y es la de mayor consumo en el gran sector turístico y los extensos riegos. Con gran visión de futuro las únicas galerías de agua que permanecen naturales en el centro de la isla, las dedican exclusivamente al agua embotellada
En un acto de solidaridad digno de encomio, en muchos sitios apropiados han montado generadores eólicos y la electricidad que producen se la regalan a los que todavía viven en cuevas o sitios muy remotos de la isla.

Tuvimos ocasión de visitar una de estas cuevas habitadas donde había permanecido un matrimonio con seis hijos. Sólo quedaba la madre bastante mayor y ella nos explicó que según les hacía falta habitaciones cogían el pico y a picar, luego lo blanqueaban y decoraban como mejor podían. Lo que más nos extrañó es que tenían toda clase de servicios, como es el agua, el teléfono y la televisión en un sitio que costaba trabajo subir porque estaba en mitad de un barranco con paredes casi verticales.


En este mismo barranco de Guayadeque han montado el centro de interpretación de Gran Canaria.
La pervivencia de estos valores naturales y culturales ha sido posible por el aislamiento al que se ha visto sometido este espacio hasta fechas relativamente recientes. En su recorrido de unos veinte kilómetros han encontrado refugio un con- siderado número de plantas endémicas.
Este espacio natural se remonta a la época prehispánica según se ha comprobado por múltiples testimonios.




Lo que más nos llamó la atención de este centro son las grandes cuevas funerarias con sus momias,

que si bien no están hechas con la perfección y riqueza de las egipcias, por la técnica, era similar, careciendo solamente de los recursos económicos para igualarlas.
Primeramente, extraían las vísceras del difunto y le ponían a secar siete días al sol, luego, le rellenaban con plantas aromáticas que crecían en este barranco y finalmente, le cubrían con unas pieles de animales, convenientemente curtidas, y las cosían con juncos.
Siguiendo la tradición prehistórica de la arquitectura del barranco, este centro está excavado en sus laderas. En éste se puede seguir la erosión y actividad volcánica desde la ocupación aborigen y la colonización posterior.

El árbol prototipo de Canarias y que figura en su escudo es el drago, cuyo tronco no leñoso contiene bajo su corteza blanquecina abundante savia de color rojo, por lo que los guanches la llamaban sangre de drago. Con sus sustancias medicinales se curaban las heridas externas, he incluso lo tomaban para curar las úlceras de estómago.
Su crecimiento es lentísimo y cuentan que los aborígenes y muchos de sus descendientes, cuando nacía una hija, plantaban un drago y cuando pasaban los quince años que tarda en echar un nuevo brazo, indicaba que la niña dejaba de serlo, pasando a la pubertad.
Este pueblo guanche, como casi todos los antiguos, tenían una especial predilección por los niños, considerándoles el valuarte más preciado para perpetuar su estirpe.

Nos sorprendió gratamente que en un pueblo llamado Arinaga tiene en toda su calle principal unas esculturas de trecho en trecho, que representan a niños y niñas jugando a sus muchos juegos tradicionales. Contrastando con el color oscuro del bronce destacan entre unos macizos ajardinados, consiguiendo con ambos elementos un adorno humano muy original y bello.





En este mismo pueblo tienen a la entrada un buen monumento a la lucha canaria.

Según nos contaba el guía, esta antiquísima costumbre, que se parece bastante a la lucha leonesa, se jugaba por equipos de cuadrillas de comarcas o pueblos, empezando a disputarse por los luchadores de menor peso y en competición de todos contra todos acababan por los de mayor peso.
En esta lucha se agarran de la pernera del pantalón, en vez del cinto como la leonesa, y pierde el que primero toque el suelo con cualquier parte del cuerpo.
He leído en el Diario de León que quieren hermanarse estas dos luchas bastante afines. Ya se han celebrado alguna competición que por su originalidad resultó bastante espectacular y bella.
Si se vencieran los localismos egoístas de ambas regiones, con buena voluntad por ambas partes se podría llegar incluso a una modalidad casi olímpica.
Los guanches, como pueblo guerrero, era muy aficionado a toda clase de competiciones de fuerza. Hasta los pastores, para recoger sus rebaños de cabras tenían que valerse de largas pértigas que con una espectacular y peligrosa técnica, lograban vencer los escarpados barrancos tan abundantes en esta isla. El silbo canario, con su variedad de tonos y silencios, también les servía para comunicarse a lo lejos en este laberinto montañoso, como se hace actualmente con las señales de morse.
También hemos visto por toda la isla estatuas de bronce que, magníficamente, representan el titánico esfuerzo realizado al límite. En una de ellas se ve a un labrador levantando el antiguo arado romano cogido por lo más largo de su puntal.
Por la composición volcánica de estas islas su principal elemento es la piedra, por sus hendiduras surgen, como de milagro, plantas de bajo porte y mucho brote, que constituyen el alimento principal y muy apropiado para el ganado caprino.
Por este motivo, en la economía tan localizada de estas islas, el aporte de la leche, carne y cuero en la alimentación aborigen tendrían una importancia capital.
Como un homenaje costumbrista a la cabra, en algunas carreteras de la zona montañosa, han puesto, en riscos muy visibles, siluetas de este animal en diferentes tamaños posiciones y colores. Según echas la vista desde el coche, te parece contemplar un rebaño de cabras triscando entre los matorrales. Sólo vimos cabras verdaderas encerradas en un aprisco lejano.
De los cuernos de este animal se confeccionan las famosas navajas canarias, muy apreciadas por la primorosa filigrana labrada en el hueso de sus cachas.

Otro animal muy abundante es el lagarto que, por su buena adaptación al medio, aquí puede llegar a alcanzar hasta los cincuenta centímetros de largo. En las extensas paredes rocosas se les ve tomando el sol con toda tranquilidad, pues tienen muy pocos depredadores. Para que los viésemos, el guía echaba unos trozos de pan y queso sobre las peñas, forzando su salida de las cuevas para comerlo. Saque una foto pero por la falta de luz en la sima donde se hallaban casi no se aprecia su silueta que marco con un círculo.

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